Periodismo imprescindible
Necesitamos un periodismo competente, que no se limite a decidir qu¨¦ es de inter¨¦s p¨²blico con el ¡°me gusta¡± o el ¡°no me gusta¡±. Las plataformas no se crearon para servir a los valores democr¨¢ticos, sino para ofrecer experiencias ¡°atractivas¡±
En el ¨²ltimo tercio del siglo pasado, hasta la irrupci¨®n de la revoluci¨®n digital en los a?os noventa, se extendi¨® la convicci¨®n de que un periodismo ¨¦tico era indispensable para construir sociedades democr¨¢ticas y pluralistas, sociedades abiertas. En principio, el periodismo, como cualquier actividad profesional, deb¨ªa tratar de alcanzar unas metas que le legitimaban socialmente y para lograrlo deb¨ªa recurrir a los instrumentos adecuados. La gran pregunta era entonces, como en el caso de las dem¨¢s profesiones, cu¨¢les eran las metas que daban a la actividad period¨ªstica sentido y legitimidad social.
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La respuesta no era dif¨ªcil de encontrar. Consist¨ªa, ante todo, en ayudar a aumentar la libertad de las personas, ofreciendo informaciones contrastadas, opiniones razonables e interpretaciones plausibles. Distinguiendo, claro est¨¢, entre informaci¨®n y opini¨®n, y comunicando hechos relevantes para el p¨²blico, por mucho que desagradaran a la l¨ªnea editorial. Pero se trataba tambi¨¦n de hacer posible la libre expresi¨®n de los profesionales y de la ciudadan¨ªa, que es un requisito indispensable de las sociedades abiertas. Entretener, a poder ser de una forma digna, era otra de las metas, y cultivar una opini¨®n p¨²blica razonante, de modo que se construyera p¨²blico, y no simplemente masa.
El conjunto de estos objetivos se encuadraba en esa f¨®rmula clave cuando se trata de una actividad profesional: responsabilidad para poder infundir confianza. Sin esa confianza en la informaci¨®n recibida la ciudadan¨ªa se encuentra desasistida, porque conoce la realidad en muy buena medida a trav¨¦s de los medios de informaci¨®n, hasta el punto de que podr¨ªa hablarse de una ¡°construcci¨®n medi¨¢tica de la realidad¡±. Esto exige que el periodista y la empresa informativa se hagan responsables de sus expresiones y opiniones, sean escritas u orales, de modo que se conozca al autor y tambi¨¦n el medio en que se publican.
La clave no es el medio, sino la necesidad de contar con profesionales bien preparados
Sin duda la ¨¦tica medi¨¢tica deb¨ªa lidiar con dos grandes problemas: que informaci¨®n es poder, en principio, poder de influir en la formaci¨®n de las mentes, y, en consecuencia, un poder muy codiciado por el mundo pol¨ªtico y el econ¨®mico, y tambi¨¦n que informaci¨®n es mercanc¨ªa, que la empresa informativa debe intentar generar beneficio, y hay modos muy diversos de hacerlo. Es posible asumir la Responsabilidad Social, atendiendo a los intereses leg¨ªtimos de los afectados por la empresa, o, por el contrario, intentar generar el mayor beneficio para el accionista, caiga quien caiga. Es posible, por ejemplo, intentar reducir la precarizaci¨®n del empleo o fomentarla. Aqu¨ª, como en tantas ocasiones, la ¨¦tica profesional se entrevera con la ¨¦tica de la organizaci¨®n y las dos han de ser atendidas.
Ahora bien, si estos aspectos estaban un tanto claros en el ¨²ltimo tercio del siglo XX, y en ellos abundaban los principios y c¨®digos de ¨¦tica, en el siglo XXI se ha producido la revoluci¨®n digital, que parece conmover los cimientos del periodismo.
En principio, el acceso a la Red hace que cualquier persona pueda producir informaci¨®n y opini¨®n a trav¨¦s de blogs, tuits, y tambi¨¦n consumir la informaci¨®n de forma r¨¢pida, seleccionando adem¨¢s a qu¨¦ tipo de informador y prescriptor quiere seguir. Surge el llamado ¡°periodismo ciudadano¡±, referido a la participaci¨®n de los ciudadanos en la difusi¨®n de la informaci¨®n, usando las plataformas que ofrecen las tecnolog¨ªas, y todo parece anunciar el fin de las jerarqu¨ªas de informaci¨®n y opini¨®n, para recalar en una democratizaci¨®n, que pone en manos de los movimientos sociales enormes posibilidades de coordinaci¨®n y encuentro.
La pregunta se impone de forma inevitable: ?ha llegado el fin del periodismo profesional? La afici¨®n por los juegos de suma negativa es una constante en el mundo humano, propenso a pensar en t¨¦rminos de ¡°esto o aquello¡±, cuando lo inteligente suele ser recurrir a juegos de suma positiva (¡°esto y aquello¡±), para contar con mayor riqueza en cada ¨¢mbito. En este caso, es necesario fortalecer el periodismo profesional para tener mayor riqueza informativa y de opini¨®n, se exprese a trav¨¦s de medios digitales o en papel, porque la clave no es el medio, sino la necesidad de contar con profesionales bien preparados, que se hagan responsables de sus noticias y opiniones. Y ahora m¨¢s que nunca, como apunta Juan Cruz en Un golpe de vida.
Hoy, cualquier persona que accede a la Red puede producir informaci¨®n y opini¨®n en blogs y tuits
Por recordar un ejemplo, en la campa?a electoral de 2016 en Estados Unidos, el jefe de la campa?a era el chairman de una website medi¨¢tica (Breitbart). En el proceso se multiplicaron las noticias falsas sobre Hilary Clinton, se impuso el recurso a la ¡°posverdad¡±, que es sencillamente el recurso a las mentiras para destruir a la adversaria, y menudearon las provocaciones incendiarias y los discursos del odio. Las redes, que pueden prestar un servicio extraordinario a la informaci¨®n y la comunicaci¨®n, tambi¨¦n pueden viralizar falsedades que se convierten en trending topic, y sucede que reforzarlas resulta lucrativo. Tomando la pregunta del profesor de Stanford Nathaniel Persily: ¡°?Puede la democracia sobrevivir a Internet?¡±. La pregunta no es ociosa, porque la demagogia se mercantiliza: las plataformas no se han creado para servir a los valores democr¨¢ticos, ni pretenden promocionar un electorado bien informado, sino proporcionar experiencias ¡°atractivas¡± y ¡°significativas¡±.
Por supuesto, la campa?a de Estados Unidos es s¨®lo un ejemplo, aunque muy relevante, del falseamiento interesado de la realidad que se puede producir a trav¨¦s de las redes, haciendo imposible la construcci¨®n de sociedades abiertas, porque la ciudadan¨ªa no puede percibir la diferencia entre la noticia falsa y la verdadera, ha de tomar decisiones sobre la base de una realidad distorsionada e inexistente. Pensar en otros ejemplos actuales no es dif¨ªcil, por desgracia. No es extra?o que Macron proponga una legislaci¨®n para luchar contra las noticias falsas en periodo electoral, pero ser¨ªa bueno extenderla m¨¢s all¨¢ de ese tiempo.
Sin duda, es necesario regular las redes, pero las medidas jur¨ªdicas, con ser necesarias, no bastan. Y no s¨®lo por su lentitud, sino tambi¨¦n porque para ser efectivas han de contar siempre con el car¨¢cter de las personas y las sociedades, que genera las costumbres. Es imprescindible un periodismo profesional, competente, al que se puedan pedir responsabilidades, tanto al profesional como al medio informativo. Un periodismo que no se limite a decidir qu¨¦ es de inter¨¦s p¨²blico a trav¨¦s del ¡°me gusta¡±, ¡°no me gusta¡±, sino preocupado por potenciar una sociedad bien informada y abierta.
Adela Cortina es catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Valencia, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Pol¨ªticas y directora de la Fundaci¨®n ?TNOR.
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