La hora del presidente bonzo
El porvenir carcelario de Turull depende del discurso de investidura: o sedicioso o prudente
M¨¢s que investir, los partidos soberanistas podr¨ªan vestir a Jordi Turull de un uniforme de rayas blancas y negras horizontales, contrapeso crom¨¢tico al fulgor de la estelada, pero expresi¨®n del porvenir carcelario que acaso compromete la ef¨ªmera presidencia del candidato del caos.
El Gobierno m¨¢s breve de la historia de Italia lo protagonizaron los nueve d¨ªas en que Andreotti fue primer ministro en 1972. Turull podr¨ªa batir el r¨¦cord y restringirlo a nueve horas, pero su martirio judicial habr¨ªa servido de formidable testimonio victimista al relato del monstruo opresor.
El Estado espa?ol estar¨ªa conduciendo a la c¨¢rcel a un honorable president, reci¨¦n salido de la f¨¢brica de h¨¦roes, nuevo a estrenar en su misi¨®n de fusible. Madrid profanar¨ªa la voluntad soberana del Parlamento. El acuerdo de investidura y la sesi¨®n expr¨¦s no obedecen a otra raz¨®n que escenificar el desaf¨ªo, pero la credulidad de la grey soberanista, fomentada desde la propaganda medi¨¢tica, transigir¨¢ con la frivolidad y la obscenidad de semejante degradaci¨®n.
No ha hecho otra cosa el independentismo que maltratar y desacreditar sus propias instituciones. El Parlament queda subordinado a un artefacto de intimidaci¨®n al poder judicial. Se trata de conmover al juez Llarena con los galones que relucen en el disfraz de Turull. Y de someterlo a la presi¨®n que implicar¨ªa una suerte de magnicidio pol¨ªtico.
La clave reside en el discurso de Turull. No est¨¢ claro si Llarena decidir¨¢ ma?ana conducirlo a prisi¨®n preventiva e inhabilitarlo, pero la duda podr¨ªa despejarse si el nuevo president incurre en un caso flagrante de reincidencia. Cualquier manifestaci¨®n fervorosa en la ¨¦pica de la sedici¨®n o de la rebeli¨®n amenazar¨ªa la libertad del elegido, por mucho que quisiera esconderse o encubrirse en el traje de h¨¦roe accidental que le han hecho a medida sus amigos y enemigos ¨ªntimos.
Turull no accede al cargo supremo desde la convicci¨®n de sus aliados. Ni desde la urgencia de un proyecto pol¨ªtico. Su papel instrumental responde a la dial¨¦ctica del antisistema. No se ha elegido al mejor candidato, sino al candidato que mejor desarrolla la expectativa de la colisi¨®n.? La prueba m¨¢s concluyente al respecto consiste en la implicaci¨®n de la CUP en la operaci¨®n de emergencia. Deploraban a Turull y hab¨ªan decidido vetarlo, en el tab¨² del pasado convergente, pero la transformaci¨®n de Jordi en h¨¦roe bonzo e incendiario precipita un consenso en la dial¨¦ctica del enemigo unificador, siempre y cuando Turull se atenga a un discurso de investidura verdaderamente incendiario, digno de ser vitoreado con el pu?o en alto.
El soberanismo resolv¨ªa ayer en cinco minutos el enigma que no hab¨ªa resuelto en tres meses. Es una familia descoyuntada, enemistada. Y hasta parec¨ªa resignada a la eterna interinidad del 155, pero la guerra de clanes se ha concedido una tregua desempolvando de las cocheras el prosaico choque de trenes.?
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