Voltaire y Rousseau discuten en el siglo XXI
Los ¡®philosophes¡¯ encarnan la discusi¨®n actual sobre si es mejor hacer reformas o liquidarlo todo para empezar de cero
?Tienen todav¨ªa los ilustrados algo que contar en los tiempos que corren? ?O son ya nada m¨¢s que unos cad¨¢veres empelucados que siguen pontificando sobre las bondades de la raz¨®n? Hace no mucho se ha publicado una breve antolog¨ªa de la Enciclopedia que re¨²ne ¡°las entradas m¨¢s significativas del magno proyecto que dirigieron Diderot y D¡¯Alembert y que fue uno de los hitos de la Ilustraci¨®n¡± (el entrecomillado forma parte del t¨ªtulo). La selecci¨®n la ha realizado Gonzalo Torn¨¦, que ha preparado un exquisito men¨² que har¨¢ las delicias de cuantos disfruten del brillo de la inteligencia. ¡°La Enciclopedia fue un s¨ªmbolo¡±, escribe Fernando Savater en el pr¨®logo, ¡°el estandarte de una forma de pensar distinta a la tradicional, la leva de la veda para desacreditar los dogmas m¨¢s acrisolados, el final del respeto¡±. He ah¨ª la cuesti¨®n: ?hace falta volver a la Ilustraci¨®n cuando llevamos siglos falt¨¢ndoles el respeto a los dogmas de la tradici¨®n?
Otra cita actual con los enciclopedistas tiene lugar en el teatro. Voltaire/Rousseau. La disputa, de Jean-Fran?ois Pr¨¦vand, pone en escena algunos profundos desacuerdos que existieron entre dos de las grandes figuras que participaron en aquella ¡°magna obra¡±. Josep Maria Flotats (V.) y Pere Ponce (R.) est¨¢n magn¨ªficos, y saben llenar de matices un conflicto que sigue vivo. El hilo conductor no es lo m¨¢s relevante: Rousseau acude al castillo de Ferney, donde vive Voltaire, para intentar averiguar qui¨¦n es el autor de un libelo an¨®nimo que circula por Ginebra y que lo desacredita gravemente.
No ha pasado un minuto, y ya est¨¢n enzarzados en la disputa (nunca directa, siempre a dentelladas). Esa disputa que estalla con especial virulencia tras un periodo de crisis y en la que, hoy mismo, seguimos metidos hasta las trancas. Cuando las cosas no van bien es cuando m¨¢s claramente se definen esas dos maneras antag¨®nicas de lidiar con los asuntos que nos rodean. Voltaire entiende que habr¨¢ que arremangarse para combatir los errores, pero reconoce los logros culturales y cient¨ªficos que la humanidad ha ido conquistando. Rousseau piensa, en cambio, que esa humanidad es buena por naturaleza y que es la sociedad la que la ha corrompido: no hay problemas que arreglar, hay que cambiarlo todo. ?No les suena? Aqu¨ª en Espa?a, por ejemplo, hay quienes reconocen que la Constituci¨®n de 1978 igual necesita algunos retoques; otros la tienen, al contrario, como la armadura que sostiene ese r¨¦gimen putrefacto heredado de la Transici¨®n.
Tanto Voltaire como Rousseau est¨¢n llenos de contradicciones, no son de una pieza y, adem¨¢s, los dos son brillantes. El conflicto entre ambos es antiguo. Ya Nietzsche le hablaba a su amigo Heinrich K?selitz, en una carta de 1887, a prop¨®sito de los enemigos de aquel canalla, Voltaire: todos esos rom¨¢nticos que beb¨ªan de Rousseau (y del resentimiento). Y le dec¨ªa, citando unos versos del propio Voltaire, que compart¨ªa por completo: ¡°Un monstruo alegre es preferible?/ a un sentimental aburrido¡±. Pues eso.
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