Plegarias
Los seguidores de Buda y de Confucio son capaces de compaginar la armon¨ªa del nirvana con las leyes del capitalismo m¨¢s salvaje
El Kal¨¢shnikov se ha convertido en un instrumento de oraci¨®n. Con cada proyectil escupe tambi¨¦n una plegaria. Rezar y disparar. Nunca como hoy han estado tan unidos el bien y el mal, el progreso y el regreso de la humanidad en una confusa amalgama de religi¨®n, ciencia y fanatismo. Miles de millones de habitantes del planeta profesan la nueva fe en la energ¨ªa nuclear sin dejar de creer en sus antiguos dioses. En el billete de d¨®lar con el que se compran y se venden todas las almas se halla escrita esta s¨²plica: ?en Dios confiamos! En el inconsciente colectivo de Estados Unidos est¨¢n interiorizados, como iconos de la patria, el rifle Winchester y el Colt 45; de hecho las matanzas en los centros escolares constituyen una forma de costumbrismo. Los profesores en los colegios, seg¨²n Donald Trump, deber¨ªan impartir lecciones de ¨¦tica con un rev¨®lver en la mano. Los yihadistas dominan las redes sociales m¨¢s sofisticadas, pero gritan ?Al¨¢ es grande! antes de ametrallar a los enemigos. Los jud¨ªos de Israel imploran protecci¨®n a Yavh¨¦ en el Muro de las Lamentaciones, aunque sin duda f¨ªan m¨¢s su seguridad a la posesi¨®n de la bomba at¨®mica. Los seguidores de Buda y de Confucio son capaces de compaginar la armon¨ªa del nirvana con las leyes del capitalismo m¨¢s salvaje. Los animistas africanos asesinan a sus cong¨¦neres de otras etnias y luego por su smartphonese enteran del resultado de la razia. Los millones de neuronas de nuestro sistema digestivo se encargan de provocarnos n¨¢useas y v¨®mitos cuando un alimento indigesto penetra en el est¨®mago; en cambio, las neuronas del cerebro admiten sin rechazo alguno toda clase de basura. Lo cuecen todo en una confusa unidad, el bien y el mal, la fe, la ciencia y el fanatismo, de modo que hoy matar puede ser lo mismo que rezar. Se aprieta el gatillo y salen convertidas en plomo las plegarias.
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