Razones

Las razones que justifican la indignaci¨®n de los y las pensionistas rebasan la extensi¨®n de esta columna. Porque las pensiones no son una subvenci¨®n ni una ayuda, sino un derecho consolidado. Porque el dinero que perciben no es del Estado, sino suyo, una inversi¨®n sostenida con esfuerzo a lo largo de su vida laboral. Porque han apretado los dientes para aguantar la crisis hasta que un Gobierno que alardea de crecimiento econ¨®mico les ha ofrecido una subida humillante de puro rid¨ªcula. Porque la hucha de las pensiones no se ha vaciado sola mientras los gobernantes que padecemos rescataban primero a la banca, despu¨¦s a las autopistas, ma?ana vete a saber. Porque su lucha atraviesa de forma implacable y transversal a todos los sectores de la poblaci¨®n de este pa¨ªs. Porque el presunto colapso del sistema p¨²blico de pensiones tiene que ver con las tasas de natalidad, con la discriminaci¨®n laboral que sufren las espa?olas en edad f¨¦rtil, con la gesti¨®n de los fondos p¨²blicos, con aquella plet¨®rica Espa?a del pelotazo donde se prejubilaba a porrillo a personas que quer¨ªan seguir trabajando, con los agujeros negros de la corrupci¨®n, con la p¨¦sima calidad de los empleos de nueva creaci¨®n, con los contratos indecentes que impiden que los nuevos trabajadores, las nuevas trabajadoras obligadas a desempe?ar tareas que est¨¢n muy por debajo de su formaci¨®n, puedan contribuir de forma efectiva a su mantenimiento, con el sistem¨¢tico desprecio con el que se aplican las ayudas a la dependencia, con el desmantelamiento de la Sanidad p¨²blica, con la imposici¨®n del copago farmac¨¦utico universal, con la ¨ªnfima rentabilidad de los planes de pensiones privados¡­ Ya ven, me he quedado sin espacio y todav¨ªa se me ocurren algunas m¨¢s.