'Ingrid Goes West': las peores consecuencias del postureo a golpe de 'likes'

?Qu¨¦ pasar¨ªa si Patricia Highsmith escribiera El talento de Mr. Ripley en la actualidad? Pues que seguramente contar¨ªa la historia de fascinaci¨®n, envidia y deseo de Tom hacia Dickie Greenleaf a trav¨¦s de las redes sociales. Al fin y al cabo, estas se han convertido en poco tiempo en el mejor espacio donde poder fabricarnos una nueva identidad, exhibirnos, ense?ar lo que queremos y ocultar lo que no nos interesa sin movernos del sitio. Son, sin duda alguna, un sitio ideal para mentir.

En ellas podemos ver y ser vistos. Sirve para los exhibicionistas y tambi¨¦n para los voyeurs. Para los narcisistas y los cotillas. Para los que molan y los que quieren molar. Genera deseo, pero tambi¨¦n muchas envidias a golpe de sensacionalismo y frivolidad. Partiendo de estas cuestiones, el debutante Matt Spicer ha construido la que podr¨ªamos considerar la Mujer blanca soltera busca¡­ de la era de Instagram. Una pel¨ªcula en la que encontramos todos los elementos de un filme de intriga y de suspense psicol¨®gico alrededor de las peores consecuencias del postureo a golpe de likes y emoticonos de corazones. Tan inquietante como la vida misma.

Se llama Ingrid Goes West?y es una de las m¨¢s afiladas y clarividentes parodias en torno a la cultura de las apariencias que ha generado la era digital. Y es que, ahora m¨¢s que nunca, la imagen que generamos de nosotros mismos en el espacio virtual se convierte en pr¨¢cticamente nuestra ¨²nica forma de identidad en el mundo.

Ingrid goes west |Tentaciones

Adem¨¢s, ya no solo importa lo que ense?as, sino c¨®mo lo ense?as, el encuadre que utilizas, los elementos de adorno, el mensaje y la intenci¨®n. El postureo se ha convertido en una cuesti¨®n de hashtags. En ese sentido, lo que propone Matt Spicer no resulta nada descabellado. ?Pueden las redes sociales hacernos perder la perspectiva de la realidad hasta conducirnos a la locura?

Es lo que le ocurre a Ingrid, una joven que acaba de perder a su madre y se refugia en el m¨®vil para escapar de su depresi¨®n. Se pasa el d¨ªa mirando fotos en Instagram hasta que le estallan las pupilas, poniendo ¡°me gustas¡± a mansalva y glorificando a sus influencers favoritas, deseando ser como ellas. Chicas que consiguen hacer que una tostada de aguacate sea algo cool, que las marcas se las rifen para anunciar sus productos, que viajan, practican yoga y van a fiestas de celebrities. Toda esa impostura terminar¨¢ por convertirse para ella en el mundo real. Por eso marchar¨¢ a California de la misma manera que hist¨®ricamente lo han hecho todos esos j¨®venes que buscaban hacer realidad su sue?o: En este caso para conocer a su Instagramer favorita, Taylor Sloane (Elizabeth Olsen), una chica que ha hecho de su exposici¨®n en las redes una forma de vida y que tiene miles de seguidores. Para Ingrid, su rol model y punto de referencia.

Entre ellas surgir¨¢ la amistad. Una amistad tan forzada, superficial y falsa como el estilo de vida que pretenden ensalzar y que se basa b¨¢sicamente en decirse todo el rato lo guay que son la una a la otra mientras posan en una foto etiquet¨¢ndose y haciendo el signo de la paz.

Ingrid Goes West en ese sentido destapa las miserias de una generaci¨®n que prefiere ocultar bajo la alfombra sus inseguridades, sus problemas econ¨®micos o sentimentales para aparentar que todo ¡°es lo m¨¢s¡±. Tal y como dice Ingrid en un momento de la pel¨ªcula, para encajar en ese escenario de falsedad, lo que importa es hablar de cosas que molen, de comida, de ropa o de Joan Didion, aunque no sepas ni siquiera qui¨¦n es.

Al director le sale bastante bien eso de mezclar la comedia m¨¢s inc¨®moda con el thriller malrollero, casi terror¨ªfico. Desde el primer momento se genera tanto rechazo como empat¨ªa con el personaje protagonista que interpreta Aubrey Plaza, quiz¨¢s porque todos hemos sido en alg¨²n momento ella stalkeando a nuestro objeto de deseo o a nuestros haters particulares.

Por un lado, es una psic¨®pata acosadora que no sabe diferenciar la vida virtual de la realidad. Por otro, es una chica perdida que necesita desesperadamente ser aceptada socialmente, que se siente fracasada y que en realidad no sabe ni qui¨¦n ni qu¨¦ quiere. Por eso, detr¨¢s de esa p¨¢tina de perfecci¨®n que todo el mundo se esfuerza desesperadamente en ofrecer de cara a la galer¨ªa, no hay que rascar mucho para encontrar incomprensi¨®n, rechazo y soledad, sentimientos que termina generando mucha frustraci¨®n y odio.

La pel¨ªcula, que se alz¨® con el premio al mejor guion en el Festival de Sundance y se proyectar¨¢ en el Festival Americana de Barcelona (disponible en plataformas digitales, Blu-Ray y Dvd a partir del 4 de abril),?tiene la virtud de hacer pasar por livianos e intrascendentes temas fundamentales para entender nuestro presente, pero la verdadera estrella de la funci¨®n es Aubrey Plaza, una de esas actrices que hasta el momento siempre hab¨ªan permanecido adscritas dentro de la ¨®rbita indie y que en cada papel demuestran ir mucho m¨¢s all¨¢ de cualquier tipo de etiqueta. La hab¨ªamos visto en obras de culto como Scott Pilgrim contra el mundo, Damiselas en apuros o Seguridad no garantizada. Aqu¨ª consigue componer una Ingrid inquietante y odiosa, pero con un punto de una enorme fragilidad. Es ambigua e imprevisible y captura con su mirada, todo el vac¨ªo de nuestro tiempo.