Regreso al 6 de septiembre

En los diccionarios cabr¨ªa incluir "marear la perdiz" como forma de hacer pol¨ªtica habitual en el independentismo catal¨¢n. En especial, de su expresidente, pero no solo suya. El espect¨¢culo a que venimos asistiendo desde el 6 de septiembre no es sino la culminaci¨®n de la t¨¢ctica utilizada desde muy pronto por Artur Mas, de enga?ar sistem¨¢ticamente al Estado para lograr el avance del proc¨¨s. Con ella viene colaborando el Gobierno al empe?arse en hacer declaraciones grandilocuentes que luego se encuentran desmentidas por los hechos. La derrota en la batalla de las urnas, de cara al 1-O, fue ya un ejemplo de lo que no debiera repetirse. Ahora el ministro del Interior insiste en una arriesgada apuesta, garantizando que Puigdemont no pasar¨¢ ni en el maletero de un coche. Y si pasa, ?qu¨¦?

Porque ese no es el problema y tampoco resulta dif¨ªcil dejar las cosas claras: en su situaci¨®n penal, tras proclamar, envuelta en velos, la Rep¨²blica catalana, Puigdemont no puede presidir la Generalitat; coresponde al Gobierno de Espa?a hacer efectiva esa prohibici¨®n. Y basta. De otra manera todos, Gobierno y medios de comunicaci¨®n, nos dejamos enredar en la casu¨ªstica de las posibilidades de disfrazar de democracia lo que no lo es, de ver cu¨¢l es el fraude de ley m¨¢s eficaz y cu¨¢l el ant¨ªdoto constitucional para anularlo. Por fortuna, Puigdemont ha sido claro en fijar su objetivo y, tras la cortina de humo de su primer discurso, Roger Torrent en la firme voluntad de utilizar todos los recursos a su disposici¨®n para que lo consiga. Es suficiente con leer su protesta, ante la "escandalosa" prohibici¨®n de uso de la delegaci¨®n catalana en Bruselas, para comprobar que solo difiere de su predecesora en un mayor cinismo. Con remachar la imagen de ogro que desde el frente independentista se asigna al Estado espa?ol, tiene suficiente.

Los medios pueden variar, pero es casi seguro es que tendremos un remake del 6-7 de septiembre, gracias al control de una Mesa que cambiar¨¢ lo que haga falta, contra todo dictamen jur¨ªdico, en el momento oportuno para que el Constitucional no llegue a tiempo de anular su decisi¨®n. Si Puigdemont alcanza a estar presente, como las urnas el 1-O, entra en juego la negativa a autorizar la entrada de la polic¨ªa en el Parlament. El Gobierno queda de nuevo como ogro rid¨ªculo. En otro caso, la presencia f¨ªsica ser¨¢ objeto de la sustituci¨®n pertinente, y a Gobierno y Constitucional solo les cabr¨¢ intervenir a posteriori, en verdugos de la democracia catalana. Como el 6-7 de septiembre, peor que entonces. Un retroceso ser¨ªa incurrir en el rid¨ªculo y Torrent no est¨¢ dispuesto a asumirlo.