La salud manda
Tras la sentencia que permite prohibir el di¨¦sel, debe abordarse un plan global para facilitar este cambio del que dependen muchas vidas

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La salud de la poblaci¨®n tiene prioridad sobre los derechos de los propietarios de veh¨ªculos di¨¦sel. Esta es la doctrina que ha consagrado el Tribunal Contencioso-Administrativo de Alemania,al fallar a favor de las ciudades de Stuttgart y D¨¹sseldorf en su decisi¨®n de prohibir la circulaci¨®n de los veh¨ªculos con motores di¨¦sel antiguos que no cumplan los est¨¢ndares de calidad ambiental. El fallo sienta un importante precedente, pues en Alemania circulan 15 millones de veh¨ªculos di¨¦sel, pero solo 2,7 millones cumplen el est¨¢ndar Euro 6, de 2015, el m¨¢s riguroso con la contaminaci¨®n.
Las emisiones procedentes del tr¨¢fico se han convertido en una grave amenaza para la salud de la poblaci¨®n en las grandes urbes. M¨¢s de 400.000 personas mueren prematuramente en la Uni¨®n Europea por la poluci¨®n del aire. Los motores di¨¦sel m¨¢s antiguos son los principales responsables de esas emisiones por lo que muchas ciudades europeas, entre ellas Madrid y Barcelona, han aprobado planes para restringir su circulaci¨®n. Estas medidas penalizan a los propietarios que compraron esos modelos sin ser conscientes ni responsables del problema que ocasionar¨ªan.
Las autoridades tienen que proteger la salud de los ciudadanos y eso exige retirar de la circulaci¨®n veh¨ªculos que todav¨ªa tienen vida ¨²til. Pero deben hacerlo gradualmente y facilitando la transici¨®n con medidas de compensaci¨®n en las que, como est¨¢ ocurriendo en Alemania, participen los fabricantes, con el objetivo de que el coste no recaiga exclusivamente sobre los propietarios de los coches.
Quienes alargan la vida de sus viejos veh¨ªculos son en muchos casos quienes menos recursos tienen. Por eso, de la misma forma que en el pasado se incentiv¨® con ¨¦xito la sustituci¨®n de calefacciones de carb¨®n, o el traslado de industrias contaminantes, debe abordarse ahora un plan global para facilitar este cambio del que dependen muchas vidas.
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