?Est¨¢n ganando los enemigos de las ONG?
Los esc¨¢ndalos de algunas organizaciones merecen disculpas y cambios de actitud, pero nunca abandonar su radicalismo social
Durante las ¨²ltimas semanas hemos descubierto lo evidente: que las ONG y el mundo humanitario no son una excepci¨®n a la peste machista y a la violencia estructural de g¨¦nero que impregnan cualquier otro sector de nuestra sociedad, empezando por los de los medios y gobiernos que se han cebado con los esc¨¢ndalos de algunas organizaciones.
Poner fin a esta ingenuidad solo puede ser una buena noticia. El problema es que algunos podr¨ªan acabar pagando un precio desproporcionado por lo que ha ocurrido, precisamente en el momento m¨¢s inconveniente.
Esta es la semana en la que dos de cada tres italianos han optado por partidos abierta o vergonzantemente xen¨®fobos. Cuando aislacionistas identitarios de todo pelaje amenazan con rasgar las costuras de la UE desde ambos extremos geogr¨¢ficos. En el tiempo del negacionismo clim¨¢tico y los r¨¦cords hist¨®ricos de concentraci¨®n global de la riqueza. En la crisis m¨¢s grave del multilateralismo en d¨¦cadas.
En este tiempo, las organizaciones como Oxfam, Amnist¨ªa Internacional, Greenpeace y algunas otras sencillamente no tienen remplazo. ?O creen que estas batallas las van a librar ONG asistencialistas que no amenazan los privilegios de nadie? ?U organizaciones tan dependientes de los recursos p¨²blicos que no pueden mover un dedo sin pedir permiso?
La proliferaci¨®n de modelos humanitarios y activistas ¡°h¨¢gaselo-usted-mismo¡± podr¨¢ haber llevado a algunos a pensar que los viejos intermediarios ya no son imprescindibles. Nada m¨¢s lejos de la realidad. La batalla contra los para¨ªsos fiscales, contra este r¨¦gimen migratorio inmoral, contra las autocracias y las industrias contaminantes exige una rara combinaci¨®n de factores: capacidad de investigaci¨®n e influencia, astucia pol¨ªtica, radicalismo pr¨¢ctico y una independencia feroz que muy pocas organizaciones internacionales pueden proporcionar.
Naturalmente, este poder les sit¨²a en el punto de mira de sus enemigos. ?Por qu¨¦ creen si no que o¨ªmos hablar permanentemente de los esc¨¢ndalos de unos y no de otros? Deben dar por hecho que van a ser atacadas y evitar incluso los fallos excepcionales que hemos visto, porque van a ser magnificados.
Lo que no pueden hacer es replegarse ante un esc¨¢ndalo, porque todas las razones que justificaban antes su intervenci¨®n siguen ah¨ª. Y mucho menos si consideramos la catadura de quienes han liderado los ataques m¨¢s virulentos: ministros que pertenecen a uno de los partidos m¨¢s corruptos de la UE; medios al servicio obsceno de una agenda pol¨ªtica o econ¨®mica; diputados tories que llevan a?os haciendo campa?a contra la ayuda al desarrollo; o periodistas y columnistas de empresas donde los abusos laborales (sexuales y de otro tipo) est¨¢n a la orden del d¨ªa.
Esta batalla no la pueden ganar ellos. Oxfam y otros deben encajar el golpe, acometer con humildad y profesionalidad todas las reformas que garanticen la protecci¨®n de sus trabajadoras y beneficiarias, y volver al cuadril¨¢tero sin victimismos. Sus errores han sido aprovechados para atacarles, pero demasiados se juegan la piel con mucha menos protecci¨®n de la que tienen las grandes ONG, como vemos cada d¨ªa en lugares como Melilla. Al fin y al cabo, algunos miles de socios se habr¨¢n bajado del barco tras estos episodios, pero quienes les apoyamos todav¨ªa somos cientos de miles, millones. Eso debe contar algo.
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