Franco, Franco, Franco
Es muy probable que en el actual clima pol¨ªtico catal¨¢n, quien se atreva a decir Gerona en vez de Girona ser¨¢ tildado de adepto al r¨¦gimen franquista.
YO DEBER?A HABER contado aqu¨ª mucho antes esta historia. Si no lo hice fue, supongo, por pudor, por un sentido quiz¨¢ equivocado de la gratitud, por verg¨¹enza ajena, por una serie de razones que ni yo mismo ser¨ªa capaz de precisar. No la cuento ahora porque crea que vaya a servir de nada, porque lo cierto es que yo no creo que, hoy por hoy, en Catalu?a ya nada vaya a servir de nada, y much¨ªsimo menos contar una nimiedad como esta; la cuento s¨®lo para no seguir reproch¨¢ndome que no la he contado.
Ocurri¨® en septiembre de 2012, justo despu¨¦s de la gran manifestaci¨®n que supuso el inicio oficial del llamado proceso independentista. Por entonces publiqu¨¦ una novela que transcurr¨ªa en Gerona, mi ciudad, y mi editorial tuvo la idea de organizar una rueda de prensa en el Ayuntamiento, as¨ª que se puso en contacto con la alcald¨ªa; por entonces el alcalde de Gerona era Carles Puigdemont, quien no s¨®lo nos ofreci¨® una sala para celebrar el acto, sino que se ofreci¨® ¨¦l mismo para presentarlo. Yo no conoc¨ªa personalmente a Puigdemont, o apenas lo conoc¨ªa de vista, y cuando me lo presentaron, el mismo d¨ªa de la rueda de prensa, le di las gracias de todo coraz¨®n por su generosa hospitalidad. Ya en el acto, el alcalde estuvo muy cordial, lo que tal vez explica que en determinado momento, medio en serio y medio en broma, se me ocurriese proponerle una campa?a institucional de la alcald¨ªa en favor de que la gente, cuando habla castellano, vuelva a decir ¡°Gerona¡±, que es como se dice Gerona en castellano, igual que, cuando hablamos en catal¨¢n, decimos ¡°Nova York¡± o ¡°Mil¨¤¡± o ¡°Saragossa¡± y no ¡°New York¡± o ¡°Milano¡± o Zaragoza. Es muy probable que, en el actual clima pol¨ªtico catal¨¢n, coseche una cerrada salva de aplausos alguien que afirme que quien dice en castellano Gerona lo hace por motivos pol¨ªticos, para reivindicar la pertenencia de Gerona a Espa?a (lo que equivale a afirmar que quien dice en catal¨¢n ¡°Nova York¡± lo hace para reivindicar la pertenencia a Catalu?a de Nueva York); pero entonces a¨²n no viv¨ªamos en este clima. O eso cre¨ªa yo. Porque en aquel momento Puigdemont, que hasta entonces se hab¨ªa comportado con normalidad, inund¨® la sala con una dens¨ªsima polvareda de palabras a trav¨¦s de la cual apenas pude vislumbrar con claridad tres cosas. La primera es que se hab¨ªa tomado absolutamente en serio mi propuesta, y que no le hab¨ªa gustado absolutamente nada. La segunda es que en su brev¨ªsima contestaci¨®n hab¨ªa usado la palabra ¡°Franco¡± cuatro o cinco veces por lo bajo. La tercera es que parec¨ªa haber esgrimido el siguiente razonamiento, dicho sea con el m¨¢ximo respeto por esa palabra: dado que la dictadura hab¨ªa perseguido el catal¨¢n y hab¨ªa impedido hacer un uso oficial del top¨®nimo ¡°Girona¡±, ahora, para compensar ese atropello, hab¨ªa que decir ¡°Girona¡± tambi¨¦n en castellano, fuese o no fuese correcto.
Eso fue todo: esa es la m¨ªnima an¨¦cdota. La verdad es que, cuando ocurri¨®, no me inquiet¨® en absoluto, es posible incluso que el argumento de mi anfitri¨®n me pareciera una simp¨¢tica excentricidad; pero ahora, cuando todo ha cambiado tanto en Catalu?a y Puigdemont es quien es y su forma de ver el mundo y de razonar parece haberse generalizado, ya no puedo pensar de la misma manera. En Qu¨¦ est¨¢ pasando en Catalu?a escribe Eduardo Mendoza que en los ¨²ltimos tiempos, ¡°especialmente en Catalu?a, la figura de Franco y su dictadura se sacan en procesi¨®n para justificar actuaciones o invalidar las del contrario¡± y que ¡°Franco se ha convertido en un referente al que se puede atribuir todo o casi todo cuanto sucede y cuya invocaci¨®n justifica ideas, sentimientos y acciones¡±. Es decir, Franco es una excusa perfecta para no pensar, o, si se prefiere, para pensar sin la m¨¢s m¨ªnima l¨®gica: para pensar, por ejemplo, que una injusticia hist¨®rica se puede corregir fomentando un disparate ling¨¹¨ªstico. La pregunta es qu¨¦ ocurre en una sociedad en que se vuelve com¨²n y corriente un tipo de pensamiento que prescinde del v¨ªnculo con lo racional, o en el que tal v¨ªnculo se vuelve secundario o anecd¨®tico. Y la respuesta es, me temo, que en ese lugar no existe el menor motivo para el optimismo.
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