Mujeres liberan otra voz
Texto completo del manifiesto publicado en 'Le Monde' por 100 artistas e intelectuales francesas, el pasado 9 de enero
Este es el texto completo del manifiesto publicado en 'Le Monde' por 100 artistas e intelectuales francesas, el pasado 9 de enero:
"La violaci¨®n es un crimen. Pero el coqueteo insistente o torpe no es un delito, ni la galanter¨ªa es una agresi¨®n machista. El caso Weinstein ha generado una concienciaci¨®n leg¨ªtima de las violencias sexuales contra las mujeres, particularmente en el ¨¢mbito profesional en el que algunos hombres abusan de su poder. Era necesario. Pero esta liberaci¨®n de la voz de las mujeres se convierte hoy en su opuesto: ?Nos ordenan a hablar como es debido, a silenciar lo que enoja, y aquellas que se niegan a cumplir con tales ¨®rdenes son consideradas como traidoras y c¨®mplices!
Sin embargo, es propio del puritanismo tomar prestado, en nombre de un llamado bien general, los argumentos de la protecci¨®n de las mujeres y de su emancipaci¨®n para encerrarlas en un estado de eternas v¨ªctimas, de peque?os seres indefensos bajo la influencia de fal¨®cratas demon¨ªacos, como en los buenos viejos tiempos de la brujer¨ªa.
Delaciones y acusaciones
De hecho, #metoo ha provocado en la prensa y en las redes sociales una campa?a de delaciones y de acusaciones p¨²blicas de personas que, sin tener la oportunidad de responder o defenderse, fueron puestas exactamente en el mismo plano que los agresores sexuales. Esta justicia expedita ya tiene sus v¨ªctimas: hombres sancionados en el ejercicio de su profesi¨®n, obligados a renunciar, etc.; mientras que su ¨²nica falta fue la de haber tocado una rodilla, tratado de robar un beso, hablado sobre cosas "¨ªntimas" en una cena de negocios, o enviado mensajes con connotaciones sexuales a una mujer para la que la atracci¨®n no era rec¨ªproca.
Esta fiebre por enviar a los "cerdos" al matadero, lejos de ayudar a las mujeres a empoderarse, en realidad sirve a los intereses de los enemigos de la libertad sexual, los extremistas religiosos, los peores reaccionarios y los que estiman, en nombre de una concepci¨®n sustancial del bien y de la moralidad victoriana que conlleva, que las mujeres son seres "aparte", ni?as con rostros de adultas, que reclaman protecci¨®n. Frente a ellas, los hombres est¨¢n obligados a confesar p¨²blicamente su culpabilidad, y buscar, en lo m¨¢s profundo de su conciencia retrospectiva, un "comportamiento fuera de lugar" que podr¨ªan haber tenido hace diez, veinte o treinta a?os, y del cual deber¨ªan arrepentirse. La confesi¨®n p¨²blica, la incursi¨®n de fiscales autoproclamados en la esfera privada participan de la instalaci¨®n de un clima de sociedad totalitaria.
La ola purificadora parece no conocer ning¨²n l¨ªmite. Aqu¨ª, censuramos un desnudo de Egon Schiele en un cartel; all¨ª, pedimos la retirada de una pintura de Balthus de un museo con el argumento de que ser¨ªa una apolog¨ªa de la pedofilia; en la confusi¨®n del hombre con la obra, pedimos la prohibici¨®n de la retrospectiva de Roman Polanski en la Cin¨¦math¨¨que (Cinemateca Francesa) y obtenemos la postergaci¨®n de la muestra dedicada a Jean-Claude Brisseau. Una acad¨¦mica considera que la pel¨ªcula de Michelangelo Antonioni Blow-Up es "mis¨®gina" e "inaceptable". A la luz de este revisionismo, ni John Ford (La prisionera del desierto) ni incluso Nicolas Poussin (El rapto de las sabinas) quedan a salvo.
?Los editores ya piden a algunas de nosotras que cambiemos a nuestros personajes masculinos para que sean menos "sexistas", que hablemos de sexualidad y de amor con menos desmesura, o que garanticemos que el "trauma experimentado por los personajes femeninos" sea m¨¢s obvio! ?Al borde del rid¨ªculo, un proyecto de ley en Suecia quiere imponer un consentimiento expl¨ªcitamente notificado a cualquier candidato a una relaci¨®n sexual! Queda muy poco para que dos adultos que quieran acostarse tengan que marcar primero, v¨ªa una ¡°app¡± m¨®vil, un documento en el que las pr¨¢cticas que consienten y rechazan ser¨¢n debidamente listadas.
El fil¨®sofo Ruwen Ogien defend¨ªa una libertad de ofender indispensable para la creaci¨®n art¨ªstica. De la misma manera, defendemos una libertad de importunar, indispensable para la libertad sexual. Ahora estamos suficientemente advertidas para admitir que el impulso sexual es por naturaleza ofensivo y salvaje, pero tambi¨¦n somos lo suficientemente clarividentes como para no confundir el coqueteo torpe con la agresi¨®n sexual.
Sobre todo, somos conscientes de que la persona humana no es monol¨ªtica: una mujer puede, en el mismo d¨ªa, dirigir un equipo profesional y disfrutar siendo el objeto sexual de un hombre, sin ser una ¡°zorra¡± ni una vil c¨®mplice del patriarcado. Puede asegurarse de que su salario sea igual al de un hombre, pero no sentirse traumatizada para siempre por un manoseador en el metro, aunque se considere un delito. Incluso puede considerarlo como la expresi¨®n de una gran miseria sexual, o como un evento al que no merece dar importancia.
Como mujeres, no nos reconocemos en este feminismo que, m¨¢s all¨¢ de la denuncia de los abusos de poder, toma el rostro del odio hacia los hombres y la sexualidad. Pensamos que la libertad de decir no a una propuesta sexual no existe sin la libertad de importunar. Y consideramos que hay que ser capaces de responder a esta libertad de importunar de otra forma que la que nos encierra en el papel de la presa.
Para aquellas de nosotras que han elegido tener hijos, creemos que es mejor criar a nuestras hijas para que est¨¦n informadas y sean lo suficientemente conscientes para poder vivir plenamente sus vidas sin dejarse intimidar ni culpabilizar. Los incidentes que pueden tener relaci¨®n con el cuerpo de una mujer no necesariamente comprometen su dignidad y no deben, por muy duros que sean, convertirla necesariamente en una v¨ªctima perpetua. Porque no somos reducibles a nuestro cuerpo. Nuestra libertad interior es inviolable. Y esta libertad que atesoramos no es exenta de riesgos o responsabilidades".
Redactoras del texto: Sarah Chiche (escritora, psic¨®loga cl¨ªnica, psicoanalista), Catherine Millet (cr¨ªtica de arte, escritora), Catherine Robbe-Grillet (actriz, escritora), Peggy Sastre (autora, periodista, traductora), Abnousse Shalmani (escritora, periodista).
Y lo firman otras 95 mujeres intelectuales y artistas francesas, entre las cuales est¨¢n la actriz Catherine Deneuve.
Traducci¨®n de Carla Mascia
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