La cena
En la del Mobile Word Congress de Barcelona todos parecen traidores o al menos se miran entre s¨ª como tales
La fotograf¨ªa de la cena oficial de inauguraci¨®n del Mobile World Congress de este a?o en Barcelona da para un sicoan¨¢lisis de la clase pol¨ªtica espa?ola y, de paso, me temo, de todo el pa¨ªs. La visi¨®n de la mesa presidencial con el Rey de Espa?a en el centro y alrededor una serie de personajes que miran las copas con gran atenci¨®n para no encontrarse los ojos de los de enfrente o ensayan sonrisas forzadas dirigidas no se sabe a qui¨¦n confirma que este pa¨ªs no est¨¢ en su mejor momento, en mucha parte por culpa de ellos. La tensi¨®n que se nota entre esas personas, la incomodidad que demuestran a pesar de su profesionalidad, el silencio que se corta con cuchillo, son tan manifiestos que uno se pregunta por qu¨¦ siguen ah¨ª cenando juntos en lugar de hacerlo en mesas separadas como desear¨ªan.
En La cena, la novela del holand¨¦s Herman Koch que inspir¨® la pel¨ªcula del mismo t¨ªtulo de Oren Moverman, dos matrimonios que cenan en un restaurante de lujo, en principio en buena sinton¨ªa, acaban por desatar la caja de los truenos a medida que van saliendo a la luz sus enfrentamientos ocultos, en su caso por causa de los hijos. En la cena del Mobile Word Congress de Barcelona no se lleg¨® a ese extremo, pero se advierte por las expresiones de los comensales que la chispa est¨¢ a punto de saltar y que, si salta, puede ocurrir de todo. Por suerte no pas¨® as¨ª, no salt¨® ninguna chispa, por lo menos que se sepa, y la cena acab¨® como comenz¨®, con sus participantes despidi¨¦ndose fr¨ªamente y algunos sin cruzar una palabra entre ellos ?Qu¨¦ necesidad tendr¨ªan!, habr¨ªa dicho mi madre, para la que la diplomacia era sin¨®nimo de hipocres¨ªa.
Necesidad no tendr¨ªan, pero, obligados a ello, cosa que se deriva de su condici¨®n institucional, bien podr¨ªan habernos ahorrado la fotograf¨ªa de una cena que m¨¢s parec¨ªa un funeral que otra cosa. La tensi¨®n en que desde hace ya tiempo vive la clase pol¨ªtica nacional a causa del independentismo catal¨¢n es conocida de todos pero no ayuda nada a tranquilizar al pa¨ªs ver a sus dirigentes cenar sin mirarse. Al contrario, transmite la sensaci¨®n de que no hay nada que hacer y de que la pol¨ªtica solo sirve para enfrentar a una sociedad cuando deber¨ªa ser al rev¨¦s.
En la ¨²ltima cena de Jesucristo hab¨ªa un Judas y 11 ap¨®stoles leales, pero en la del Mobile Word Congress de Barcelona todos parecen traidores o al menos se miran entre s¨ª como tales. Lo peligroso es que esa fotograf¨ªa se repite ¨²ltimamente en muchas casas de Catalu?a entre antiguos amigos e incluso familias.
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