Ni?as de d¨ªa, putas de noche
'Love' narra la historia de cientos de menores que se prostituyen como forma de supervivencia y c¨®mo ayuda el ¨²nico refugio que tienen: un hogar de las Misiones Salesianas
Una ma?ana de mediados de marzo, como muchas otras ma?anas, entregaron el correo y dejaron un paquete al lado del ordenador. Apenas pesaba, al menos hasta que fue abierto. Era de pl¨¢stico fino, de pelo largo y de color yema, sandalias rosas de tac¨®n, dos trozos de tela deshilachada como top y como falda y un bolso horrible con unas cuantas piedras brillantes para adornarlo. Se llamaba Aminata, La Mu?eca Prostituta, y ya no solo pesaba, tambi¨¦n desconcertaba, confund¨ªa y molestaba. Hasta que le dabas la vuelta: el reverso de la caja era una convocatoria de prensa de las Misiones Salesianas para asistir a la presentaci¨®n del documental Love sobre la prostituci¨®n de ni?as en Freetown, la capital de Sierra Leona.
Aminata existe, ten¨ªa 13 a?os cuando se convirti¨® en prostituta, lleg¨® a cobrar 20 c¨¦ntimos de euro por tener sexo y 1,50 le parec¨ªa una peque?a fortuna. Enferm¨®, fue violada y maltratada. Contrajo enfermedades de transmisi¨®n sexual, a su padre ni lo recuerda y su madre muri¨®, vivi¨® entre la basura y durmi¨® mientras las ratas ca¨ªan por la hojalata del techo. Aminata se pintaba los labios y los p¨¢rpados y las pesta?as frente a un sucio espejo de pl¨¢stico rodeado de velas siempre a punto de consumirse, y se iba a la calle, a buscar un lugar de paso de clientes, de madrugada, sin preservativos y sin ninguna certeza sobre si volver¨ªa al slum de donde sal¨ªa, casi cada noche. Aminata ten¨ªa 13 a?os cuando empez¨® todo y no so?¨® nunca con ser prostituta.
Tampoco aspiraban a vender sus noches ni sus cuerpos las otras adolescentes que aparecen junto a Aminata en el documental, dirigido por Ra¨²l de la Fuente e ideado por Alberto L¨®pez, que fue quien descubri¨® el tema y realiz¨® varias visitas de preproducci¨®n antes de viajar, como productor, junto a De la Fuente y Natxo Leuza. Este 4 de abril los tres est¨¢n de estreno.?
A De la Fuente le cuesta mantener la emoci¨®n y el orgullo cuando lleva un rato de conversaci¨®n al tel¨¦fono. Por los datos t¨¦cnicos pas¨® sin problema: el documental, que es la und¨¦cima colaboraci¨®n del realizador con los salesianos, se grab¨® entre mayo y noviembre de 2017 con un equipo peque?o, no deb¨ªa ser ni invasivo ni lesivo. ¡°Trabajamos con c¨¢maras bastante peque?as e iluminaci¨®n muy ligera; casi siempre de noche?o a primeras o ¨²ltimas horas del d¨ªa [para buscar la luz m¨¢s adecuada]¡±. En Sierra Leona tuvieron todas las facilidades que pueden pedirse en un contexto as¨ª: ¡°Jorge Crisafulli [el misionero salesiano que encontr¨® a las ni?as y trabaja con ellas] no es solo una persona fant¨¢stica, es, adem¨¢s, un buen productor. Consigui¨® casi cualquier propuesta: favelas, basureros, una barca, los paisajes, grabar con dron, hablar con la polic¨ªa...¡±.?
Pero tras esa consecuci¨®n de detalles t¨¦cnicos, ¡°impecables, eso s¨ª¡±, est¨¢ la historia, y est¨¢ convencido el director de que es ¡°la m¨¢s sensible y m¨¢s dura y m¨¢s aberrante¡± con la que se ha cruzado nunca. Volver a la sala de edici¨®n para revisar a trav¨¦s de una pantalla lo que segu¨ªa ocurriendo en Freetown no fue f¨¢cil. ¡°Hab¨ªa que enfrentarse a ello cada ma?ana, siendo conscientes de esa realidad... El objetivo de esta pel¨ªcula es mostrarla y enaltecer la figura de estas chicas. Porque de verdad son tremendamente valientes¡±.?
De la Fuente, que conoci¨® Sierra Leona en 2006, sabe que la herida de la violencia y la muerte en el pa¨ªs supura sin descanso: los ecos de la guerra civil, el ¨¦bola, los incendios, las inundaciones... Y a pesar de conocerlo, recuerda con ¡°horror¡± el d¨ªa que entr¨® por primera vez al cuchitril donde viv¨ªa Aminata: ¡°Parec¨ªa un cuento de los hermanos Grimm. Las ni?as estaban en c¨ªrculo, una contra otra, contando aquellas pesadillas. El d¨ªa del primer contacto perd¨ª el sue?o, era como la casa del terror¡±. Por su memoria tambi¨¦n ronda el chulo, al que las menores llaman Daddy, para quien el sometimiento y el control est¨¢ tan normalizado y es tan impune que ni siquiera le import¨® ser filmado. Rabia, impotencia e incredulidad son las palabras que usa De la Fuente para describir el choque emocional que supuso verlas sonre¨ªr como ni?as mientras relataban los peque?os infiernos por los que hab¨ªan pasado.?
Ese es exactamente el resumen que hace, pidiendo perd¨®n con antelaci¨®n por si la frase resulta cruda, Jorge Crisafulli: ¡°Son ni?as de d¨ªa, pero por la noche son prostitutas, ejercen la prostituci¨®n como adultas¡±. Desde hace a?os, las Misiones Salesianas recorren las calles de Freetown buscando a los menores hu¨¦rfanos o abandonados, a los que pudieran ayudar. En esa b¨²squeda, en septiembre de 2016, el salesiano se dio cuenta de la enorme cantidad de ni?as que hab¨ªa en ciertos puntos de la ciudad. Recuerda que era ¨¦poca de lluvias la primera vez que se top¨® con el grupo de Aminata; sobre ese suelo embarrado que levantaba gotas de fango al pisar, Crisafulli se acerc¨®, espantando a los hombres que las rodeaban y en 15 minutos de conversaci¨®n les explic¨® qui¨¦n era, d¨®nde trabajaba y qu¨¦ les pod¨ªa ofrecer: una revisi¨®n m¨¦dica en el Connaught Hospital de Freetown, un techo y comida. ¡°Recuerdo que Aminata, Teresa y Victoria se rieron y se marcharon¡±.
Al d¨ªa siguiente, seis de las siete se presentaron en la casa. ¡°La m¨¢s peque?a ten¨ªa nueve a?os, la mayor no hab¨ªa cumplido los 15¡±. Las llevaron al hospital, les dieron un plato de arroz que ellas quisieron repetir y, entonces, entraron en escena los peluches. ¡°Antes de irnos para el m¨¦dico me acord¨¦ de que ten¨ªa un saco de ositos que hab¨ªan enviado. Le di uno a cada una y se pusieron a jugar y a coloc¨¢rselos a la espalda con una tela, como llevan las mujeres africanas a sus beb¨¦s. Me di cuenta ah¨ª, de forma clar¨ªsima: eran ni?as. Sent¨ªan, miraban, pensaban, se re¨ªan y viv¨ªan como ni?as¡±. Con esa ¡°revelaci¨®n¡± naci¨® el programa Girls OS+ (Os, en criollo, significa refugio): an¨¢lisis cl¨ªnicos (s¨ªfilis, gonorrea, hepatitis, sida¡), atenci¨®n sanitaria, tres comidas al d¨ªa, una casa donde vivir y la ayuda y el empuje para retomar los estudios y reinsertarse con sus familias. Algo que consiguen cada vez m¨¢s ni?as.
Detr¨¢s de cada peque?o ¨¦xito est¨¢ el trabajo de 15 trabajadores sociales. ¡°Un ej¨¦rcito de gente trabajando contra todo aquello que perjudique a las menores y con un programa que fue haci¨¦ndose m¨¢s completo con el tiempo¡±. A trav¨¦s de Girls Shelter+ se las empodera para salir de las calles, y otras chicas que ya han conseguido salir de la prostituci¨®n, comparten sus experiencias para animar al resto.
El trabajo de Don Bosco Fambul tiene varias ramas y es concienzudo y constante. En cuanto a salud, cubren las revisiones m¨¦dicas y los an¨¢lisis de las menores, que ellas no pueden costearse pr¨¢cticamente nunca en un pa¨ªs en el que si no tienes dinero, puedes olvidarte de la sanidad: ¡°Lamentablemente, el 100% padece alguna enfermedad de transmisi¨®n sexual y un porcentaje alto tiene sida y hepatitis B¡±. Dos semanas antes de esta entrevista, una ni?a de 14 a?os hab¨ªa muerto por hepatitis B, ¡°con sida, adem¨¢s, y llena de verrugas genitales¡±. Crisafulli explica que esta muerte no solo impact¨® emocionalmente en la vida del resto de las chicas que viv¨ªan con ella y que la vieron fallecer, sino que hay un efecto resorte que las empuja a pedir ayuda a los salesianos, que en la mayor¨ªa de ocasiones buscan de forma proactiva a las chicas.
?¡°Un autob¨²s de Don Bosco sale cada viernes a las cuatro de la tarde para recorrer las calles de Freetown e ir recogiendo a las chicas. Ellas ya saben que ese d¨ªa no han de preocuparse por la comida, as¨ª que no se trabaja¡±, cuenta Crisafulli. Y cada viernes, al final del recorrido, donde tienen montado un peque?o stand, hay entre 70 y 90 ni?as. ¡°Estas salidas con el autob¨²s han sido una estrategia incre¨ªblemente afortunada. No hay que esperar, hay que salir antes, de que lleguen con los problemas ya irresolubles, hay que prevenir¡±. Durante el recorrido y en distintos talleres surgidos de esos viajes las chicas aprenden higiene sexual y reproductiva, pueden saber si tienen VIH/sida y la congregaci¨®n las inscribe en un programa de antirretrovirales del Gobierno, conocen mecanismos para detectar se?ales de violencia de g¨¦nero, turismo sexual y tr¨¢fico de personas y, quienes son buenas comunicadoras, hacen un curso con una ONG para aprender a compartir su experiencia y evitar que otras chicas pasen por lo mismo. ¡°Es importante que sean ellas mismas quienes transmitan su experiencia. Si yo les intento dar consejos... ?bah!, a m¨ª no me dan ni bolilla. Entre ellas s¨ª¡±.
Tambi¨¦n en esos peque?os recorridos se les insiste en la Line Child, una l¨ªnea telef¨®nica que funciona de forma ininterrumpida desde 2010 y que sirve para que cualquier menor llame para compartir y buscar soluci¨®n a sus problemas. ¡°Ahora queremos crear la Hot Line, un n¨²mero gratis y an¨®nimo que sirva como campa?a antitr¨¢fico, para que cualquiera que vea una situaci¨®n rara pueda denunciarla¡±, apunta el misionero. Sabe que sin una base educativa, en todos los sentidos, ser¨¢ dif¨ªcil que las ni?as quieran y puedan salir de ese bucle en el que se convierte la prostituci¨®n, ya sea por supervivencia propia, la de familiares o para pagar los estudios de sus hermanos o los suyos propios. En Don Bosco Fambul tienen ya algunos programas para aportarles esa base y formarlas profesionalmente: ¡°Darles no solo la esperanza, sino las herramientas para avanzar en aquel oficio que se propongan¡±. Crisafulli apunta, por ejemplo, a negocios de peluquer¨ªa, abastos, hosteler¨ªa, catering o limpieza, estructurados, en parte, a trav¨¦s de acuerdos con negocios de Freetown para que el aprendizaje sea realmente pr¨¢ctico y efectivo.
Y la ¨²ltima parte, a veces la m¨¢s dolorosa y la m¨¢s dif¨ªcil: la reinserci¨®n. Lo que desde las misiones se llama reunificaci¨®n y que ya han conseguido con ¨¦xito en 146 casos. ¡°Haber estado prostituy¨¦ndose es una llaga infecciosa. Si las familias se enteran [las que todav¨ªa la tienen] las rechazan. Cuando hacemos el estudio para ver d¨®nde pueden reinsertarse, los m¨¢s abiertos son los abuelos¡±. Es entonces cuando uno de los trabajadores de las misiones les explica los abusos, traumas, violencia y dificultades por las que han pasado las ni?as. ¡±Y los abuelos siempre est¨¢n ah¨ª, dispuestos a entender y a hacerles un hueco para volver a empezar¡±.
Exactamente lo que ocurri¨® con Aminata, a pesar de lo dif¨ªcil que fue que se diera cuenta de que su vida no ten¨ªa por qu¨¦ ser esa. Ella, cuando mira hacia atr¨¢s, cuando vio el documental, no puede evitar llorar, incontenible, y repite ¡°cu¨¢nto dolor¡± una y otra vez. Volvi¨® a casa de su abuela, en la aldea de Pebel, para cuidarla y dejarse cuidar. All¨ª tiene montado un servicio de peluquer¨ªa y un peque?o mercado; ahora, sin l¨¢grimas, cuenta que es respetada, querida y admirada por su comunidad. Ahora, por fin, la tratan bien.
Y as¨ª, lejos de los golpes, las violaciones, las torturas, los proxenetas, las bandas y los gangsters, el hambre, la soledad y la suciedad, la miseria, el dolor y la muerte deber¨ªan vivir las ni?as de Freetown, las ni?as de cualquier lugar del mundo. ¡°Lejos de la prostituci¨®n, lejos del horror¡±, repite Crisafulli. Por eso y para eso ellas quisieron plantarse frente a la c¨¢mara de Ra¨²l de la Fuente: para que el mundo sepa que est¨¢n ah¨ª, para que eso ayude a acabar con sus infiernos. Para dejar de ser invisibles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Sierra Leona
- Prostituci¨®n menores
- Misioneros
- Feminismo
- Prostituci¨®n
- Explotaci¨®n sexual
- ?frica occidental
- VIH SIDA
- ?frica subsahariana
- Machismo
- Menores
- Delitos sexuales
- Movimientos sociales
- ?frica
- Sexismo
- Epidemia
- Derechos mujer
- Mujeres
- Relaciones g¨¦nero
- Cristianismo
- Grupos sociales
- Religi¨®n
- Delitos
- Prejuicios
- Problemas sociales
- EP Social
- Mujeres
- Planeta Futuro
- Blogs