El nuevo patriotismo constitucional
La actual situaci¨®n de Espa?a exige plantear una nueva "ciudadan¨ªa" con principios y soluciones innovadoras y nuevas f¨®rmulas para actualizar sus instituciones
En el conflicto catal¨¢n que vivimos se ha producido un debate por el apoyo que al nacionalismo conservador ha dado una parte de la sedicente izquierda, asumiendo, incluso, su dial¨¦ctica descalificadora del Estado constitucional y de Derecho que existe en Espa?a. Lo han destacado dos responsables hist¨®ricos del PCE, Paco Frutos y Justiniano Mart¨ªnez Medina. Para ambos, la izquierda es contraria al nacionalismo burgu¨¦s, que lo utiliza contra la clase obrera y su lucha internacional y solidaria por la justicia e igualdad. Como afirm¨® el primero refiri¨¦ndose a la "izquierda c¨®mplice que le baila el agua a los nacionalistas", sirviendo a los proyectos nacionales de la derecha: "Plantear ahora, en un momento en que es necesario m¨¢s que nunca unir a las gentes, a los pueblos, que hay que continuar fragmentando a trabajadores y clases populares, es un suicidio pol¨ªtico colectivo".
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La connivencia ha sido consecuencia de la convivencia en la oposici¨®n al franquismo, sin revisarla cuando se promulg¨® la Constituci¨®n y Espa?a se convirti¨® en un pa¨ªs democr¨¢tico, ni recordar las profundas discrepancias ideol¨®gicas que les separan. Por el contrario, la derecha (PP) e izquierda (PSOE) nacionales ha llegado a asumir la terminolog¨ªa y planteamientos nacionalistas para poder lograr la investidura y el apoyo a sus iniciativas en las Cortes Generales. El balance ha sido que estas actitudes han favorecido la confusi¨®n y potenciado al nacionalismo, mientras la izquierda perd¨ªa discurso y votos.
Todo ello agravado por la d¨¦bil construcci¨®n nacional de la Espa?a liberal que, como expres¨® Linz, permiti¨® muy distintas concepciones: "Espa?a es, para la mayor¨ªa de los espa?oles, a la vez Estado y naci¨®n, para algunos, un Estado pero no una naci¨®n, y para unos pocos, un Estado que oprime a una naci¨®n que quiere llegar a ser un Estado". Esta ¨²ltima es la nacionalista. La utilizaci¨®n por el nacionalismo franquista de los s¨ªmbolos y representaciones nacionales sirvi¨® para que se produjese su identificaci¨®n con aquel y se abandonara su uso y valor integrador, que se est¨¢n recuperando en estos momentos.
Hist¨®ricamente la acci¨®n del nacionalismo europeo se manifest¨® hacia fuera legitimando el imperialismo, hacia adentro sometiendo a las minor¨ªas. Existe un antagonismo radical entre ambas ideolog¨ªas y comportamientos de la izquierda y el nacionalismo, porque este "comporta un gran poder pol¨ªtico frente a su pobreza y aun incoherencia filos¨®fica" (Anderson). Es la reacci¨®n de lo particular ante lo universal, del inter¨¦s de la minor¨ªa dominante frente a la mayor¨ªa sometida. Aquella lo ha utilizado como medio para la conquista del poder en su beneficio, como se ha evidenciado en la Catalu?a actual.
Existe un antagonismo radical entre las ideolog¨ªas y los comportamientos de la izquierda y el nacionalismo
Cuando las clases populares asumen el nacionalismo por lo que tiene de sentimiento de pertenencia, se produce una gran diferencia en su tipolog¨ªa de clase: el nacionalismo burgu¨¦s, de clases altas y medias, con poder econ¨®mico y social, y el de la clase media baja y popular, de car¨¢cter populista e ideas sociales de izquierda, incluso revolucionarias y violentas, instrumentalizada por aquel.
El marxismo dio preeminencia a la clase sobre la nacionalidad y a la lucha de clases sobre el nacionalismo, aunque Nairn consider¨® que "el mayor fracaso hist¨®rico del marxismo" hab¨ªa sido no superarlo, que ha sido manifiesto en Catalu?a. Rosa Luxemburgo denunci¨® la utilizaci¨®n del nacionalismo por la burgues¨ªa proporcion¨¢ndole "la mejor bandera para sus aspiraciones contrarrevolucionarias con su fraseolog¨ªa nacionalista rimbombante acerca del derecho de autodeterminaci¨®n, incluida la separaci¨®n estatal. En lugar de prevenir a los proletarios para que viesen en todo separatismo un puro ardid burgu¨¦s, los bolcheviques han desorientado a las masas".
La clase obrera debiera dar preferencia a su lucha respecto a la nacional burguesa, porque lo nacional en el proletariado solo puede ser "una manifestaci¨®n transitoria" y, "como toda ideolog¨ªa burguesa, [la nacionalista] constituye una traba a la lucha de clases, cuyo poder perjudicial debe ser eliminado en lo posible, y su superaci¨®n tambi¨¦n est¨¢ en la l¨ªnea evolutiva de los hechos". Por ello, "el funesto poder del nacionalismo ser¨¢ realmente quebrado [...]por el fortalecimiento de la conciencia de clase" (Pannekoek). No implicaba renunciar a lo nacional como medio para crear cohesi¨®n y apoyo a la lucha social, sino aceptarlo y utilizarlo a tal fin, porque, como afirm¨® Lenin, aunque el proletariado "reconoce la igualdad y los derechos iguales a formar un Estado Nacional, aprecia y coloca por encima de todo la alianza de los proletarios de todas las naciones, y valora toda reivindicaci¨®n nacional, desde el ¨¢ngulo de la lucha de clases de los obreros".
Bajo el barniz nacionalista resulta dif¨ªcil diferenciar entre la actitud progresista y la reaccionaria
La asunci¨®n del nacionalismo por la izquierda y su participaci¨®n en los debates sobre el hecho nacional han limitado su capacidad para sus objetivos transformadores demostrando que, como dijo Anderson, "la naci¨®n result¨® ser un invento para el que era imposible obtener una patente. Pod¨ªa piratearse por manos muy diferentes y a veces inesperadas" su utilizaron para fines socio-econ¨®micos muy distintos.
Por otra parte, a veces resulta dif¨ªcil diferenciar bajo el barniz nacionalista entre la actitud progresista y la reaccionaria. La primera ser¨ªa, seg¨²n su propia valoraci¨®n, la de las opciones izquierdistas de lucha de clases, mientras que la segunda ser¨ªa la de la burgues¨ªa, las clases conservadoras y cuantos no participasen de aquellas. Como explic¨® Nairn, en el nacionalismo "tanto el progreso como la regresi¨®n se inscriben desde un principio en su c¨®digo gen¨¦tico. Esta ambig¨¹edad expresa solamente la raison d'¨ºtre hist¨®rica general del fen¨®meno". Si el progreso logra objetivos como la industrializaci¨®n, la prosperidad, incluso mejoras en las condiciones sociales, la regresi¨®n controla las mentes y conciencias tergiversando la historia y la cultura, mitificando el pasado, invocando el medievalismo presentista, construyendo un "esp¨ªritu del pueblo" y unos mitos legitimadores, con los que se enreda y entretiene a la izquierda.
El conflicto ha planteado en toda su crudeza una situaci¨®n similar a la de la Transici¨®n: la necesidad de articular un espacio com¨²n de convivencia y "conllevancia" (Ortega) entre los diversos pueblos e ideolog¨ªas, creando un nuevo "patriotismo constitucional". Para ello es necesaria unas convicciones y un medio que las instrumentalice. Entre las primeras est¨¢n el respeto radical a los derechos humanos y el principio democr¨¢tico, el rechazo a la imposici¨®n ideol¨®gica y la exclusi¨®n de los diferentes por una actitud inclusiva en los valores e instituciones comunes y el rechazo de la dial¨¦ctica fascista amigo-enemigo. El medio ser¨ªa la Constituci¨®n y, sobre todo, las convicciones democr¨¢ticas de la sociedad. Mi experiencia en una sociedad tan compleja como la navarra es que esta actitud es siempre rechazada por los radicales de cualquier signo y, sobre todo, por quienes han hecho del control econ¨®mico, pol¨ªtico, social y medi¨¢tico de las instituciones el medio para garantizar sus privilegios de grupo y clase.
La actual situaci¨®n de Espa?a exige plantear una nueva "ciudadan¨ªa" con principios y soluciones innovadoras, porque la sociedad espa?ola ha cambiado y exige nuevas f¨®rmulas para actualizar sus instituciones. Ser¨ªa irresponsable encastillarse en las posiciones partidistas tradicionales y en los oportunismos electoralistas, cuando hace falta "visi¨®n de Estado" y poner los medios para reformularlo con f¨®rmulas m¨¢s integradoras. El reto de presente y futuro es construir un patriotismo constitucional que a¨²ne desde el reconocimiento de la diversidad de la Espa?a plural y diversa, de la Naci¨®n de naciones, en la f¨®rmula constitucional que el necesario consenso considere m¨¢s adecuada al momento.
Juan Cruz Alli Aranguren es doctor en Derecho e Historia y expresidente del Gobierno de Navarra.
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