Masas en la calle
Son manifestaciones de espontaneidad social ajenas a liderazgos partidistas
Hace poco m¨¢s de 20 a?os, los analistas empezaron a darle vueltas al fen¨®meno de la s¨²bita proliferaci¨®n de movimientos de masas en distintos pa¨ªses europeos. La espoleta fue la espectacular muestra de dolor en el Reino Unido con motivo de la muerte de Lady Di, pero tambi¨¦n la reacci¨®n a otros acontecimientos similares en diferentes lugares que no viene al caso referir ahora en detalle.
Ante la ausencia de una explicaci¨®n clara del fen¨®meno, se empez¨® a hablar de ¡°movimientos de masas no identificados¡±. En este mismo peri¨®dico, Andr¨¦s Ortega recog¨ªa entonces algunas de las posibles causas y apuntaba al aumento de la distancia entre pol¨ªticos y ciudadanos, al abandono de su actitud pasiva por parte de la ¡°mayor¨ªa silenciosa¡± y al ansia de los ciudadanos por mostrar sus preocupaciones haciendo caso omiso de las instancias mediadoras.
Lo sorprendente es que estas mismas razones encajan hoy tambi¨¦n para explicar lo que estamos viendo en muchas ciudades espa?olas. Empezaron las mujeres con su ampl¨ªsima movilizaci¨®n del pasado 8 de marzo, siguieron los jubilados y otros colectivos, y a partir de aqu¨ª es muy posible que lo hagan muchos otros grupos. Lo extraordinario es que suelen ir acompa?ados por ciudadanos corrientes que se suman a la convocatoria. Cuando se producen este tipo de movilizaciones en democracias consolidadas sin que haya una causa claramente discernible se encienden todas las alarmas. Es normal que un grupo que se sienta agraviado recurra a una manifestaci¨®n, como tambi¨¦n lo es que alg¨²n partido se quiera apuntar el tanto; lo extra?o es que produzcan este efecto contagio.
La democracia liberal contempor¨¢nea tiene una cierta aversi¨®n natural a ¡°la masa¡±. No en vano, pasamos de una democracia de masas a un sistema de ciudadanos individualistas y privatizados. Hoy, con el impacto de las redes sociales, podr¨ªamos decir que nos encontramos ante una ¡°democracia de enjambres¡±. Pero en esta los grupos se congregan en el ciberespacio, no en la calle. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando entonces?
No hay respuestas claras. Para empezar, lo que mejor encaja es que se trata de manifestaciones de espontaneidad social ajenas a liderazgos partidistas. Son expresi¨®n, por tanto, de la actual crisis de las intermediaciones. Los partidos se suman ex post, cuando ya han estallado. Como en su d¨ªa ocurri¨® con el 15-M, no puede decirse que alguien lo lidere. La pol¨ªtica ¡ªy los propios medios¡ª ya no controlan la agenda, esta se va configurando de abajo arriba. Por otra parte, tienen un car¨¢cter transversal, van m¨¢s all¨¢ del cl¨¢sico eje izquierda/derecha, como se vio sobre todo en el caso de las mujeres. Una vuelta de tuerca m¨¢s en la desfiguraci¨®n de las ideolog¨ªas.
Pero todo esto no son m¨¢s que hip¨®tesis. Siempre hay algo de inquietante cuando aflora lo soterrado, y la urgencia por aportar razones no garantiza que demos con una explicaci¨®n veros¨ªmil. Me temo que por ahora nos toca esperar.
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