Matar a un ni?o es matar a un ni?o
La integraci¨®n se demuestra no presumiendo del inmigrante que salva a un ni?o, sino conden¨¢ndolo cuando lo mata sin se?alar su origen o el color de su piel
En The Night Of, una serie sobre las apariencias, un chico estadounidense de ascendencia paquistan¨ª es acusado del asesinato a cuchilladas de una joven en Nueva York. La joven es estadounidense sin matizaciones, de esas identidades que no exigen, por el color de la piel, un informe m¨¢s detallado. En la serie se ense?a un subtexto interesante: el impacto que tiene para una comunidad minoritaria el hecho de que uno de los suyos sea sospechoso de un crimen semejante. La trampa sem¨¢ntica, para empezar, de que cualquiera pueda ser de los suyos. Es decir: formar parte de un equipo cuya alineaci¨®n ni siquiera conoces.
La ficci¨®n, que puede verse en HBO, deja un par de conclusiones escandalosas. La primera de todas es que hay gente que comete un crimen y tiene derecho a responsabilizarse de forma individual, y otra gente, sin embargo, que no puede cometerlo sin comprometer a quienes comparten raza, religi¨®n, sexo o nacionalidad con ella. Al igual que le ocurre a un padre con su hijo, es como si dos millones de personas no pudiesen pegar ojo pensando en que todos se est¨¦n portando bien. Que nadie de su pa¨ªs pueda estar asesinando a una chica haci¨¦ndoles la vida m¨¢s dif¨ªcil a todos, qui¨¦n sabe si provocando el acoso, la agresi¨®n o la expulsi¨®n del pa¨ªs.
Una de las lecciones pr¨¢cticas m¨¢s maravillosas que se dio en Espa?a sobre nacionalidades ocurri¨® cuando el esquiador espa?ol Johann M¨¹hlegg fue bautizado Juanito en sus d¨ªas de gloria y empez¨® a recordarse que era alem¨¢n y se llamaba Johann cuando dio positivo y le quitaron la medalla. Aquello fue tan turbador que apenas dur¨® unos d¨ªas: por una vez la verg¨¹enza se abri¨® paso. M¨¢s prolongados en el tiempo son los casos de personajes p¨²blicos con los que las diferencias ideol¨®gicas, por ejemplo, se exhiben record¨¢ndoles siempre su pa¨ªs de origen. Eso es el racismo.
Del mismo modo que la libertad de expresi¨®n de un pa¨ªs se demuestra tolerando lo que ofende, su voluntad integradora lo hace no presumiendo del inmigrante que se lanza al mar para salvar a un ni?o, sino conden¨¢ndolo cuando lo mata sin necesidad de se?alar su origen o el color de su piel como agravantes. Por la raz¨®n tan delicada y conocida de que un agravante convierte en atenuante lo que deja atr¨¢s; quien hace hincapi¨¦ en que una asesina es negra y le recuerda su pa¨ªs de origen, lo que est¨¢ diciendo es que si eres blanco y espa?ol tienes unos privilegios que no desaparecen ni cuando matas a un ni?o. Entre ellos, el de que solo te achaquen el crimen. Como si fuera poco.
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