El ¡®playboy¡¯ Kramer y su palacio de los excesos
El que fuera alma de la fiesta en Miami Beach, Thomas Kramer se arruin¨® y perdi¨® su mansi¨®n en Isla Estrella. Ahora su patrimonio est¨¢ en venta
Las mansiones 4 y 5 de Isla Estrella de Miami Beach lucen hoy como la depresiva resaca de una org¨ªa del exceso y el mal gusto. Su antiguo due?o, el millonario playboy alem¨¢n Thomas Kramer, las perdi¨®. Las casas est¨¢n en venta y la extra?a mir¨ªada de objetos que dej¨® se subastar¨¢ en un lote ¨²nico al mejor postor este 14 de febrero. EL PA?S pase¨® por este mundo exc¨¦ntrico en fase de liquidaci¨®n con el se?or Noel, un venezolano que fue jefe del personal de mantenimiento. "Aqu¨ª se celebraron muchas fiestas", dice parco. "Quiz¨¢s demasiadas". En un patio del palacete se detiene y se?ala la enorme figura de un velociraptor que emerge entre la vegetaci¨®n. "En los buenos tiempos, se prend¨ªa una m¨¢quina que lo rodeaba de humo".
En los a?os noventa y primeros dos mil, Kramer (Fr¨¢ncfort, 1957) fue el alma de la fiesta en Miami Beach. Corpulento, con su excelente mata de pelo rubio y una permanente sonrisa de Joker pasado de rosca, exprimi¨® hasta la ¨²ltima gota el sue?o de la frivolidad. Dan fe su cava de vinos todav¨ªa repleta de botellas, sus muebles de rancia inspiraci¨®n europea, el rinoceronte de bronce que sigue en el jard¨ªn, bajo una palmera, con expresi¨®n de no haber comprendido nunca c¨®mo lleg¨® all¨ª, o ese horter¨ªsima comedor principal, con su techo decorado con el fresco de un cielo por el que pululan angelotes y dioses griegos y, sobre la mesa, dos barras doradas de pole dance para el show de bailarinas con que gratificaba a sus h¨²espedes tras la cena.
La abogada Latasha Hines, encargada de organizar la subasta, se mantiene en discreto silencio durante la visita pero no se ahorra un comentario concreto: "Si todo esto que vemos es una locura o no tal vez pueda considerarse una cuesti¨®n subjetiva. Lo que no es subjetivo es que el dinero que se gast¨® no era su dinero". La letrada del bufete Koyak Tropin Throckmorton representa a los herederos del fallecido industrial alem¨¢n Siegfried Otto. Kramer, casado con una hija de Otto, logr¨® que su suegro le prestase una fortuna para proyectos inmobiliarios en Miami.
El incontenible bon vivant germano ¨C"tauro por partida doble", se preciaba de decir¨C se ventil¨® los millones con alegr¨ªa y los Otto acabaron llev¨¢ndolo a los tribunales reclamando su capital. Aunque Kramer sosten¨ªa que el viejo Siegfried le hab¨ªa regalado el dinero, un juzgado suizo ha sentenciado que debe a la familia m¨¢s de 100 millones de d¨®lares.
La venta de las dos mansiones, que forman un conjunto de estilos "marroqu¨ªes, italianos y asi¨¢ticos" ¨Cseg¨²n un librillo sobre la propiedad que edit¨® Kramer¨C, ser¨¢ lo que m¨¢s aporte a la liquidaci¨®n de la deuda. No tienen precio de partida, pero la docena de propiedades construidas en la m¨ªnima y exclusiva Isla Estrella van de los 10 a los 60 millones de d¨®lares. En ellas han vivido famosos como Don Johnson, Gloria Estefan o Shaquille O'Neal, y tiburones de los negocios como el ruso Vladislav Doronin, exnovio de Naomi Campbell.
Menos dinero rendir¨¢ la subasta de los objetos de Kramer. La firma de abogados no tiene una estimaci¨®n de su valor, pero es un popurr¨ª de cosas en el que a primera vista resulta dif¨ªcil discernir qu¨¦ puede ser valioso y qu¨¦, simplemente, cachivacher¨ªa freak de un millonario perdido en una vor¨¢gine de compras absurdas.
Valgan como ejemplo estos dis¨ªmiles elementos amontonados en uno de los garajes: dos figuras a tama?o natural de Alien y Predator ¨Ctan desconcertados de su lugar en el mundo como el rinoceronte de bronce¨C, la figura de un antiguo botones de hotel con dos obuses de guerra herrumbrosos a sus pies, un cabecero de cama de madera con grabados de dragones chinescos, dos cabezas de ant¨ªlope disecadas, un globo de luces de discoteca cubierto de una melanc¨®lica p¨¢tina de polvo y, en medio de todo esto, un ata¨²d con interior de terciopelo rojo adornado con g¨¢rgolas. El bigotudo se?or Noel, que contempla el panorama con el escepticismo de qui¨¦n ha visto extravagancias hasta el hast¨ªo, explica que Kramer contaba que adquiri¨® el f¨¦retro una vez que se hallaba triste.
Lo que queda del delirante mundo de Kramer es un interesante reflejo del t¨®pico finisecular del broker multimillonario. Thomas Kramer recuerda al Jordan Belfort interpretado por Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street de Martin Scorsesse. Ganancias explosivas y vidas acelerando hacia un abismo de euforia. Kramer lleg¨® a Nueva York en los ochenta y fue uno m¨¢s de los j¨®venes insultantemente ricos y exitosos de la bolsa. En su oficina de la planta 102 de las Torres Gemelas recib¨ªa a los periodistas alemanes que llegaban a contar la historia del que fue llamado entonces en su pa¨ªs Chico maravilla y ante las c¨¢maras representaba con descaro el rol del inversor rodeado de tel¨¦fonos, gr¨¢ficas picudas y en continua combusti¨®n.
En los noventa dio al salto a la especulaci¨®n inmobiliaria y aterriz¨® en Miami. South Beach era un barrio degradado con fumadores de crack por doquier y edificios tapiados, producto de los perniciosos efectos del boom de la industria de la coca¨ªna en los ochenta. Sobrevolando en helic¨®ptero la zona, ha contado Kramer, generoso hagi¨®grafo de s¨ª mismo, tuvo la "visi¨®n" de reinventar Miami Beach. Y si bien el desarrollo de la zona, ahora una meca playera del consumo con un car¨ªsimo mercado de bienes ra¨ªces, fue obra de muchos, el aporte del alem¨¢n a¨²n es reconocido.
Kramer presume de haber superado el concepto de apartamento de lujo de su "amigo y competidor" inmobiliario Donald Trump al apostar por espacios m¨¢s holgados que los de la Torre Trump.
A Kramer le apasionan los personajes poderosos, sobre todo los que ya son historia. Uno de los detalles m¨¢s desopilantes de su perdido palacio miamense es un conjunto de medallones que adornan el techo de una c¨²pula con los rostros de figuras bien disparejas como Fidel Castro, Jesucristo, Stalin, Einstein o Sat¨¢n. Ac¨¦rrimo anticomunista, su delirio ic¨®nico no le impid¨® tampoco tener colgada ¨Cah¨ª sigue, arrugada¨C en los cuartos dedicados a oficina una gran bandera roja con la cara de Ernesto Che Guevara en el centro.
En los ¨²ltimos a?os, desde que se fue de Miami, el carnavalesco especulador alem¨¢n ha afirmado en diversas entrevistas que se arruin¨® y que su fortuna personal, que alg¨²n d¨ªa anduvo sobre los 100 millones de d¨®lares ¨Csuya o afanada a su don Siegfried¨C, se redujo a polvo. Pero actualmente vive en Europa y pasa temporadas en Dubai, a donde lleg¨® quebrado dispuesto a poner su experiencia de "emprendedor visionario" ¨Cas¨ª se define en su web¨C al servicio de los petrod¨®lares.
Su Instagram lo muestra todav¨ªa en una enjundiosa vida social que lo lleva lo mismo a abrazarse a un jeque ante la maqueta de un campo de golf que a posar dichoso en la estaci¨®n alpina de St. Moritz durante la Copa del Mundo de Polo sobre Nieve. En su p¨¢gina, un art¨ªculo de prensa explica que Kramer se ha asociado con un magnate pakistan¨ª para desarrollar una "megaisla" junto a la ciudad de Karachi que suponga una inyecci¨®n a la econom¨ªa regional y que, seg¨²n dijo el peregrino playboy, "probablemente pueda ayudar a erradicar el terrorismo en Pakist¨¢n". Desterrado de su para¨ªso, el Joker de Miami sigue sonriendo.
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