Por qu¨¦ Instagram ha 'secuestrado' los gifs de sus 'Stories'
Los usuarios de la red social reclaman poder volver a usar im¨¢genes animadas, mientras otros exigen que la red social revise sus pol¨ªticas de discriminaci¨®n
Todo momento en el que florecen derechos y libertades viene acompa?ado de alg¨²n signo encadenado de represi¨®n. A nuestra marcha hist¨®rica del D¨ªa de la Mujer le ha seguido el secuestro de gifs en Instagram, iconograf¨ªa emblem¨¢tica de nuestra victoria. El 10M por la ma?ana, mientras miles de personas intentaban adjuntar pu?os de glitter rosa y textos WordArt de movimientos sinuosos alrededor de su caf¨¦ matutino, el progreso era silenciado: la revoluci¨®n por un cambio en el estatuto de la imagen quedaba en revisi¨®n.
Instagram y Snapchat ha cesado de forma temporal su colaboraci¨®n con el banco de im¨¢genes en movimiento Giphy tras la aparici¨®n de un sticker racista. "Tan pronto como nos dimos cuenta, eliminamos el GIF [racista] y desactivamos Giphy, hasta que podamos estar seguros de que no volver¨¢ a suceder. Mientras esperamos que el equipo le eche un vistazo¡± expone un portavoz de Snapchat. Por su parte, giphy asegura que ha eliminado la imagen en cuesti¨®n y reforzado todas las etiquetas de moderaci¨®n de sus gifs, por lo que la integraci¨®n entre ambas plataformas parece que volver¨¢ a la normalidad en cuesti¨®n de d¨ªas. "Tras analizar el incidente, la animaci¨®n estaba disponible debido a un bug en los filtros de moderaci¨®n que afectaba espec¨ªficamente a los stickers. Hemos arreglado el bug y hemos remoderado todos los gifs de nuestra librer¨ªa", apuntaban.
Esta ¨²ltima afirmaci¨®n parece indicar que Giphy asume el control y moderaci¨®n de sus im¨¢genes bas¨¢ndose en aspectos puramente sem¨¢nticos, esto es, en referencia al etiquetado y las palabras utilizadas en buscadores. En t¨¦rminos generales, esta ha sido la noticia que se ha propagado de forma viral por Internet: miles de usuarios reclaman la vuelta de los gifs mientras otros exigen que Instagram revise todas sus pol¨ªticas de discriminaci¨®n, incluida la censura de pezones.?
La retirada de Instagram de un formato que cumple ya 30 a?os y vive su mejor momento implica cuestiones de importancia hist¨®rica (hasta hoy) en el uso de las im¨¢genes, como puede ser la calidad, los derechos de autor o su originalidad. Poco importa si en nuestro uso cotidiano, el gif est¨¢ muy o poco pixelado. Su funci¨®n radica en el amplio y complejo abanico de significantes intercambiables que pueden ir adheridos a la imagen, lucha contra conceptos digitales que tanto se han esforzado en mejorar la telefon¨ªa m¨®vil, iluminaci¨®n y enfoque de c¨¢maras.
Hasta ahora, en los contenidos de tu blog o web, o en los v¨ªdeos de Youtube alguien puede reclamar los derechos de autor de ciertas im¨¢genes o pedirte directamente que sean retiradas. Sin embargo, el uso indiscriminado que Giphy e Instagram ha impuesto en una comunidad de 800 millones de usuarios supone (pese a que todav¨ªa no nos hemos dado cuenta) el fin de la regulaci¨®n autoral de la imagen para siempre y recalca la concepci¨®n utilitaria de que ¡°las im¨¢genes no son de qui¨¦n las crea sino de aquel que las utiliza¡± que dir¨ªa Godard.?
La imagen del presente adem¨¢s es ef¨ªmera y en movimiento, poco o nada tiene que ver con el concepto de memoria bajo el que aparece la fotograf¨ªa. Un movimiento reducido, menos de 15 segundos en su mayor¨ªa, que constituye la materia sensible con la que estamos creando este nuevo mundo, un entretejer de im¨¢genes en continuo construir sin un fin distintivo. Un tiempo pendular en continuo avance, retroceso y salto que niega las estructuras narrativas que consumimos en el cine habitualmente.
El gif es el formato de la imagen que a golpe de gatitos ha venido por fin a encarnar los presupuestos con los que la digitalidad amenazaba. Su impermeabilidad y consecuencias culturales son un fen¨®meno todav¨ªa carente del estudio o reflexi¨®n te¨®rica, sobre todo si lo comparamos con la atenci¨®n que han recibido otros fen¨®menos virales, mucho menos interesantes, como el selfie.
Por eso debemos exigir la vuelta de todos y cada uno de nuestros gifs que, como basura digital altamente formalizada, parecen resucitar cada treinta stories. Las ¨²nicas im¨¢genes que al ser copiadas parecen no ofender a nadie. El gif es aquella imagen fantasma de la que hablaba el cineasta Farocki: no est¨¢n hechas ni para entretener ni para informar, no buscan reproducir ninguna cosa, sino que forman parte de una operaci¨®n entre las propias im¨¢genes. ¡°Expresan todas las contradicciones de la muchedumbre contempor¨¢nea: su oportunismo, narcisismo, deseo de autonom¨ªa y creaci¨®n, su incapacidad para concentrarse o decidirse, su permanente capacidad de transgredir y su simult¨¢nea sumisi¨®n¡±.
Son im¨¢genes construidas a partir de otras im¨¢genes. Los gifs sobre v¨ªdeo desechan por completo el miedo a las im¨¢genes que circulaba en la red hace menos de cinco a?os. Cualquiera que haya utilizado gifs en Instagram ha superado el horror vacui de la digitalidad, la asfixia y la desinformaci¨®n a la que muchos quer¨ªan sumir a esta era de im¨¢genes.
Los frames del gif atentan contra los conceptos cl¨¢sicos de composici¨®n y perspectivas en los que la pintura y la fotograf¨ªa nos hab¨ªan educado. El entorno del gif no es real. No busca la veracidad ni la bidimensionalidad. Es un entorno espacial basado en un pensamiento arquitect¨®nico que tiene que ver m¨¢s con la composici¨®n espacial o hipertextual que con la imagen o la palabra, por lo tanto, el gif adem¨¢s de revolucionar la imagen viene a desencadenar nuevos procesos de lectura y conocimiento.
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