Ciudadan¨ªa digital y dignidad humana
Es imposible predecir los avances tecnol¨®gicos, pero s¨ª podemos anticipar para qu¨¦ mundo los queremos. El gran reto es anticiparse al impacto de la transformaci¨®n digital en el mundo laboral y la sustituci¨®n de trabajadores por robots
"?Nos est¨¢ haciendo Google est¨²pidos?¡±. Con esta sorprendente pregunta empieza uno de sus trabajos el escritor Nicholas Carr, preocupado por el efecto que la transformaci¨®n digital est¨¢ teniendo en nuestro cerebro. Sin duda la digitalizaci¨®n est¨¢ produciendo grandes beneficios desde los a?os noventa del siglo XX, pero tambi¨¦n plantea problemas que urge abordar, uno de los cuales es si nos estamos haciendo est¨²pidos, o al menos superficiales, a fuerza de vivir de Google.
?Carr constata en carne propia que cada vez le cuesta m¨¢s leer un libro o un art¨ªculo largo, cuando antes los devoraba, que le resulta dif¨ªcil concentrarse y acaba navegando a trav¨¦s de distintos trabajos, sin entrar a fondo en ninguno de ellos. Y como una forma distinta de leer acu?a una forma diferente de pensar, parece tener raz¨®n la psic¨®loga Maryanne Wolf al decir que somos como leemos, que la lectura profunda es indistinguible del pensamiento profundo; con lo cual nos estamos condenando a la superficialidad.
Otros art¨ªculos de la autora
Pero lo peor no es eso todav¨ªa. Tal vez lo peor sea que la transformaci¨®n digital de la econom¨ªa, la pol¨ªtica y la sociedad puede conformar nuestros cerebros de tal modo que pongamos de nuevo nuestras vidas en manos del taylorismo.
El taylorismo ¡ªprosigue Carr¡ª se convirti¨® en la filosof¨ªa de la Primera Revoluci¨®n Industrial, m¨¢s de cien a?os despu¨¦s del nacimiento de la m¨¢quina de vapor. Organizaba el trabajo de forma que se lograra la m¨¢xima velocidad, la m¨¢xima eficiencia y el m¨¢ximo resultado. Y podr¨ªa ocurrir que lo que Taylor hizo para el trabajo manual, lo est¨¦ haciendo ahora Google para el trabajo mental. Cosa peligrosa si las hay, porque, seg¨²n Taylor, si este sistema se aplicara a todo el trabajo manual, se llegar¨ªa a una reestructuraci¨®n de la industria, pero tambi¨¦n de la sociedad, creando una utop¨ªa de eficiencia perfecta. ¡°En el pasado el hombre ha sido lo primero; en el futuro el sistema mismo ser¨¢ lo primero¡±, llegaba a afirmar. Y cabe pensar que este sistema funcion¨® como ¨¦tica de la manufactura industrial. Pero ?y si este sistema pasa a gobernar hoy tambi¨¦n el mundo de la mente?
La pregunta es ineludible. La transformaci¨®n digital es irreversible, el nuestro es ya un mundo digital, y no solo porque los nativos digitales no pueden imaginar otro diferente, sino porque los inmigrantes digitales nos hemos avecindado en ¨¦l, aprovechando los beneficios que proporciona. Entre ellos, que es fuente de productividad y competitividad en la pol¨ªtica, en la econom¨ªa y en la sociedad, de suerte que ning¨²n pa¨ªs puede perder la carrera de la digitalizaci¨®n si desea alcanzar un crecimiento sostenible. Y esto es verdad, pero tambi¨¦n lo es que en esa carrera el sistema nunca debe ponerse por delante de las personas, que humanizarlo es una necesidad vital.
Los inmigrantes digitales nos hemos avecindado al nuevo entorno aprovechando sus ventajas
Por eso es urgente reflexionar sobre las metas de la transformaci¨®n digital y sobre el modo de alcanzarlas, descubriendo sus ventajas y tambi¨¦n los problemas que plantea. Porque es imposible predecir el curso que van a seguir los avances tecnol¨®gicos, pero s¨ª que podemos anticipar para qu¨¦ mundo los queremos: para un mundo en que se respete la dignidad de las personas, sean humanas o transhumanas, de modo que la productividad y la eficiencia est¨¦n a su servicio, nunca se permitan menoscabarla, menos a¨²n anularla. La raz¨®n moral debe ir por delante de la raz¨®n t¨¦cnica.
Afortunadamente, en esta direcci¨®n camina el proyecto de construir una ciudadan¨ªa digital, tal como la vienen promoviendo la Agenda Digital para Europa, puesta en marcha por la Comisi¨®n Europea en 2010, y su r¨¦plica espa?ola desde 2013.
El objetivo es construir una ciudadan¨ªa digital de pleno derecho, lo cual exige hacer frente a retos como la ciberseguridad, la protecci¨®n de datos personales, la privacidad de los usuarios, la accesibilidad, la propiedad y la gesti¨®n de los datos o la mejora de las capacidades digitales. Pero tambi¨¦n abordar cuestiones tan complejas como qui¨¦n ser¨¢ responsable de un fallo de competencia rob¨®tica, c¨®mo enfrentar el hecho de que las m¨¢quinas tambi¨¦n tienen sesgos en sus decisiones o el problema de que los algoritmos carezcan de contexto.
Pertenecemos, por suerte, a esa Europa que sigue representando una voz humanizadora
Sin embargo, el reto acuciante consiste en anticiparse al impacto de la transformaci¨®n digital en el mundo laboral, teniendo en cuenta que los derechos sociales pertenecen al ADN de la Uni¨®n Europea, como reconoce de nuevo el Pilar Europeo de Derechos Sociales de abril de 2017. Proteger esos derechos exige al menos dos cosas: mejorar las competencias digitales de la ciudadan¨ªa y organizar el mundo del trabajo de tal modo que no queden excluidos.
En lo que hace a las competencias digitales, a Espa?a le queda mucho camino por andar, porque seg¨²n el DESI 2017 de la Comisi¨®n Europea, Espa?a ocupaba el lugar 16 entre los 28 Estados miembros, cuando lo cierto es que solo con una fuerza laboral competente digitalmente es posible abordar procesos de transformaci¨®n que garanticen el empleo y la sostenibilidad.
Pero no es m¨¢s sencillo hacer frente a la sustituci¨®n de trabajadores por robots, cuidando de que no haya excluidos del mercado laboral y de la atenci¨®n social, sino todo lo contrario, es sumamente complejo, pero indispensable. Teniendo en cuenta, por si faltara poco, que tambi¨¦n una reivindicaci¨®n tan justa como la de las pensiones depende del trabajo, sea de aut¨®ctonos o de inmigrantes.
Vivimos ya sobre una bomba de relojer¨ªa, que no solo amenaza con estallar, sino que va a hacerlo si no lo evitamos. Y es de asuntos como estos, esenciales para eliminar sufrimiento humano, de los que tendr¨ªamos que estar ocup¨¢ndonos los pol¨ªticos, los medios de comunicaci¨®n y los ciudadanos de a pie, en vez de seguir enredados en temas menores, discutiendo sobre si son galgos o podencos.
Por suerte, pertenecemos a esa Uni¨®n Europea, que, con todas sus limitaciones, sigue representando una voz humanizadora en el desorden geoestrat¨¦gico mundial, marcado por China, Rusia y el actual Estados Unidos. Potenciarla y trabajar en su seno para que nunca el sistema se anteponga a los seres humanos, para que la ciudadan¨ªa digital est¨¦ al servicio de las personas aut¨®nomas y vulnerables, es una exigencia de justicia ineludible.
Adela Cortina es catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Valencia, Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Pol¨ªticas y directora de la Fundaci¨®n ?TNOR.
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