Adi¨®s al Prado y al Lozano. ?Vamos a dejar que los bares de toda la vida desaparezcan?
Se suman al cierre de otros locales emblem¨¢ticos de Malasa?a (Madrid) como el Salt¨®n, El Chamizo o el Casa do Compa?eiro
A?o nuevo, dos bares cl¨¢sicos menos. A la vuelta de las vacaciones de Navidad, los aficionados a la ruta de baretos malasa?eros se han encontrado con dos bajas de importancia: el Prado y el Lozano. Por su situaci¨®n estrat¨¦gica, eran dos de los bares-de-toda-la-vida m¨¢s frecuentados por la chavalada. Por eso, se nos hace dif¨ªcil llamarlos ¡°de viejos¡±. S¨ª, es cierto que durante el d¨ªa son patrimonio de la gente mayor, pero a partir de las ocho de la tarde ¨Cy especialmente los fines de semana- son territorio juvenil.
Precisamente Jos¨¦ Villarejo, due?o del Lozano, lo contaba en el premonitorio corto de 2012 La muerte del bar espa?ol y el plato cuadrado de David ?lvarez e Ivar-Mu?oz Rojas: ¡°Yo ya no tengo gente mayor. Yo ya me dedico nada m¨¢s que a la juventud¡±. En las redes, territorio juvenil, tambi¨¦n hay lamentos: ¡°Cierra el bar de las hamburguesas McLozano y de la mejor oferta del mundo: Consumiendo 25 minis te regalan una tortilla¡± dec¨ªa Lo que me salga del mo?o en Twitter. Lidia Toga le echa sentimieto en Facebook: ¡°Lo regentaban un padre y un hijo, al hijo le llam¨¢bamos el hombre bueno: salv¨® a mi bici de ser robada cuando viv¨ªa en la calle Santa B¨¢rbara¡±. Imposible no emocionarse.
El Prado, seg¨²n informa Somosmalasa?a, ha echado el cierre a cambio de 800.000 euros: una jugosa cifra pero que significa hacerse con un local con licencia de bar en la zona, una mina de oro si se sabe aprovechar. El caso del Lozano ha sido diferente. Tras acabar la renta antigua, el bar ha sido capaz ¨²nicamente de aguantar tres a?os. Los precios de la Malasa?a actual no est¨¢n hechos para aguantar a base de vender minis de baratillo ni raciones econ¨®micas.
"Corremos el riesgo de que, en unos a?os, el centro de Madrid apenas puede distinguirse del de otras ciudades europeas como Estocolmo o Berl¨ªn"
El Prado y el Lozano son dos muescas m¨¢s en la cr¨®nica de una muerte anunciada: la del bar de toda la vida. En los ¨²ltimos tres a?os han ca¨ªdo como moscas algunos m¨¢s en Malasa?a: desapareci¨® el Salt¨®n de la Corredera Alta de San Pablo; tambi¨¦n El Chamizo de San Vicente Ferrer con unas alitas de pollo que generaban adicci¨®n; el Casa do Compa?eiro que sirvi¨® de abrevadero durante a?os antes de entrar en el Nasti¡ Unos merec¨ªan la pena y otros estaban abandonados de la mano de Dios (no tiene sentido idealizar sitios que no merec¨ªan la pena), pero suponen la certificaci¨®n de una manera de entender el bar que est¨¢ en v¨ªas de extinci¨®n.
Esto es lo m¨¢s grave del tema: el bar espa?ol tradicional forma parte de nuestro vida, queramos o no. Aunque seamos abstemios. Empezamos de peque?os yendo con nuestros padres ¡°a tomar el verm¨²¡± y a comer croquetas, nos adaptamos como adolescentes en busca de minis de calimocho o cerveza y raciones de saldo y de mayores volvemos, de cuando en cuando, en busca de confort food y una ca?a y nos encontramos con un microcosmos de chavales hablando de C. Tangana, paisanos debatiendo sobre el derby de f¨²tbol o una se?ora echando euros a la tragaperras. Nos guste o no, es un retrato con el que nos identificamos. M¨¢s que nada porque lleva toda la vida con nosotros.
Y ahora van cayendo como moscas. En Malasa?a o Lavapi¨¦s cuesta cada vez m¨¢s localizar alguno de los cl¨¢sicos. Los negocios nuevos que abren lo hacen con otro esp¨ªritu y tiene algo de l¨®gica: nadie menor de 30 a?os en su sano juicio quiere pasarse toda una vida currando de 9 de la ma?ana a 3 de la madrugada, haciendo hamburguesas en una plancha y aguantando borracheras. Pero, sin embargo, que se nos vayan hacen que perdamos parte de nuestra esencia. Corremos el riesgo de que, en unos a?os, el centro de Madrid apenas puede distinguirse del de otras ciudades europeas como Estocolmo o Berl¨ªn. No se trata de que no abran restaurantes veganos, cafeter¨ªas de origen o locales de comida asi¨¢tica, pero algo deber¨ªa hacerse con estos bares con solera.
El problema es el qu¨¦: Madrid no cuenta con ninguna protecci¨®n especial para comercios hist¨®ricos y, de todos modos, ni el Lozano ni el Prado entrar¨ªan seguramente en esa categor¨ªa. Ni eran bares significativos a nivel gastron¨®mico, ni eran dignos de ser instagrameados. Eran parte de una historia tirando a fea y que no interesa conservar con orgullo. Pero eran parte de la historia de un barrio y de una ciudad.
"Lo m¨¢s triste del asunto es que esto pase en el a?o en el que el Palentino, la quintaesencia de estos negocios, ha sido elevado a la categor¨ªa de icono pop"
Lo m¨¢s triste del asunto es que esto pase en el a?o en el que el Palentino, la quintaesencia de estos negocios, ha sido elevado a la categor¨ªa de icono pop. Primero, por la pel¨ªcula de El bar de ?lex de la Iglesia, para la que fue la principal inspiraci¨®n. Y segundo, por la camiseta con su logo que ha hecho el colectivo Ponte Ah¨ª y que triunfa entre el moderneo neoyorquino. Ni esto va a servir para que el Palentino no acabe cerrando.
La actualizaci¨®n de los alquileres no solo afecta a los bares, tambi¨¦n a otro tipo de negocios como la tienda Cinemaspop, que llevaba una d¨¦cada y media vendiendo todo tipo de merchandising relacionado con el mundo del cine en Malasa?a. Incapaz de asumir la nueva renta, ha terminado cerrando. Pero hay m¨¢s: Happy Day, tienda pionera en introducir los cupcakes en Espa?a, tambi¨¦n lleva cerrada semanas. Abierta en 2011, no ha conseguido remontar la ca¨ªda en el consumo de un producto que subi¨® como la espuma y baj¨® tambi¨¦n a toda velocidad.
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