Mejor no venga
Este ya no es el pa¨ªs de Bob Dylan, es el pa¨ªs de Donald Trump
Llevo cuatro a?os viajando a Estados Unidos con regularidad. Me gustan los americanos, porque en general son buena gente. Sin embargo, cada vez que aterrizo en Estados Unidos, me someten a una peque?a tortura que solo busca la exhibici¨®n del poder y de la fuerza. Tras salir del avi¨®n, llego al control de inmigraci¨®n y un polic¨ªa me examina el pasaporte, examina mis papeles, mis huellas digitales, el iris de mis ojos, me hace preguntas, contesto las preguntas, me vuelve a hacer m¨¢s preguntas, vuelvo a contestarle. Llega el momento en que le digo al polic¨ªa que escribo libros. Me sonr¨ªe. Acto seguido, mete mi pasaporte en una bolsa de pl¨¢stico algo usada y me dice ¡°s¨ªgame¡±. Me saca de la fila, me conduce por medio aeropuerto sin que medie ninguna explicaci¨®n y me deja un sitio sin nombre. Yo le llamo ¡°el cuartelillo¡±. Antonio Mu?oz Molina le llama ¡°la oficina¡±. En fin, todos los que lo hemos sufrido hemos intentado ponerle nombre. Lo gracioso es que ese sitio no tiene ni nombre.
La primera y la segunda y la tercera vez que sufr¨ª este apartamiento inexplicado pens¨¦ que seguramente habr¨ªa una raz¨®n y me exig¨ª paciencia. Ahora s¨¦ que no la hay. Como mucho, se limitan a decir que tu apellido coincide con el de un ¡°bad man¡±, y eso es todo. En ese segundo control de pasaporte gratuito el polic¨ªa no lleva a cabo ninguna comprobaci¨®n que no haya hecho ya el primer polic¨ªa. Es una forma triste de entrar en un pa¨ªs. Da igual el pa¨ªs. A veces coincido en el cuartelillo con otras personas. Hace poco, con una pareja espa?ola de reci¨¦n casados. Los dos estaban asustados. Como experto en la situaci¨®n, les calm¨¦, les dije que con suerte en media hora ya les dejaban entrar. Nadie sabe cu¨¢nto tiempo pueden retenerte all¨ª. Algunas veces me da por sobreponerme a la tristeza y cobrar un poco de aliento y de valor y pedir alg¨²n tipo de explicaci¨®n. D¨ªgame en calidad de qu¨¦ he sido apartado de la cola, pues tengo toda mi documentaci¨®n en regla. ?Estoy detenido por alg¨²n delito? ?C¨®mo se llama este sitio en el que estoy? La polic¨ªa espera que reacciones as¨ª. Entonces, por preguntar, te conviertes en un subversivo, y ya acarician las esposas con pasi¨®n. Un polic¨ªa me dijo el otro d¨ªa que con ese apellido me iban a retener siempre. Pens¨¦ en mi apellido y pens¨¦ en mi padre, que me lo leg¨®. De sopet¨®n un polic¨ªa enorme, de unos 150 kilos, me dijo en espa?ol ¡°mejor no venga¡±.
El rostro de los pa¨ªses, de todos los pa¨ªses, ya es el rostro de su polic¨ªa de inmigraci¨®n. La impunidad con que me dijo ¡°no venga¡± me caus¨® p¨¢nico, no por m¨ª, sino por otros m¨¢s desgraciados que yo. Este ya no es el pa¨ªs de Bob Dylan, es el pa¨ªs de Donald Trump, me dije. Met¨ª mi libro en el bolso, pues se me ocurri¨® ense?arle un libro m¨ªo para que viera que era escritor y no un enemigo del pueblo americano, y esper¨¦ a que hiciera conmigo lo que le apeteciese. Me sell¨® el pasaporte. Y entr¨¦ en el pa¨ªs, con una sensaci¨®n de asco para la que ya no tengo edad.
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