Privacidad en la Red

El esc¨¢ndalo por la utilizaci¨®n fraudulenta de los datos personales de 50 millones de usuarios de Facebook ha puesto a la todopoderosa compa?¨ªa tecnol¨®gica en una complicada situaci¨®n que puede da?ar seriamente su reputaci¨®n, ya de por s¨ª erosionada por su papel en la circulaci¨®n de fake news a trav¨¦s de Internet. El presidente y fundador de la plataforma, Mark Zuckerberg, ha admitido errores, pero sus explicaciones no han calmado a los mercados financieros ni satisfecho la justa indignaci¨®n de los millones de personas que han visto c¨®mo la compa?¨ªa brit¨¢nica Cambridge Analytica ha utilizado sin permiso millones de perfiles en beneficio de la campa?a electoral de Donald Trump.

Velar por la privacidad y proteger la informaci¨®n de los usuarios es una obligaci¨®n ineludible de Facebook, y en general de marcas como Google, Amazon, YouTube y Twitter, que acumulan en sus potentes servidores una ingente cantidad de referencias personales. Esa informaci¨®n es el pilar sobre el que se asienta su modelo de negocio. Sus algoritmos procesan los h¨¢bitos de navegaci¨®n del p¨²blico para servirles posteriormente mensajes publicitarios personalizados. Un uso perverso de este torrente de datos puede agitar movilizaciones en la calle, manipular a la opini¨®n p¨²blica en asuntos pol¨¦micos o incitar a los ciudadanos a votar a un determinado candidato, torpedeando as¨ª la esencia de la democracia.

Las sospechas sobre la capacidad de Facebook de influir en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica son graves y sus esfuerzos, si verdaderamente aspira a recuperar la confianza de los usuarios, deber¨ªan ir dirigidos a disipar esas acusaciones. La compa?¨ªa, que ha dise?ado cortafuegos contra las noticias falsas en la Red y establecido mecanismos para idenficar los medios fiables, tiene tambi¨¦n la responsabilidad de incrementar el control de los anuncios pol¨ªticos, a¨²n a costa de perder una (m¨ªnima) parte de sus ingresos publicitarios.

No se puede negar que las empresas tecnol¨®gicas han contribuido a construir un mundo m¨¢s abierto y conectado. Son un motor de la globalizaci¨®n. Pero el esc¨¢ndalo generado por la fuga de datos a trav¨¦s de la firma brit¨¢nica evidencia la fragilidad y vulnerabilidad de Internet en la custodia de millones de perfiles. Los usuarios tienen derecho a saber de qu¨¦ modo se gestiona su informaci¨®n, qu¨¦ riesgos corre y los parches de protecci¨®n aplicados para taponar grietas como las de Facebook.

Para devolver la confianza a los 2.000 millones de personas afiliadas a Facebook, la compa?¨ªa est¨¢ obligada a dar explicaciones detalladas y convincentes. La Administraci¨®n estadounidense, el Parlamento brit¨¢nico y la Euroc¨¢mara reclaman a Zuckerberg respuestas concluyentes y medidas eficaces. Como ha apuntado el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, tiene que aclarar ante los representantes de 500 millones de ciudadanos que no se han utilizado datos personales para manipular la democracia. La privacidad es equiparable a otros derechos fundamentales, como el honor y la intimidad, y debe ser preservado con la misma firmeza.