R¨ªos de hielo fluctuantes
En las cercan¨ªas de la base ant¨¢rtica Juan Carlos I hay dos glaciares que estudian desde hace tiempo nuestros cient¨ªficos. Pierden hielo, aunque con importantes fluctuaciones de unos a?os a otros
La isla Livingston, donde se localiza la Base Ant¨¢rtica Espa?ola (BAE) Juan Carlos I, est¨¢ cubierta en su mayor parte por nieve y hielo. Los glaciares dominan la mayor parte de este territorio insular, al igual que ocurre en el resto de islas que forman el archipi¨¦lago de las Shetland del Sur y en muchos otros enclaves pr¨®ximos de la Pen¨ªnsula Ant¨¢rtica. En esta regi¨®n perif¨¦rica del gran continente blanco se viene detectando en las ¨²ltimas d¨¦cadas (de los a?os 60 del siglo pasado) una p¨¦rdida neta de hielo de estos glaciares, lo que est¨¢ en consonancia con el destacado ascenso que ha experimentado la temperatura en la zona. A pesar de ello, la din¨¢mica de los glaciares es compleja y est¨¢ sometida a fluctuaciones de distinto signo, que los cient¨ªficos tratan de comprender.
En las proximidades de la BAE Juan Carlos I, ocupando la mayor parte de la pen¨ªnsula Hurd, hay dos glaciares ¡ªel Hurd y el Johnsons¡ª que desde la campa?a 1999-2000 est¨¢n siendo monitorizados por un equipo de glaci¨®logos dirigidos por el profesor Francisco Jos¨¦ Navarro ¡ªel IP o Investigador Principal del proyecto, en el argot empleado en las campa?as ant¨¢rticas¡ª, de la ETSI Telecomunicaci¨®n de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid (UPM) y miembros del Grupo de Simulaci¨®n Num¨¦rica en Ciencias e Ingenier¨ªa de la citada universidad. La principal misi¨®n de este grupo de cient¨ªficos consiste en caracterizar de la forma m¨¢s precisa posible la din¨¢mica de este par de glaciares, para conocer cu¨¢les son sus balances de masas (el hielo que ganan o que pierden) y conseguir una modelizaci¨®n matem¨¢tica lo m¨¢s realista posible de ambos. Desde el a?o 2002, las medidas de campo que toman cada a?o de los glaciares se incorporan a una base de datos mundial (la del WGMS, sigla de World Glacier Monitoring Service), lo que permite llevar a cabo estudios a nivel global y regional de estos indicadores naturales del cambio clim¨¢tico.
La mejor forma de entender c¨®mo se comporta un glaciar como el Hurd o el Johnsons es verlos como si fueran r¨ªos en los que en lugar de fluir agua l¨ªquida fluye hielo, una enorme cantidad del mismo. La fuerza de la gravedad los hace desplazarse desde las zonas elevadas del interior de la isla hacia las salidas al mar, ayudados por la enorme presi¨®n que ejercen sobre la propia superficie rocosa, lo que licua el agua bajo ellos y facilita su desplazamiento. En esa din¨¢mica arrastran grandes cantidades de materiales del terreno, convirti¨¦ndose en el mayor agente erosivo de la naturaleza.
Para monitorizar los glaciares se emplean varias t¨¦cnicas. Una de ellas son las medidas de georradar, que llevan a?os realiz¨¢ndose y que tratan de efectuarse sobre un medio terrestre (moto de nieve) o a¨¦reo (dron, helic¨®ptero) que permita cubrir una vasta extensi¨®n de la superficie glaciar. Sobre el terreno, se colocan tambi¨¦n unas estacas de madera en una serie de puntos distribuidos por ambos glaciares, lo que permite conocer tanto las velocidades de desplazamiento de las diferentes zonas como la acumulaci¨®n y ablaci¨®n de nieve y hielo. Cada campa?a se visitan todos los emplazamientos donde hay estacas (varias decenas), se miden sus nuevas coordenadas con GPS, y se sustituyen algunas que, o bien se deterioraron o quedaron cubiertas total o parcialmente de nieve.
El s¨¢bado 24 de febrero acompa?¨¦ al glaci¨®logo Ricardo Rodr¨ªguez al l¨®bulo BAE, junto a tres de los gu¨ªas de monta?a de la base ¡ªArkaitz, Mikel y Curro¡ª. Lo que para ellos fue una actividad rutinaria, para m¨ª fue una experiencia ¨²nica, pues nunca antes hab¨ªa caminado sobre el hielo de un glaciar con crampones. Al llegar a la primera estaca el viento soplaba algo intenso, pero luego se calm¨® y nos vimos envueltos en la niebla, perdi¨¦ndose cualquier referencia a nuestro alrededor. Es lo que se conoce como white-out. Un blanco uniforme nos rodeaba, mir¨¢semos a donde mir¨¢semos. Gracias al GPS y a los tracks que llevan los gu¨ªas grabados en sus dispositivos, no hubo posibilidad de perdernos.
Si bien los glaciares de esta zona de la Ant¨¢rtida han ido perdiendo hielo desde mediados del siglo pasado hasta la actualidad, esa disminuci¨®n no ha sido lineal, habi¨¦ndose dado fases en las que se han mantenido estabilizados, incluso detect¨¢ndose crecimientos en algunos de ellos o en algunas de sus zonas.
Del estudio de los dos glaciares que hay en las proximidades de la BAE Juan Carlos I pueden extraerse varias conclusiones. Una de ellas es que cada glaciar es ¨²nico, sujeto a factores tanto externos (clim¨¢ticos) como internos (orograf¨ªa), lo que da como resultado una din¨¢mica particular y distinta en cada caso, con zonas de avance de hielo a distintas velocidades (de hasta m¨¢s de 20 m/a?o en algunos enclaves como la salida al mar del glaciar Johnsons). Si bien la tendencia a largo plazo apunta a que seguir¨¢ el retroceso y la p¨¦rdida neta de hielo, eso no impide que durante determinados per¨ªodos ¡ªde varios a?os de duraci¨®n¡ª pueda observase un comportamiento contrario, tal y como ha podido constatar el equipo del profesor Navarro. La compleja din¨¢mica de estos r¨ªos de hielo ant¨¢rtico tan fluctuantes exige que se sigan monitorizando en campa?as venideras.
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