Sarkozy antes de Trump
A ambos se les acusa de ser financiados por un Estado extranjero cuando eran candidatos
El caso Nicolas Sarkozy no es una cl¨¢sica, y desgraciadamente corriente, pel¨ªcula de corrupci¨®n p¨²blica que los ciudadanos de las democracias est¨¢n habituados a contemplar en Europa. El expresidente fue interrogado el martes pasado, desde las ocho de la ma?ana hasta casi medianoche, y durante el d¨ªa siguiente. Un episodio in¨¦dito para un exjefe de Estado en la historia de la V Rep¨²blica francesa. Lo que est¨¢ en juego no s¨®lo es la financiaci¨®n ilegal de su campa?a electoral de 2007 ¡ªlo que es un delito¡ª, sino las sospechas que apuntan a la existencia de una financiaci¨®n por parte de un Estado extranjero, que interviene as¨ª directamente en las elecciones francesas, violando la soberan¨ªa nacional con la complicidad de un candidato a la presidencia. Es decir, exactamente lo que se reprocha, desde hace meses en EE UU, a Donald Trump, acusado de haberse beneficiado de la ayuda del jefe del Estado ruso. El interrogatorio de Sarkozy concluy¨® con la imputaci¨®n de delitos de ¡°corrupci¨®n pasiva, financiaci¨®n ilegal de campa?a electoral y aceptaci¨®n de fondos p¨²blicos libios¡±. S¨ª, libios. Es muy grave.
Implicado ya en una decena de ¡°asuntos delictivos¡±, desde la corrupci¨®n a la delincuencia organizada en torno al logro de financiaciones ilegales en su conquista del poder, Sarkozy entra ahora en una tormenta devastadora. En un informe reciente, la Fiscal¨ªa Nacional Financiera, m¨¢xima autoridad en esta materia criminal, califica al expresidente y sus c¨®mplices de ¡°delincuentes veteranos¡±. En efecto, se le atribuye haber recibido cinco millones de euros para financiar su campa?a de 2007 de la mano de su ¡°amigo¡± de entonces, el dictador libio Muamar el Gadafi. Sarkozy era en aquel tiempo el principal apoyo en el mundo occidental de este s¨¢trapa, as¨ª como de otros similares presidentes d¨¦spotas, el egipcio Hosni Mubarak y el mafioso clept¨®crata tunecino Zine el Abidine Ben Al¨ª. Sin embargo, el ¡°amigo fiel¡± retir¨® su apoyo a los tres dictadores tras el ¨¦xito de la revoluci¨®n tunecina y su extensi¨®n en el mundo ¨¢rabe. Ahora deb¨ªa cambiar su rumbo y perseverar en la destituci¨®n de sus colegas.
Los jueces encargados del asunto sostienen pruebas contundentes para demostrar la financiaci¨®n extranjera de la campa?a electoral de Sarkozy, pues cuentan con relevantes testigos y exdirigentes libios, aparte de hombres de confianza del excandidato que declaran ahora en contra suya. De ah¨ª que inevitablemente se siembren dudas sobre los motivos profundos de la intervenci¨®n militar francesa de 2011, que acab¨® destruyendo el r¨¦gimen libio. El propio Gadafi acus¨® a Sarkozy de haber solicitado y recibido dinero suyo. Hoy su hijo, encarcelado en Libia, reitera la acusaci¨®n. Como cabe esperar, la defensa del expresidente consiste en negar todo en bloque, tachando a los libios de tramar una ¡°venganza¡± contra ¨¦l. Ser¨¢ en balde si se considera que la justicia francesa no se comprometer¨ªa sin pruebas inequ¨ªvocas en un caso de tal magnitud. Y es ya innegable que Francia ha tenido un caso Donald Trump avant la lettre.
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