Un campo de nabos
Dibujamos una persona con piernas y brazos, pero eso no significa que un manco no lo sea
No conviene decir ¡°todo el mundo sabe que no hay que asar la manteca¡±. Porque alguien preguntar¨¢ enseguida si se puede estar convencido realmente de que eso lo sabe todo el mundo. Para empezar, lo desconocen los beb¨¦s, que son excluidos de la frase y por tanto discriminados.
La comunicaci¨®n leal se basa en que el emisor y el receptor desean cooperar para entenderse, y eso permite que existan las implicaturas (Herbert Paul Grice, 1975). Los hablantes no detallan todo de todo, sino que escogen una parte y desechan otra.
Imaginemos que alguien nos cuenta: ¡°Mi hermana se present¨® a las oposiciones. Pero en cuanto empez¨® a trabajar, cay¨® enferma¡±. Ah¨ª no se dice que las aprob¨®, pero lo deducimos al creer que el hablante no pretende enga?arnos, porque coopera con nosotros.
En toda narraci¨®n contamos una parte y ocultamos otra; bien porque ¨¦sta es irrelevante o bien porque se va a deducir con facilidad. Y los receptores del mensaje procuran entender generalmente qu¨¦ queremos decir, m¨¢s all¨¢ de lo que decimos exactamente.
?Por qu¨¦ no lo contamos todo de todo? Porque en tal caso las conversaciones se har¨ªan interminables y muy aburridas.
En la ceremonia de los premios Goya, la actriz y guionista Leticia Dolera describi¨® la gala con una afirmaci¨®n que se ha hecho famosa: ¡°Os est¨¢ quedando un campo de nabos feminista precioso¡±. El ¡°campo de nabos¡± se refer¨ªa a la gran abundancia de hombres tanto en la sala como en las candidaturas. El p¨²blico se rio con el chiste, porque enseguida etendi¨® el sentido m¨¢s all¨¢ del significado. ?Y por qu¨¦ lo hab¨ªa entendido? Porque cooperaba en la conversaci¨®n.
Sin embargo, ahora aparecen a cada rato quienes no desean cooperar. La frase fue criticada al instante en las redes, aunque no por su dudoso gusto; y la actriz se sinti¨® obligada a pedir perd¨®n: ¡°No pens¨¦ que invisibilizaba a las mujeres que tienen pene¡±.
Los seres humanos funcionamos en nuestra comunicaci¨®n con ciertos prototipos. Si alguien nos pide que dibujemos una persona, trazaremos una cabeza, un tronco, unos brazos y unas piernas. Es el prototipo de persona en el que piensa cualquiera, incluido un ni?o. Pero ?eso significar¨ªa que un manco no ser¨ªa una persona? En absoluto. Eso significa que hemos dibujado un prototipo.
Al hablar, nos entendemos a base de prototipos ret¨®ricos. Leticia Dolera expres¨® un prototipo de hombre con la intenci¨®n de mostrar la exclusi¨®n de un prototipo de mujer. Pero su afirmaci¨®n intentaba abarcar a todos los individuos de cada grupo. Su objetivo consist¨ªa en expresar metaf¨®ricamente que all¨ª hab¨ªa muchos hombres y pocas mujeres, si bien al menos los hombres eran feministas. Quien haya cooperado con su mensaje habr¨¢ entendido eso; y a su vez las mujeres con pene que tambi¨¦n hayan cooperado se habr¨¢n sentido igualmente fuera del prototipo metaf¨®rico; no por tener nabo, sino por no ser hombres.
El principio de cooperaci¨®n, obligatorio en toda conversaci¨®n leal, permite que nos comuniquemos bien as¨ª. De otro modo, Leticia Dolera deber¨ªa haber dicho: ¡°Os est¨¢ quedando un campo de nabos feminista precioso, teniendo en cuenta que ¡®nabo¡¯ significa ¡®pene¡¯ y que con esa met¨¢fora me refiero a los hombres, y no a las mujeres que tengan pene. Aunque tambi¨¦n incluyo a los hombres que carezcan de pene por haber sufrido alg¨²n accidente o malformaci¨®n, pues no obstante siguen siendo hombres, aunque sin pene¡±.
Qu¨¦ dif¨ªcil va a ser esto de hacer caso a las redes.
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