As¨ª es la pel¨ªcula rusa de los 60 que se parece tanto a la nueva de Guillermo del Toro
'La forma del agua', que se llev¨® el Globo de Oro a Mejor Director, recuerda demasiado a este cuento de hadas con romance prohibido entre un hombre anfibio y una joven
El Globo de Oro como mejor director para Guillermo del Toro por La forma del agua no es un premio solo para ese trabajo, es un reconocimiento a su dedicaci¨®n por dignificar el g¨¦nero fant¨¢stico durante toda su carrera. En su ¨²ltima pel¨ªcula, esa m¨¢xima no podr¨ªa estar m¨¢s justificada. Su tratamiento del amor por los monstruos se hace literal con una historia sobre el romance de un hombre pez y una mujer muda. El mexicano demuestra que tambi¨¦n se puede llorar de emoci¨®n en una f¨¢bula de monstruos de piel resbaladiza que se comen a tu gato. Lo m¨¢s radical es que, aunque no se diga oficialmente, la pel¨ªcula es una secuela no escrita de la La mujer y el monstruo (1954), de Jack Arnold, en la que la famosa criatura del Lago Negro persegu¨ªa a Julia Adams. Pero esta vez el monstruo consigue a la chica.
El amor entre humanos y seres marinos tiene una tradici¨®n larga, pero quiz¨¢ la m¨¢s arraigada en la cultura popular aparece con La sirenita y sus diferentes encarnaciones, es muy probable la que m¨¢s recuerde a la pel¨ªcula de Del Toro es la ochentera Un, dos, tres, Splash. Tambi¨¦n el director del cortometraje de 2015 The Space Between US, Didier Koningsero, asegura que el mexicano ha podido plagiar su obra. Pero hay alg¨²n precedente m¨¢s certero que probablemente no es tan conocido. Se trata de El hombre anfibio, de Vladimir Chebotaryov y Gennadi Kazansky, una pel¨ªcula rusa de 1962 que tambi¨¦n ten¨ªa una fuerte conexi¨®n con el relato de Andersen.
Cuenta una historia de amor entre un chico que puede respirar bajo el agua y la hija de un pescador. Por supuesto, el romance es clandestino, prohibido e impensable para los dos muchachos, especialmente porque al joven anfibio es considerado "el diablo del mar" en el pueblo en el que transcurre. La historia no sucede en Rusia, sino en un remoto lugar supuestamente hispanohablante.
Sorprende encontrarse en esta adaptaci¨®n de un relato de los a?os 20 los mismos elementos que encontramos en La forma del agua: fantas¨ªa de monstruos que visitan por primera vez la ciudad llena de neones, coreograf¨ªas acu¨¢ticas, romance, tragedia y, sobre todo, un extra?o y cautivador tono de sue?o m¨¢gico, propio de los cuentos infantiles, aplicado a temas muy adultos. Por supuesto, hay muchas diferencias entre las dos pel¨ªculas, la principal es que aqu¨ª el monstruo marino tiene muy buena planta, aunque como el hombre-pez de Guillermo del toro, no puede pasar demasiado tiempo fuera del agua. Su aspecto de monstruo solo es un traje que utiliza para esconderse y hacerse pasar por criatura marina.
La trama de El hombre anfibio da muchas vueltas para acabar contando lo mismo. Hay una serie de detalles argumentales intrincados que incluyen cient¨ªficos locos con la intenci¨®n de crear una ciudad submarina con hombres anfibios, un cortejo diferente y acontecimientos similares a los de la pel¨ªcula de Del Toro cambiados de lugar. Por ejemplo, cuando el hombre pez se enamora de Gutiere Baltazar, se imagina una escena on¨ªrica en la que su amada y ¨¦l nadan bajo el agua sin miedo a que ella se ahogue.
En la pel¨ªcula favorita de los Oscar hay una escena similar, pero ocurre de verdad, aunque tambi¨¦n hay otra escena en la que los personajes se imaginan como actores de un viejo musical. En realidad, esas escenas significan lo mismo en ambas pel¨ªculas. El deseo de amarse sin la condena de no poder respirar en el h¨¢bitat de su amado. La imposibilidad shakesperiana llevada a terreno de la fantas¨ªa.
El paralelismo m¨¢s obvio es que de fondo hay un tri¨¢ngulo amoroso que se mantiene en ambos relatos. Toda historia tr¨¢gica tiene su villano, y en la pel¨ªcula rusa hay un equivalente al psic¨®pata obsesionado con su empleada muda interpretado por Michael Shannon. Se trata de Don Pedro, un pescador que pretende a la joven y para ello convence al padre de esta para que la convenza a casarse con ¨¦l.
Lo curioso es que en la pel¨ªcula nadie se lleva las manos a la cabeza cuando lleva a cabo su plan. Aparte de los modelitos de Tony Manero psicod¨¦lico de Don Pedro, su fijaci¨®n con la muchacha tiene una l¨®gica reacci¨®n cuando esta se enamora de Ichthyander, el hombre buceador al que su padre le puso branquias de tibur¨®n. La consecuencia es que, con el apoyo de los aldeanos poco receptivos al "demonio del mar", el villano consigue salirse con la suya y se casa a la fuerza con Gutiere, mientras que el pobre anfibio es encerrado en un tanque de agua dentro de la c¨¢rcel.
Y es aqu¨ª el tramo en el que tenemos unas cuantas escenas que coinciden tanto con La forma del agua que dan la se?al inequ¨ªvoca de que el director le ech¨® un vistazo antes de elaborar el guion. Imposible no comparar el detalle del anfibio en el tanque, con el monstruo de Del Toro encerrado en el complejo, en ambos casos rescatados por el amigo de la protagonista enamorada, conduciendo con una furgoneta que meten en el recinto tras enga?ar a los guardias. Por otra parte, un a?adido a la trama en el que el monstruo empieza a morirse por no poder respirar, en ambos casos, requiere de un viaje de emergencia al mar y un final en el que el amigo de la pareja contempla el desenlace en la orilla. En cada una de forma diferente, pero la estampa es muy parecida.
Sin embargo, lo que verdaderamente une a las dos pel¨ªculas es su historia de amor, contada con tanta sinceridad y convicci¨®n que se eleva por encima de sus aspectos m¨¢s incre¨ªbles y fantasiosos, y se convierten en un cuento de hadas encantador en la mejor tradici¨®n de La bella y la bestia. Gran fantas¨ªa de ciencia ficci¨®n contada con colores azulados y melancol¨ªa para acabar siendo un canto a lo diferente, con una pareja condenada en un mundo lleno de codicia, ego¨ªsmo y crueldad humana.
El hombre anfibio no aparecer¨¢ mencionado en ninguna gala de premios, ni ser¨¢ trending topic la noche de los Oscar, pero tuvo su momento haciendo taquillazo en la madre Rusia y se ha convertido en una peque?a obra de culto de la cultura pop sovi¨¦tica que no solo se parece a la obra de Del Toro, sino que no ser¨ªa extra?o que incluso Tim Burton hubiera recurrido a su definici¨®n del hijo-experimento de mad doctor que se enamora y es perseguido de Eduardo Manostijeras.
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