C¨¢ncer y riesgo de exclusi¨®n social
Alrededor de 25.000 personas en Espa?a entran en una situaci¨®n de clara vulnerabilidad
Hoy es el D¨ªa Mundial contra el C¨¢ncer y, pese a todos los avances en investigaci¨®n, seguimos teniendo miedo a la enfermedad. Miedo a decirlo para no parecer fr¨¢giles y vulnerables, miedo a ayudar por no saber c¨®mo hacerlo; miedo que hace que el paciente y su familia se sientan aislados y se diluya la red de apoyo social e individual. Y este miedo se siente en todos los estamentos p¨²blicos y privados.
Aunque la supervivencia es cada vez mayor gracias a los avances de la ciencia, en Espa?a se diagnostican anualmente 228.482 casos nuevos, 100.000 personas fallecen a causa de la enfermedad y 600.000 viven con c¨¢ncer. As¨ª dicho, pudiera parecer que el c¨¢ncer solo se mide por datos epidemiol¨®gicos y aspectos puramente m¨¦dicos. Pero la realidad es muy diferente.
El pasado d¨ªa 1, en el VII Foro Contra el C¨¢ncer, hicimos visibles otros datos que, en muchas ocasiones, suponen un problema a?adido para las personas con c¨¢ncer y sus familias. Son los asociados al impacto econ¨®mico de esta enfermedad y que est¨¢ directamente relacionado con la capacidad de una familia para salir adelante. Los datos del estudio realizado por el Observatorio del C¨¢ncer de la Asociaci¨®n Espa?ola Contra el C¨¢ncer (AECC), muestran c¨®mo impacta econ¨®micamente el diagn¨®stico del c¨¢ncer en una familia en Espa?a. Un impacto econ¨®mico que genera miedo en la persona enferma.
Las bajas laborales en c¨¢ncer son de larga duraci¨®n. Para que nos hagamos una idea, el c¨¢ncer de mama fue la segunda causa de baja temporal de m¨¢s de 12 meses, solo superada por las patolog¨ªas lumbares. Una persona con c¨¢ncer, durante una media de un a?o, tiene mermada su capacidad econ¨®mica y, en algunos colectivos vulnerables, esa merma puede suponer que tengan que decidir entre pagar las facturas o hacer frente a los gastos derivados del c¨¢ncer.
En nuestro pa¨ªs, unas 91.000 personas en edad laboral (10.000 en situaci¨®n de desempleo, 11.000 por cuenta propia y 70.000 por cuenta ajena) son diagnosticadas de c¨¢ncer cada a?o. Pongamos el foco en tres colectivos: aut¨®nomos, personas con rentas bajas y desempleados.
Pedidos al Estado un Plan de Protecci¨®n Integral a las Familias con c¨¢ncer que contemple medidas para evitar situaciones de vulnerabilidad
Los aut¨®nomos, al cotizar por la base m¨ªnima, reciben una prestaci¨®n neta de 670 euros, cantidad a la que hay que restar su cuota mensual (275 euros de media). Despu¨¦s de hacer frente a sus obligaciones fiscales, un aut¨®nomo con c¨¢ncer tiene que vivir con 395 euros al mes, un importe inferior al m¨ªnimo de subsistencia de los salarios sociales.
Las personas sin empleo son otro de los colectivos vulnerables. Unas 10.000 personas en esta situaci¨®n tienen c¨¢ncer cada a?o, m¨¢s de la mitad de ellas, concretamente 5.232, no cuentan con ninguna prestaci¨®n econ¨®mica. A esto hay que a?adir el gasto en salud habitual de la familia que, con un diagn¨®stico de c¨¢ncer, se incrementa en unos 150 euros mensuales (analg¨¦sicos, cremas especiales, transporte al hospital, etc¨¦tera).
El otro colectivo analizado son las personas trabajadoras por cuenta ajena con bajos recursos, casi 4.000 en Espa?a cada a?o. Con la baja por enfermedad hay una reducci¨®n del salario en un 25% lo que significa que estas familias, que cuentan con un salario menor al salario m¨ªnimo interprofesional, tendr¨¢n que vivir con unos 400 euros al mes.
Estamos hablando de que cada a?o, unas 25.000 personas en Espa?a entran en una situaci¨®n de clara vulnerabilidad a causa del diagn¨®stico de un c¨¢ncer. Es el 27,7% del total de diagnosticados cada a?o en la poblaci¨®n activa en Espa?a, esto es, personas mayores de 15 a?os y menores de 65.
Revertir esta situaci¨®n es responsabilidad de todos. Podemos y debemos superar el miedo y hacer algo para que las familias con c¨¢ncer se sientan protegidas mientras dure la enfermedad. Por eso, desde la AECC hemos solicitado a todos los agentes sociales (Estado, empresa, organizaciones sociales) un mayor esfuerzo que se pueda traducir en planes espec¨ªficos para cada sector.
Al Estado le hemos pedido un Plan de Protecci¨®n Integral a las Familias con c¨¢ncer que contemple medidas concretas para evitar estas situaciones de vulnerabilidad. Sabemos que llevar¨¢ tiempo y que tendr¨¢n que intervenir distintas Administraciones, pero tambi¨¦n creemos que es necesario si queremos que el c¨¢ncer no signifique un factor de vulnerabilidad.
A las empresas les pedimos que tengan m¨¢s flexibilidad hacia las personas cuidadoras y que compensen el 25% de reducci¨®n del salario mientras dure la baja laboral.
Desde las ONG estamos trabajando en red, entre nosotros y con la administraci¨®n p¨²blica, para apoyar a las personas con c¨¢ncer vulnerables, pero se necesita una mayor coordinaci¨®n y sistematizaci¨®n de este trabajo para que podamos dar respuestas m¨¢s eficaces e integrales a estas necesidades sociales.
Y, por ¨²ltimo, el compromiso personal. Estar atentos por si hubiera un caso de c¨¢ncer en nuestro entorno y pararnos a pensar qu¨¦ podemos hacer por esa familia. Llevar o recoger los ni?os del colegio, ayudar a subir la compra del supermercado son peque?os detalles que les har¨¢n la vida m¨¢s f¨¢cil.
Esta enfermedad es mucho m¨¢s que datos cl¨ªnicos. Es una enfermedad que abarca aspectos que pueden influir en el tratamiento de la enfermedad y mermar, considerablemente, la calidad de vida de las personas afectadas. Tenemos un gran sistema de salud, tengamos tambi¨¦n un gran sistema de protecci¨®n social frente al c¨¢ncer. Pensemos en lo que cada uno de nosotros podemos hacer para ayudar a paliar las consecuencias colaterales de esta enfermedad.
?Ignacio Mu?oz Pidal es presidente de la AECC.
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