La materia prima del siglo XXI
Merkel urge a la UE a elegir su modelo de protecci¨®n de datos
Cuando los titulares urgentes pasan, la reuni¨®n anual del Foro Econ¨®mico Mundial (WEF, por sus siglas en ingl¨¦s) deja algunos temas para el debate y la reflexi¨®n que es bueno que no caigan en saco roto. Uno de los m¨¢s importantes de este a?o fue el que plante¨® la canciller Angela Merkel sobre la brecha digital y qu¨¦ modelo elige Europa para manejar los millones de datos que sus ciudadanos generan cada d¨ªa. ¡°Los datos son la materia prima del siglo XXI. La cuesti¨®n de qui¨¦n es due?o de los datos decidir¨¢ si la democracia, el modelo social participativo y la prosperidad econ¨®mica pueden ser compatibles¡±, advert¨ªa en su exposici¨®n ante los l¨ªderes empresariales globales.
El debate que plantea Merkel no es menor. En un momento en el que el poder global se concentra cada vez m¨¢s alrededor de las expectativas en torno a la gesti¨®n del big data y la inteligencia artificial, hay dos modelos opuestos para abordar este reto. En Estados Unidos es el sector privado quien lidera, con inversiones masivas, la innovaci¨®n, el desarrollo tecnol¨®gico y la atracci¨®n de talento. El reciente lanzamiento del Falcon Heavy, el cohete m¨¢s potente del mundo, a manos de la compa?¨ªa privada Space X es un buen ejemplo de ello. Son las multinacionales estadounidenses las que manejan los millones de datos que generan los ciudadanos a trav¨¦s de sus tel¨¦fonos inteligentes, los pagos a trav¨¦s de Internet o el uso de las infraestructuras. Unas empresas que se deben, por encima de todo, a sus accionistas.
El modelo contrario lo representa China, donde es el Estado, y el Partido, quienes marcan fuertemente las directrices a seguir por sus empresas y quienes han comprometido la inversi¨®n y las infraestructuras necesarias para hacer del gigante asi¨¢tico ¡°una superpotencia de la inteligencia artificial¡± en la pr¨®xima d¨¦cada, como ha prometido el presidente Xi Jinping. Bien es cierto que China no puede competir en este momento con EE UU a la hora de atraer talento, pero s¨ª est¨¢ apostando por la formaci¨®n de desarrolladores y por la investigaci¨®n tecnol¨®gica, adem¨¢s de que su numerosa poblaci¨®n puede propiciar muchos m¨¢s datos e informaci¨®n en el futuro que la de EE UU.
Estos dos pa¨ªses dominan b¨¢sicamente el mercado tecnol¨®gico y proporcionan a terceros pa¨ªses, incluida la Uni¨®n Europea, los aparatos, los programas y los antivirus que sus ciudadanos utilizan en su vida diaria. Y la elecci¨®n de cualquiera de ellos no est¨¢ exenta de riesgos, como advert¨ªa a principios de a?o el presidente de la consultora de riesgos Eurasia Group, Ian Bremmer. Los datos facilitados por una empresa de EE UU que produce pulseras de actividad desvel¨® la ubicaci¨®n de bases militares estadounidenses en zonas de conflicto. Algunos de los ciberataques que mayor impacto tuvieron el a?o pasado a nivel global dejaron tras de s¨ª el rastro de los servidores y la tecnolog¨ªa chinas, en un momento de abierto enfrentamiento comercial entre las dos grandes potencias.
Es en ese escenario en el que Europa debe decidir c¨®mo maneja sus bases de datos ¡ª¡°la materia prima del siglo XXI¡±, como dec¨ªa Merkel¡ª y qu¨¦ normas de privacidad, supervisi¨®n y responsabilidad establece para proteger a sus ciudadanos. No cabe duda de que los datos y unas redes de Internet r¨¢pidas y potentes son primordiales para el futuro desarrollo econ¨®mico europeo pero cu¨¢les sean las l¨ªneas que limiten su uso marcar¨¢n el rumbo de ese desarrollo.
¡°Los europeos a¨²n no hemos decidido c¨®mo manejar esos datos. El peligro de quedarnos atr¨¢s mientras debatimos los aspectos filos¨®ficos de la cuesti¨®n es un peligro real pero al mismo tiempo necesitamos asegurarnos de que los datos se comparten de manera apropiada¡±, insist¨ªa la canciller en Davos.
Quienes defienden una regulaci¨®n limitada, bajo la premisa de que Europa no podr¨¢ desarrollar una econom¨ªa basada en la inteligencia artificial si no se relajan los controles a la privacidad, apuestan por permitir que las empresas europeas analicen y saquen partido de los datos que generan sus ciudadanos y que ya est¨¢n facilitando en parte a sus rivales extranjeros. Enfrente se sit¨²an quienes defienden convertir las normas de privacidad en una marca de calidad propia de Europa y promover los productos europeos como alternativa a los de EE UU, China u otros competidores comerciales al ofrecer m¨¢ximas garant¨ªas de privacidad.
El debate, en todo caso, ya va con retraso en Europa y no se puede dilatar m¨¢s. ?Qui¨¦n ganar¨¢ esta carrera? ?las empresas o los gobiernos?
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