La lengua o la vida
El espa?ol es un idioma rico y vers¨¢til, capaz de expresar todos los conocimientos y matices
En los ¨²ltimos tiempos, parece que los pol¨ªticos espa?oles se han empezado a preocupar por los niveles de conocimiento ling¨¹¨ªstico de nuestros estudiantes. Hace alg¨²n tiempo, el catedr¨¢tico de la Universidad de Coimbra, el profesor Carlos Reis, comentaba en la revista literaria Jornal de Letras que Espa?a era el pa¨ªs europeo que menos atenci¨®n prestaba a su propia lengua. Algo parece que vamos ganando, aunque sea presionados por lo que ha venido demostrando el famoso informe Pisa. Pero en educaci¨®n no debe importar el resultado estad¨ªstico por encima de la finalidad establecida de la ense?anza. Es decir, no importa tanto que los estudiantes superen unas pruebas como saber por qu¨¦ y para qu¨¦ se ense?a la materia.
En la primavera de 1820, el coronel Herm¨®genes Maza, siguiendo ¨®rdenes de Sim¨®n Bolivar, avanz¨® por el r¨ªo Magdalena y, el 25 de junio, tom¨® la ciudad de Tenerife. Cuando la unidad que comandaba su compa?ero, el coronel Jos¨¦ Mar¨ªa C¨®rdova, que caminaba paralela por tierra, lleg¨® a su altura, se lo encontr¨® (seg¨²n dice el bi¨®grafo de El Libertador, Rafael Serrano Camargo) ¡°sentado en una silla de cuero frente al r¨ªo, terminando la ejecuci¨®n de los prisioneros tras un brev¨ªsimo juicio verbal¡±.
El coronel C¨®rdova era un militar curtido que, a partir de 1824, ser¨ªa conocido como ¡°el h¨¦roe de Ayacucho¡± y, en 1829, se rebelar¨ªa contra el autoritarismo bolivariano. Sin embargo, se escandaliz¨® ante la crueldad de Maza (hijo de peninsular), cuyos juicios consist¨ªan en comprobar si los vencidos pronunciaban el sonido zeta. Si lo hac¨ªan establec¨ªa la sentencia: ¡°Al ba?o¡±, lo que implicaba cortarles la cabeza y tirarlos a la corriente del r¨ªo. Seg¨²n los testigos, no se apreciaba el color de la madera del barco, te?ida por el p¨²rpura de la sangre.
Los pol¨ªticos han empezado a preocupar por los niveles de conocimiento ling¨¹¨ªstico de los estudiantes
Podemos tomar a chanza esa barbaridad y decir que se librar¨ªan de la muerte, con toda probabilidad, los andaluces y los canarios. ?lex Grijelmo, que hace poco comentaba inteligentemente en este peri¨®dico la escasa vocalizaci¨®n de los actores de las series espa?olas de televisi¨®n, y c¨®mo no debe confundirse con la fon¨¦tica dialectal, podr¨ªa decir que estos buscan salvar sus vidas. Y es que la terrible an¨¦cdota de aquella guerra civil por la independencia americana obliga a pensar en c¨®mo el uso de la lengua resulta vital.
Nadie ser¨ªa hoy condenado por pronunciar o no la zeta, pues la confusi¨®n s/z est¨¢ muy extendida en el mundo hisp¨¢nico, pero s¨ª puede perder o ganar un empleo por el uso que haga del idioma. El concepto de prestigio ling¨¹¨ªstico est¨¢ entre nosotros (perm¨ªtanme el juego de palabras) desprestigiado, mas cruzar la frontera permite comprobar c¨®mo una lengua hablada con correcci¨®n abre puertas, porque demuestra el dominio de la ordenaci¨®n de las ideas y la exacta expresi¨®n de los conocimientos.
No es cuesti¨®n ¨²nicamente de fon¨¦tica, tambi¨¦n de riqueza l¨¦xica, de construcciones cl¨¢sicas y discretas, de f¨®rmulas de cortes¨ªa, de sabia distinci¨®n entre el usted y el t¨² (?qu¨¦ man¨ªa la de decir que el ingl¨¦s no los diferencia, ignorando las construcciones sint¨¢cticas de respeto!). Resulta escandaloso tambi¨¦n comprobar c¨®mo los personajes del cine o de las series televisivas extranjeras emplean m¨¢s improperios en el doblaje que en la versi¨®n original.
La ense?anza de la lengua (no hablemos hoy de la literatura) exige determinar claramente su finalidad, lo que s¨®lo puede hacerse desde el convencimiento de que el espa?ol es un idioma rico y vers¨¢til, capaz de expresar todos los conocimientos y matices, pero tambi¨¦n todos los recovecos del sentimiento humano. La personalidad del individuo no puede desarrollarse sin el dominio de los matices de la lengua y su carencia nos hace dependientes del extra?o, cultural, pol¨ªtica y econ¨®micamente. Por eso tambi¨¦n resulta preciso no distraer su estudio con el de usos tan s¨®lo locales. Defendamos la lengua por la vida.
Jorge Urrutia es catedr¨¢tico em¨¦rito de la Universidad Carlos III de Madrid y fue director acad¨¦mico del Instituto Cervantes.
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