De v¨ªctimas y h¨¦roes
La ventaja de #metoo es que la victimizaci¨®n del famoso parece otorgar dignidad al an¨®nimo agraviado
La p¨¦rdida gradual de sensibilidad es una de las manifestaciones del mal. No necesitamos ser monstruos para perpetrar acciones aberrantes. La crueldad del lenguaje lanzado a las redes con el jubiloso aroma del odio cotidiano es un ejemplo m¨¢s: disparamos s¨¢dicamente contra un an¨®nimo global porque nuestra capacidad para la empat¨ªa y el respeto est¨¢ vinculada al rostro. Y nos conmueven cada vez menos las noticias semanales sobre un nuevo naufragio en el Mediterr¨¢neo. La rutinizaci¨®n del dolor nos inmuniza frente al sufrimiento: nuestra humanidad muta en una suerte de excitaci¨®n que solo asoma ante la novedad de los acontecimientos, algo bastante alejado, por cierto, de una sensibilidad genuina.
Lo vivimos esta semana con dos aut¨¦nticas org¨ªas emocionales: el falaz compromiso de los Goya con ¡°la causa de la mujer¡± y el obtuso terremoto televisivo de Operaci¨®n Triunfo. Ejemplos de puro y moderno entretenimiento audiovisual, captaron la atenci¨®n de los espectadores incorporando din¨¢micas sociales o pol¨ªticas a su connatural est¨ªmulo sensacionalista. Por lo visto, solo la doble condici¨®n de v¨ªctima y celebrity consigue liberarnos del rutinario hast¨ªo en un mundo en el que cada vez es m¨¢s dif¨ªcil lograr el inter¨¦s de la sociedad.
La ventaja de #metoo es que la victimizaci¨®n del famoso parece otorgar dignidad al an¨®nimo agraviado, que encuentra as¨ª una respuesta emp¨¢tica a su causa. Y esa estimulaci¨®n se aprovecha comercialmente subi¨¦ndonos a todos los carros, incluido el feminista, para ganar impacto publicitario. Con el adolescente transformado en estrella ocurre lo mismo: sentimos afinidad porque nos brinda la ilusi¨®n de que el ¨¦xito est¨¢ a nuestro alcance.
Pero el refugiado no tiene rostro. S¨®lo al pon¨¦rselo, como hicimos con el peque?o Ailan, lo victimizamos e incorporamos al c¨®digo efectista que capta nuestra atenci¨®n. Porque, como bien dice Butler, es lo que est¨¢ privado de rostro, o aquello cuyo rostro identificamos con el mal, lo que nos autoriza a volvernos insensibles. El debate p¨²blico pierde su funci¨®n social y deviene en mera econom¨ªa de la atenci¨®n, otra pieza de esa maquinaria del entretenimiento capaz de engullir la m¨¢s noble de las causas en una nueva forma de estimulaci¨®n banal. @MariamMartinezB
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.