Yuri Gagarin, el astronauta bajito de la sonrisa ¡°luminosa¡±
Se cumplen 50 a?os de la muerte del cosmonauta sovi¨¦tico, que se convirti¨® en 1961 en el primer hombre en completar una ¨®rbita a la Tierra
Se cumple hoy medio siglo del fallecimiento de Yuri Gagarin. Fue el 27 de marzo de 1968 cuando se estrell¨® el avi¨®n que pilotaban ¨¦l y un instructor llamado Vladimir Seryogin. Las circunstancias del accidente fueron vagas e inconexas y as¨ª se mantuvieron durante m¨¢s de 40 a?os, lo cual contribuy¨® a acrecentar a¨²n m¨¢s su estatus de leyenda.
Yuri Alexeyevich Gagarin fue desde el primer momento el prototipo del nuevo hombre sovi¨¦tico, perfecto para personalizar al astronauta lanzado a la conquista del cosmos en un momento de la guerra fr¨ªa en que las dos superpotencias compet¨ªan por demostrar su dominio del espacio. Joven, dotado de una simpat¨ªa arrolladora y poseedor de una sonrisa que el propio Sergei Korolev describi¨® como ¡°luminosa¡± tambi¨¦n se demostr¨® capaz de dominar las complejidades del vuelo orbital y las exigentes pruebas f¨ªsicas de su entrenamiento.
Gagarin siempre fue el candidato preferido para asignarle el primer vuelo espacial, incluso por votaci¨®n entre sus propios compa?eros cosmonautas. Aparte de sus habilidades t¨¦cnicas, Yuri proven¨ªa de una familia modesta y hab¨ªa alcanzado el grado de oficial en la fuerza a¨¦rea sovi¨¦tica tras pasar un aprendizaje como matricero en una fundici¨®n y luego, en una f¨¢brica de tractores agr¨ªcolas; dominaba intuitivamente las relaciones p¨²blicas (algo que le ser¨ªa de mucha utilidad despu¨¦s de su vuelo) y ten¨ªa experiencia no solo como piloto de caza sino tambi¨¦n como paracaidista. Y, adem¨¢s, era bajito: no llegaba al metro sesenta. Dadas las reducidas dimensiones de la c¨¢psula Vostok, eso era un plus.
Al contrario que alguno de sus compa?eros, Gagarin no se vio envuelto en esc¨¢ndalos, al menos que trascendieran p¨²blicamente. Su suplente en el vuelo, Gherman Titov, arrastr¨® siempre fama de mujeriego y bebedor. Otros tres astronautas del grupo (Grigoriy Nelyubov, Ivan Anikeyev y Valentin Filatiyev) fueron expulsados a ra¨ªz de una fenomenal borrachera seguida -en el caso de Nelyubov- de una negativa a presentar excusas. Hasta tal punto cayeron en desgracia que sus im¨¢genes?desaparecieron de todas las fotograf¨ªas oficiales, una operaci¨®n nada f¨¢cil en una ¨¦poca que no exist¨ªa el Photoshop. En Occidente circularon las versiones?antes y despu¨¦s de las fotos. Esas inexplicadas ausencias dieron origen a la leyenda de los astronautas rusos muertos en el espacio y silenciados por las autoridades.
El 12 de abril de 1961, Yuri Gagarin se convirti¨® en el primer hombre en completar una ¨®rbita a la Tierra en apenas 90 minutos. Oficialmente, fue un vuelo perfecto; aunque a?os m¨¢s tarde ir¨ªan conoci¨¦ndose detalles que hac¨ªan dudar de tanto optimismo: La trayectoria del?Vostok se desvi¨® debido a un fallo en su sistema de guiado por radio; eso desplaz¨® el lugar de aterrizaje casi 1.400 kil¨®metros hacia el oeste: en lugar de caer en la estepa, cerca de la base de partida como estaba previsto, fue a parar al sur de la poblaci¨®n de Engels, a la orilla del Volga. Para ser exactos, a cuatro kil¨®metros escasos de la orilla. Algunos t¨¦cnicos que segu¨ªan su descenso desde Kazajist¨¢n llegaron a temer que cayese en el agua.
La reentrada no hab¨ªa sido confortable a causa del mal funcionamiento del sistema de separaci¨®n de la c¨¢psula. El habit¨¢culo, una esfera de dos metros de di¨¢metro, baj¨® dando violentos tumbos y arrastrando tras de s¨ª el compartimento de equipos auxiliares hasta que el manojo de cables se quem¨® y las dos piezas quedaron libres. Gagarin tuvo que soportar deceleraciones del orden de las 10 ges.
Yuri Alexeyevich Gagarin fue desde el primer momento el prototipo del nuevo hombre sovi¨¦tico, perfecto para personalizar al astronauta lanzado a la conquista del cosmos en un momento de la guerra fr¨ªa en que las dos superpotencias compet¨ªan por demostrar su dominio del espacio
Korolev quer¨ªa haber equipado el Vostok con un sistema de cohetes que suavizase el choque contra el suelo pero no dio tiempo de ponerlo a punto. Gagarin tendr¨ªa que saltar de la c¨¢psula mediante el asiento eyectable al llegar a los 5.000 metros de altura. Es lo que hizo, yendo a aterrizar en medio de un campo de cultivo, ante la mirada asombrada de un granjero y su hija. Ellos fueron los primeros en encontrarse cara a cara con un viajero venido del espacio.
Durante muchos a?os, la URSS ocult¨® el hecho de que Gagarin hubiese saltado en paraca¨ªdas, por un motivo casi burocr¨¢tico: la homologaci¨®n de los r¨¦cords incontestables de altura y velocidad. Pero las normas de la Federaci¨®n Aeron¨¢utica Internacional exig¨ªan que el piloto despegase y aterrizase dentro de su nave. No fue sino hasta diez a?os m¨¢s tarde cuando se reconocieron las circunstancias reales del vuelo. Y, de paso, se corrigi¨® otro detalle: Se hab¨ªa dado como lugar de despegue Baikonur cuando el centro de lanzamiento estaba en Tyuratam, 300 kil¨®metros m¨¢s al oeste. Una simple medida de precauci¨®n para mantener secreta la situaci¨®n de la base.
Gagarin no volvi¨® a volar al espacio, en especial, tras haber sido asignado como reserva en el vuelo del primer Soyuz, que acab¨® en desastre con la p¨¦rdida del piloto Vladimir Komarov. Era demasiado valioso como s¨ªmbolo. S¨ª se le permiti¨® seguir pilotando aviones. As¨ª fue como aquella ma?ana, con cielo muy cubierto, despeg¨® en un MiG-15 como parte del programa para revalidar su licencia. El aparato, un biplaza de entrenamiento, era un dise?o que se remontaba a la guerra de Corea, no especialmente nuevo ni potente.
Corrieron muchas versiones sobre la causa del accidente. Se habl¨® las malas condiciones meteorol¨®gicas, del impacto con un ave o de que el avi¨®n hab¨ªa intentado maniobras acrob¨¢ticas a pesar de ir equipado con dep¨®sitos alares de combustible. O que Gagarin y su acompa?ante se hab¨ªan distra¨ªdo persiguiendo un reba?o de ciervos. O que hab¨ªan sufrido una desmayo por falta de ox¨ªgeno debido a una v¨¢lvula de la carlinga que accidentalmente hab¨ªa quedado abierta. O que hab¨ªan perdido el control del avi¨®n al intentar un descenso r¨¢pido para recuperarse de la p¨¦rdida de presi¨®n. Incluso se sugiri¨® un ¨²ltimo rasgo de hero¨ªsmo en Gagarin quien habr¨ªa conseguido desviar la trayectoria al darse cuenta de que iban a caer sobre un ¨¢rea habitada.
La versi¨®n oficial, seg¨²n documentos desclasificados 43 a?os m¨¢s tarde, atribu¨ªa el accidente a una maniobra brusca, quiz¨¢ para evadir un globo meteorol¨®gico o simplemente creyendo que el techo de la espesa capa de nubes estaba m¨¢s alto. Por lo visto, tambi¨¦n los informes meteorol¨®gicos eran err¨®neos en ese sentido. Pero para entonces, Alexei Leonov, otro de los cosmonautas hist¨®ricos, ya hab¨ªa hecho p¨²blica la verdadera naturaleza del ¡°globo sonda¡±. Y se trataba de un testigo de excepci¨®n, tanto por su historial ¨Cprimer astronauta en realizar un paseo espacial y candidato a ser el primer ruso en la Luna- como por el hecho de encontrarse en el teatro del accidente.
Seg¨²n Leonov, el otro veh¨ªculo era un prototipo del nuevo interceptor supers¨®nico Sukhoi Su-15, que estaba volando por la misma zona, a muy baja cota; algo inconcebible puesto que deber¨ªa hacerlo por encima de los 10.000 metros. Con las malas condiciones de visibilidad, los pilotos no se apercibieron de la presencia del otro avi¨®n y pasaron a poqu¨ªsima distancia uno de otro, quiz¨¢s a menos de quince metros. La onda de choque generada por el Su-15 y el rebufo de su escape desestabiliz¨® al MiG, envi¨¢ndolo a una p¨¦rdida de sustentaci¨®n de la que ya no pudo recuperarse.
Rafael Clemente es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ci¨¨ncia de Barcelona (actual CosmoCaixa).
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