As¨ª era la ciudad gallega gobernada por ni?os y un sacerdote comunista
Javi Camino dirige un documental sobre la Ciudad de los Muchachos, el estado independiente creado en los 60 por el padre Silva y ¨²nico enclave democr¨¢tico de la Espa?a franquista
Si preguntas sobre la Ciudad de los Muchachos puedes encontrar todo tipo de respuestas. La mayor¨ªa de los que saben algo no lo suelen tener muy claro: ?Un orfanato? ?Un pa¨ªs de ni?os??Un circo? ?Una secta? ?Un reformatorio? Y los que no saben de que hablas, cuando empiezas a contarles la historia de un cura comunista que fund¨® una naci¨®n de chavales con sus elecciones democr¨¢ticas, sus dirigentes infantiles, su propia moneda, aduana y un espect¨¢culo de circo, te mandan a la mierda porque creen que les tomas el pelo.
La leyenda dice que todo empez¨® en el Ourense de 1956 con el sue?o de un joven seminarista llamado Jes¨²s C¨¦sar Silva M¨¦ndez. Corr¨ªa por las calles a lomos de una Montesa roja cuando se cruz¨® con un grupo de quince chavales que jugaban en la Alameda. Gracias a la moto y su hipn¨®tica elocuencia capt¨® la atenci¨®n del grupo desde el primer momento. Les propuso crear un mundo nuevo. Un oasis democr¨¢tico, en medio de aquel p¨¢ramo franquista, donde los ni?os podr¨ªan ser libres. En ese momento ni el propio cura, que a¨²n estaba estudiando en Comillas, cre¨ªa mucho lo que dec¨ªa pero la pandilla se qued¨® enamorada de aquel Peter Pan con sotana. Al d¨ªa siguiente se presentaron delante de su casa dispuestos a trabajar para hacer realidad aquel mundo maravilloso.
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Pero no fue dios sino Spencer Tracy el que inspir¨® aquel discurso del padre Silva. Fue gracias a Forja de hombres (1938) que el futuro cura conoci¨® la historia del padre Edward Flanagan y la Boys Town de Nebraska. De aquella pel¨ªcula sac¨® la idea de una ciudad gobernada por ni?os y aquel nombre: Ciudad de los Muchachos. M¨¢s tarde fue a Nebraska a visitar el proyecto y volvi¨® profundamente decepcionado. Su idea no era crear un hogar para ni?os desamparados sino una f¨¢brica de revolucionarios. J¨®venes de cualquier raza, religi¨®n, condici¨®n social y econ¨®mica insatisfechos con el mundo en que viv¨ªan. Pens¨® en cambiar el nombre y llamarla Asociaci¨®n de J¨®venes Comprometidos con la Transformaci¨®n del Mundo pero ya era demasiado tarde. Ciudad de los Muchachos era el nombre hab¨ªa calado entre la prensa y el p¨²blico.
Dudo mucho que alguno de aquellos quince primeros muchachos sospechara todas las aventuras de las que iban a ser protagonistas: las primeras elecciones democr¨¢ticas (?22 a?os antes que en Espa?a!), la creaci¨®n de la segunda escuela de circo del mundo, las apariciones en el No-Do, la recepci¨®n de Franco, la creaci¨®n de una de las primeras escuelas de medios audiovisuales de Espa?a, el rodaje de pel¨ªculas internacionales o lo cientos de art¨ªculos y libros que se escribieron sobre el proyecto en todo el mundo. Era complicado imaginar semejante repercusi¨®n internacional en aquellos primeros a?os en los que sobreviv¨ªan vendiendo peri¨®dicos y recogiendo trapos y chatarra.
El apoyo econ¨®mico de la familia Silva fue imprescindible para dar los primeros pasos. Vagabundearon por distintas sedes hasta encontrar un lugar estable en la finca de Benposta. S¨ª, BeNposta de ¡°bien puesta¡±, con una rebelde ¡°n¡± antes de ¡°p¡±. Los primeros ingresos importantes los consiguieron gracias a unas t¨®mbolas que montaron en Catalu?a. Su objetivo, convertirse en una autarqu¨ªa. Construyeron sus propias industrias, su propio banco, centros educativos, iglesia, bar, supermercado e incluso una gasolinera. Todo regentado por ellos mismos mediante un sistema asambleario y la supervisi¨®n del padre Silva. Aquello era un mundo dentro de otro mundo.
Pero el hecho gracias al que alcanzaron la fama internacional fue la creaci¨®n de la Escuela de Circo. Fue una idea que siempre rond¨® la cabeza de Silva. Al fin y al cabo proced¨ªa de una familia ¨ªntimamente ligada al mundo del circo. Su t¨ªo era Manuel Feijoo, empresario del Circo Americano, y su primera misa la celebr¨® bajo una carpa de un circo, encaram¨¢ndose al altar tras dar hacer una doble pirueta y un salto moral. Peque?os gestos que ya denotaban una temprana vocaci¨®n para innovar y romper moldes. Trabajaron duro y debutaron en 1966 con su propio espect¨¢culo: el Circo de los Muchachos.
Se convirtieron en un fen¨®meno similar al posterior Circo del Sol de nuestros d¨ªas. Un circo moderno con m¨²sica rock en directo y especial hincapi¨¦ en los n¨²meros gimn¨¢sticos. Fueron de los primeros espa?oles en salir en la portada del Paris Match y en actuar en sitios tan emblem¨¢ticos como Madison Square Garden (Nueva York). Dieron la vuelta al mundo siendo recibidos por reyes, presidentes y emperadores. Los famosos de la ¨¦poca se peleaban por fotografiarse con ellos. Algunos como Dal¨ª o Cantinflas incluso los invitaron a visitar sus residencias. Su ¨¦xito fue tan grande que les permiti¨® expandir su imperio creando nuevas Benpostas en Colombia, Venezuela, Puerto Rico, B¨¦lgica, Mozambique, Nicaragua, Jap¨®n... Muchas de ellas tuvieron una vida ef¨ªmera pero otras, como las de Colombia o Venezuela, siguen todav¨ªa activas en la actualidad.
Todo aquello era demasiado marciano para la Galicia de aquellos a?os. La imagen de los muchachos llamaba la atenci¨®n. En verano sol¨ªan pasear en caballo a pecho descubierto. A veces iban acompa?ados de extra?os animales ex¨®ticos: monos, leones, dromedarios... Cuando volvieron de Estados Unidos vest¨ªan conforme la moda hippie de aquel entonces. En Ourense todav¨ªa no se hab¨ªa visto nada semejante. Muchos los llamaban ¡°los gitanos del Padre Silva¡± por llevar el pelo largo. Empezaron a llegar a la Ciudad de los Muchachos ni?os asi¨¢ticos, sudameric¨¢nos y africanos. Entre ellos estaban futuros artistas como Julio Sabala, Marcelo Ndong o Hermes, guitarrista de Los Suaves. Era un tiempo en que Galicia todav¨ªa no estaba acostumbrada a los inmigrantes. Para muchos ourensanos era la primera vez que ve¨ªan un negro. Los muchachos recuerdan entre risas como algunos escapaban al verlos: ¡°No s¨¦, pensaban que les iban a morder o algo¡±.
Ya en los ochenta, quiz¨¢s algo embriagados por el ¨¦xito decidieron montar una nueva sede de Benposta en Madrid. Se llamaba la ¡°Ciudad Feliz¡± y estaba situada al lado de las Ventas. Era una ciudad en miniatura que contaba con un peque?o zoo y un parque de atracciones. Aquellos que crecieron durante los ochenta seguro que recordar¨¢n el ic¨®nico trenecillo que rodeaba el peculiar asentamiento gracias al opening de la edici¨®n espa?ola de Barrio S¨¦samo.
Parad¨®jicamente fue con la llegada de la democracia y riqueza a Espa?a que empez¨® el declive de la utop¨ªa revolucionaria de Benposta. Al circo le crecieron los enanos. Los muchachos ya no eran tan muchachos y se marcharon al no ver en Benposta un lugar en el que formar una familia o dar salida profesional a sus inquietudes art¨ªsticas. Muy pocos se convirtieron en los revolucionarios anticapitalistas que so?aba el padre Silva. Cada vez iba menos gente al circo, la administraci¨®n era nefasta, los ingresos cayeron, surgieron m¨²ltiples problemas internos y empezaron los problemas con el ayuntamiento de Madrid, la Xunta de Fraga y la Diputaci¨®n de Ourense. Todos pusieron su granito de arena para enterrar Benposta.
Pero eso es otra parte muy larga y complicada de esta historia. Una historia que muy pronto se podr¨¢ ver completa, contada por sus propios protagonistas en el largometraje documental de Naci¨®n de muchachos. Un trabajo de investigaci¨®n de m¨¢s de dos a?os producido por Vizuals Lab y que ya est¨¢ preparado para comenzar su andadura por festivales.
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