130,5? ¡®president¡¯ Puigdemont
Lo que hemos dado por establecido carece de otro sentido que el de deformar la historia para alimentar un mito y construir un sentimiento nacional
Incisiva en sus preguntas, la profesora Marlene Wind hubiera podido inquirir a su interlocutor sobre el t¨ªtulo (130th president of the Government of Catalonia) con el que el Departamento de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Copenhague anunciaba a Carles Puigdemont.
Porque, como ocurre tantas veces en el contexto catal¨¢n, lo que hemos dado por establecido, considerado verdad inmutable e incluso elevado a norma de protocolo carece de otro sentido que el de deformar la historia para alimentar un mito y construir un sentimiento nacional.
Trump es el 44? presidente de EE?UU porque (por desgracia, si me permiten la iron¨ªa), hay continuidad pol¨ªtica e institucional entre la magistratura que ocupa y la que inaugur¨® George Washington en 1789. Como Lars L?kke Rasmussen es el 53? primer ministro de Dinamarca porque hay una continuidad en el Estado dan¨¦s que se remonta al mandato de Adam Wilhem Moltke en 1848 pero que no enlaza con los reinos medievales vikingos.
Podr¨ªa tambi¨¦n establecerse continuidad con el primer presidente de un Consejo de Ministros, Francisco Mart¨ªnez de la Rosa (1834-1835), para decir que Mariano Rajoy es el 164? presidente del Gobierno de Espa?a pero no tendr¨ªa sentido mezclar monarqu¨ªas, regencias, rep¨²blicas, exilios, dictadura y democracia.
Como carecer¨ªa de l¨®gica tratar de establecer continuidad entre Rajoy y ?lvaro de Luna, que inaugur¨® el cargo de valido real bajo el reinado de Juan II de Castilla (1406-1454), ni con los secretarios reales designados por monarcas como Enrique III de Castilla (1379-1406). Ninguno de ellos fue presidente de un Gobierno.
Berenguer de Cru?lles (1359-1362), el supuesto primer president de esa id¨ªlica Generalitat medieval que nos dibujan los nacionalistas, no presidi¨® ning¨²n Gobierno. Fue un obispo (como casi todos sus sucesores en la llamada Generalitat) al servicio de la Corona, por dem¨¢s defensor de la Inquisici¨®n y de la excomuni¨®n de los discrepantes. Eso s¨ª, a este paso, a lo mejor hay una continuidad entre el absolutismo inquisitorial y teocr¨¢tico de aquel obispo y el nacional-populismo excluyente que aspira a instaurar el que parece que se va a convertir en el 130,5? president de la Generalitat. La historia es a veces circular, o avanza hacia atr¨¢s. @jitorreblanca
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