La indiferencia despu¨¦s del ¡®ongi etorri¡¯ al etarra
Los homenajes a los terroristas excarcelados es un teatro callejero previo a la realidad de una sociedad dispuesta a pasar p¨¢gina
Ha vuelto a suceder. Esta vez, en Durango. Unas trescientas personas rindieron homenaje la tarde del lunes al etarra Zunbeltz Larrea. Tiene 34 a?os y ha pasado catorce de ellos en la c¨¢rcel. A la tierna edad de 20, Larrea colaboraba con ETA, seg¨²n dictamin¨® la Audiencia Nacional, tras su detenci¨®n en septiembre de 2004 cuando viajaba en un coche robado, armado con una pistola.
El lunes, Larrea volvi¨® libre a su pueblo y le recibieron como si fuera un h¨¦roe de guerra. Este tipo de rituales, con tintes en ocasiones rid¨ªculos, se producen en el Pa¨ªs Vasco todas las semanas. Solo el a?o pasado, seg¨²n datos recopilados por el Partido Popular, hubo 78, para escarnio de las v¨ªctimas del terrorismo etarra. Estas, despu¨¦s de haber sufrido la p¨¦rdida de un ser querido o el secuestro o el chantaje o la insufrible presi¨®n social de cuando la banda controlaba con su matonismo a la sociedad vasca, tienen que soportar ahora el espect¨¢culo de estos homenajes a los verdugos que, directa o indirectamente, les han destrozado la vida. Es un insulto que produce, como m¨ªnimo, esc¨¢ndalo.
Sin embargo, conviene no sufrir m¨¢s de la cuenta. No solo porque la banda terrorista depuso las armas hace ya casi siete a?os y porque el Pa¨ªs Vasco recupera poco a poco y con gran esfuerzo su normalidad. Valga para comprender la nueva situaci¨®n la an¨¦cdota que al hilo de uno de estos homenajes recordaba recientemente un buen conocedor de la situaci¨®n. Ocurri¨® poco despu¨¦s del alto el fuego en un pueblo del interior de Gipuzkoa. En ¨¦l, un grupo de personas recibi¨® a un preso excarcelado, con aurresku, chapela y ramo de flores. Luego hubo una cena en la herriko taberna que se prolong¨® festivamente hasta altas horas. El expreso se sent¨ªa querido y orgulloso y las emociones le impidieron luego dormir bien. As¨ª que al d¨ªa siguiente, muy temprano se ech¨® a la calle y volvi¨® a los lugares donde le hab¨ªan recibido con tanto entusiasmo.
El camarero le pregunt¨® entonces con la rutina habitual qu¨¦ quer¨ªa tomar y los parroquianos que desayunaban en las mesas pr¨®ximas le miraron con indiferencia. Volvi¨®, en definitiva, a la dura realidad, a una sociedad que seguramente no entend¨ªa, expulsado del mundo laboral y de los cambios tecnol¨®gicos en los que ahora debe formarse.
No es un consuelo para las v¨ªctimas despu¨¦s de cuarenta a?os de terror y extorsi¨®n, pero hay que ser conscientes de que esto tambi¨¦n ocurre en el Pa¨ªs Vasco cada d¨ªa, cada semana. Hay que considerar que la feliz rutina ciudadana que se va recuperando es un trabajo callado y perseverante no vistoso frente al espect¨¢culo callejero del entorno abertzale. En ¨¦l siempre ha habido una gran habilidad para tomar la calle y arrimar las tradiciones vascas a la causa de los encapuchados y los pistoleros.
Seis representantes del PP han plantado cara a los que han dado el ongi etorri [la bienvenida] a Larrea, como hicieron en febrero con un homenaje similar en Andoain a dos chivatos de ETA, que luego asesin¨® a Joseba Pagazaurtundua. Es una actitud gallarda que produce admiraci¨®n, pero tal como se suceden los acontecimientos quiz¨¢ esos homenajes perder¨¢n los focos que los alumbran cuando tambi¨¦n obtengan cierta indiferencia desde el minuto uno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.