Santacana, el hombre que dinamit¨® la vida de Arantxa
Se present¨® a la tenista como empresario, pero trabajaba con un subastero que se suicid¨® por deudas. En Miami no tiene oficio conocido
La familia S¨¢nchez Vicario siempre desconfi¨® de Josep Santacana, sobre todo sus hermanos, Emilio y Javier. Por eso, durante el mes de septiembre de 2007, quien se presentaba al mundo como un empresario estuvo vigilado. Detectives privados siguieron su pista y elaboraron un informe que aval¨® lo que sospechaban: la vida de Santacana estaba llena de claroscuros. No era un empresario ejemplar. Seg¨²n la investigaci¨®n, manten¨ªa deudas con varias entidades financieras como el Banco Sabadell y La Caixa. No se trataba de importes elevados, pero sus negocios dejaban mucho que desear. El todav¨ªa marido de la mejor tenista espa?ola de todos los tiempos trabaj¨® como empleado del conocido subastero Jos¨¦ Guindulain, que se hizo, por ejemplo, con la subasta del parque Tibidabo en Barcelona en representaci¨®n de Chupa Chups, pero que en 2009 se suicid¨®, agobiado por las deudas. La pareja se conoci¨® precisamente durante una fiesta que Guindulain celebr¨® en Ibiza, en el verano de 2007. Volvieron a Barcelona ya juntos. Todo fue muy r¨¢pido: el primer embarazo y la boda. Para entonces, Santacana ya hab¨ªa confesado a la tenista su ruina. El empresario, seg¨²n su versi¨®n, firm¨® a petici¨®n de la familia S¨¢nchez Vicario los documentos necesarios para preservar la fortuna de Arantxa. Pero alguien miente porque ella asegura que no tiene ¡°ning¨²n activo a su nombre¡± y sus asesores dicen que su todav¨ªa marido posee el control de sus bienes.
Arantxa, de 46 a?os ¡ªlos mismos que su marido¡ª es una mujer de car¨¢cter como ha demostrado sobradamente sobre la pista, pero durante la d¨¦cada que ha pasado casada se ha mostrado como una esposa temerosa que en las entrevistas realizadas durante la batalla contra sus padres miraba a Santacana buscando su aprobaci¨®n. Se quej¨® Arantxa en su libro ?Vamos! ¡ª idea de Santacana¡ª del control que ejercieron sus progenitores hacia ella, pero lo cierto es que sali¨® de su protecci¨®n para ser dirigida por su marido ¡ªestuvo antes casada un breve periodo de tiempo con Joan Vehils, un periodista deportivo¡ª. Por eso Arantxa nunca ha sido verdaderamente una mujer independiente. De hecho, ahora que batalla en un divorcio complejo coincidente en el tiempo con una petici¨®n de c¨¢rcel por una deuda de 7,5 millones de euros que reclama el Banco de Luxemburgo, ha vuelto a buscar el paraguas familiar no solo en lo emocional.
Santacana vivi¨® los ¨²ltimos cuatro a?os de relaci¨®n con Arantxa con un pie fuera del matrimonio. Miami era su base, pero continuamente viajaba a Barcelona donde pasaba temporadas largas, de semanas o meses, para atender sus negocios de restauraci¨®n, seg¨²n un amigo suyo que vive en Florida. La actividad de Santacana en Miami se centraba en gestionar el patrimonio y las ganancias de la legendaria tenista. Tambi¨¦n tante¨® la posibilidad de llevar a cabo un par de nuevos negocios en Florida relacionados con el tenis para aprovechar el excelente cartel comercial de su esposa, pero ninguno prosper¨®. Otra fuente que conoce a la pareja coincide en que Santacana por s¨ª mismo no emprendi¨® nada en Miami, una ciudad con un tremendo dinamismo empresarial, sino que se limit¨® a administrar la riqueza de S¨¢nchez Vicario, que ahora lo acusa de haber aprovechado su confianza para arrebatarle su patrimonio; hasta el punto de que ahora estar¨ªa viviendo con su nueva pareja, Raquel, tambi¨¦n espa?ola, en un apartamento comprado por la tenista. ¡°?l tiene todo el control de su dinero. La dej¨® sin nada, en una situaci¨®n dram¨¢tica¡±, comenta una persona cercana a ella.
Santacana es descrito por conocidos suyos como un hombre ¡°agradable¡± y ¡°atento¡±, pero con un punto reservado, ¡°silencioso¡± a veces y ¡°celoso¡± de mostrar su vida privada. Le gustaba salir de restaurantes en la vibrante noche de Miami, a menudo sin su esposa; le encantaba hablar de vinos y arreglarse siempre de manera informal, pero con prendas caras, de primeras marcas.
Cuando estaban juntos Arantxa y ¨¦l mostraban una buena relaci¨®n, aunque nunca muy cercana. ¡°Yo nunca vi un beso entre ellos o un gesto especial de cari?o¡±, apunta un amigo de la pareja. Ambos compartieron al menos dos apartamentos en el tiempo que convivieron en esta ciudad con sus dos hijos. Primero en Brickell ¡ªun barrio c¨¦ntrico de modernos rascacielos y precios disparados¡ª y, en torno al momento de su separaci¨®n, hace dos a?os, en Midtown, otra zona con caros desarrollos inmobiliarios, en un edificio reci¨¦n terminado con espl¨¦ndidas vistas a la bah¨ªa en el que alquilaron un apartamento de dos habitaciones que ahora habita la tenista con sus dos ni?os. De momento, Arantxa se queda en Miami, dispuesta a recomponer su vida, la que ha dinamitado Santacana.
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