Peores
Nadie deber¨ªa celebrar que se fuguen empresas, que se suspendan eventos, que se enrarezca el aire que respiramos todos
Es parad¨®jico y, sobre todo, triste. La crisis econ¨®mica, que nos afect¨® a todos, que nos hizo m¨¢s pobres y sembr¨® nuestro ¨¢nimo de preocupaciones que la mayor¨ªa de nosotros nunca hab¨ªa sentido, hizo aflorar lo mejor de los espa?oles. Virtudes que parec¨ªan extinguidas por la cultura del pelotazo, como la solidaridad, la fraternidad o la empat¨ªa por la desgracia ajena, florecieron en los tiempos oscuros. La generosidad de las redes familiares mantuvo a flote a los m¨¢s desdichados, asegurando una paz social que el Estado no hab¨ªa sido capaz de garantizar. Lo parad¨®jico, lo triste, es que ahora, mientras las econom¨ªas individuales se recuperan, aunque sea a costa de contratos basura y salarios de pobreza, ocurre exactamente lo contrario. La crisis pol¨ªtica e institucional que ha resultado del proceso catal¨¢n nos ha hecho peores. Nadie deber¨ªa celebrar que una persona sea encarcelada. Nadie deber¨ªa celebrar que la acosen, la amenacen y tenga que protegerla la polic¨ªa. Nadie deber¨ªa celebrar que se fuguen empresas, que se suspendan eventos, que se enrarezca el aire que respiramos todos. Y, sin embargo, eso es lo que est¨¢ pasando, en un lado y en el otro. La miseria moral que desencadena tanto rencor est¨¢ envileciendo nuestra vida cotidiana, generando opiniones demag¨®gicas de un calibre que remite a otras ¨¦pocas, contagiando el debate p¨²blico sobre cualquier tema de una aspereza, una violencia, m¨¢s propias de un clima preb¨¦lico que de la situaci¨®n real de nuestro pa¨ªs. El destino de Catalu?a ya no es solamente un asunto catal¨¢n. En la medida en la que nos est¨¢ convirtiendo en personas peores de lo que somos, todos los espa?oles necesitamos por igual una buena soluci¨®n pol¨ªtica al conflicto. Y la necesitamos ya.
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