Adi¨®s a la modernidad: es la hora del entretenimiento post-contempor¨¢neo
Una de las publicaciones digitales de tendencias m¨¢s relevantes, 'DIS Magazine', desaparece. Una exposici¨®n en La Casa Encendida de Madrid habla de su nuevo proyecto.
En noviembre recibimos una amarga noticia: Dis Magazine, una de las publicaciones digitales m¨¢s vanguardistas de la ¨²ltima d¨¦cada, dejaba de existir. Las despedidas son siempre dolorosas, pero en el caso del colectivo de arte DIS era solo un hasta luego. Se reencarnar¨ªan en dis.art, un canal de entrenamiento educativo en streaming dispuesto a suplir las carencias did¨¢cticas de las parrillas bajo demanda. Hasta siempre dismagazine.com, bienvenido dis.art.
DIS naci¨® en 2010, entre la onda expansiva de la crisis financiera y la primera presidencia de Obama, a partir de una cadena de correos electr¨®nicos mediante una veintena de artistas. Esos intercambios adoptaron un grado f¨ªsico a trav¨¦s de reuniones que, a la vez, se transformaban en fiestas y sesiones de fotos. Siete de los asistentes m¨¢s recurrentes a las raves de tormentas de ideas constituyeron el equipo inicial de DIS: Lauren Boyle, Solomon Chase, S. Adrian Massey III, Marco Rosso, Patrik Sandberg, Nicholas Scholl y David Toro.
Fruto de una ruptura significativa con la d¨¦cada anterior y envueltos en un cambio de paradigma cultural, est¨¦tico y cognitivo, Dis Magazine asent¨® las bases para una narrativa (pre)post-Internet. Entonces, cuentan desde DIS, ¡°la sobreproducci¨®n de im¨¢genes acababa de nacer, las revistas no ten¨ªan p¨¢gina web, Kanye West acababa de abrirse Twitter y no exist¨ªa Instagram¡±.
La visionaria publicaci¨®n sac¨® partido a todas las revoluciones del Internet 2.0, con la explosi¨®n de comunidades virtuales y contenidos generados por usuarios. Plataformas de intercambios de datos alimentadas por una mayor velocidad de transferencia-descarga y una conectividad global cada vez m¨¢s m¨®vil, hicieron posible simbiosis in¨¦ditas hasta entonces entre diversas practicas art¨ªsticas.
Los art¨ªculos ya no eran meramente fotos y textos est¨¢ticos, a cada uno se le dotar¨ªa de una direcci¨®n creativa hiperactiva con altas dosis efectos al scroll, parallax y gifs. Dis Magazine exprim¨ªa el esp¨ªritu an¨¢rquico de los fanzines y lo traduc¨ªa a un vern¨¢culo de internet.
Fueron capaces de reunir a una comunidad colaborativa de pensadores, dise?adores, artistas, fot¨®grafos, m¨²sicos y analistas de tendencias. Nombres como Telfar, Ryan Trecartin, Babak Radboy, Fatima Al Qadiri, Jon Rafman, AIDS-3D, K-Hole, entre otros, referentes en sus propias disciplinas, dieron forma a un lenguaje com¨²n que comparti¨® toda una generaci¨®n.
La espina dorsal de Dis Magazine siempre fue la moda, expuesta a una disecci¨®n intelectual y foco de una broma colectiva en las que todos participaban. A las rese?as de los desfiles y propuestas m¨¢s vanguardistas, se le sumaban una colecci¨®n de an¨¢lisis de falsas tendencias sustentadas por editoriales con un lenguaje visual que causaron un tsunami est¨¦tico.
'Dis Magazine' exprim¨ªa el esp¨ªritu an¨¢rquico de los fanzines y lo traduc¨ªa a un vern¨¢culo de internet
A?os antes del florecimiento masivo de las noticias falsas, m¨²ltiples de sus falsas tendencias acabaron por convertirse en realidad. ¡°Siempre nos gust¨® presentar la ficci¨®n como si fuese realidad. Podr¨ªamos llamarlo hiperstition, una ficci¨®n que en s¨ª misma es real, ya que muchas se materializaron¡±, aseguran. DIS paso de ser una revista digital a todo un movimiento, y empezaron a transcender a un plano f¨ªsico en un contexto expositivo. ?C¨®mo, entonces, se traducir¨ªa su l¨¦xico al circuito de las galer¨ªas? Presentaron entonces su espect¨¢culo Disown con una l¨ªnea comercial de productos creados por una amalgama de artistas. El arte m¨¢s capitalista o el capitalismo m¨¢s art¨ªstico.
Mientras las colaboraciones de DIS cada vez iban en aumento, el n¨²cleo duro del colectivo se redujo a cuatro componentes: Boyle, Chase, Rosso y Toro. Ellos cuatro fueron elegidos como los comisarios de la Bienal de Berl¨ªn en 2016: ¡°Fue un reto, dado que exist¨ªa una historia y una infraestructura a la cual deb¨ªamos amoldarnos. Pero al mismo tiempo sab¨ªamos que est¨¢bamos ah¨ª para hacer las cosas a nuestra manera, siempre empujando al equipo a terrenos desconocidos, algo que result¨® ser muy divertido¡±.
La Bienal se convirti¨® en un hito del arte moderno, forz¨® una demarcaci¨®n generacional en los circuitos m¨¢s tradicionales y abri¨® un di¨¢logo. ¡°Bienvenidos al post-contempor¨¢neo¡±, se pod¨ªa leer en su panfleto expositivo. Despu¨¦s de su subversiva y aclamada Bienal, el colectivo decidi¨® pasar ¡°un a?o simplemente reflexionando y planeando nuestro pr¨®ximo paso¡±. Entendieron que ya no podr¨ªan volver a la publicaci¨®n de su revista digital. Hab¨ªa habido un cambio exponencial en la manera en la que ¡°consum¨ªamos informaci¨®n y en los m¨¦todos de comunicaci¨®n¡±.
Casi una d¨¦cada despu¨¦s ven que ¡°los textos ya no son suficiente, y las im¨¢genes a duras penas sirven de evidencias visuales y ya no narran las historias en su totalidad¡±. En 2018 muchas revistas ya solo existen online, el presidente de Estados Unidos es peor que Kanye West en Twitter, y casi todo el mundo se relaciona a trav¨¦s de Instagram.
Proponen entonces dis.art, un canal de entretenimiento educativo en streaming con que el colectivo pretende dar replica a estos tiempos ¡°al borde de un paisaje posalfabetizado¡± en la que la gente ha dejado de leer. ¡°La simplificaci¨®n es nuestro enemigo¡±, aseguran, ¡°tenemos las responsabilidad de entrenarnos en la complejidad, aprender a conectar informaci¨®n y construir narrativas m¨¢s completas¡±.
Los primeros formatos de su programaci¨®n se estrenan en La Casa Encendida de Madrid con el objetivo de proporcionar un ¡°entrenamiento mental para una implicaci¨®n critica con el mundo que nos rodea¡±. Englobados bajo su exposici¨®n Pulgares que escriben y se deslizan (hasta el 13 de mayo) encontramos desde un programa de cocina con reflexiones pol¨ªticas, a una emisi¨®n infantil que pretende explicar a ni?os los complejidades del capitalismo, una secci¨®n de debates entre una madre y una hija o fragmentos de documentales sobre ciudadan¨ªa liquida.
?Nos han fallado los medios de masas a la hora de producir contenidos con valor educativo? ¡°M¨¢s que un d¨¦ficit de valor educativo hay una falta de pensamiento cr¨ªtico. Hubo un momento en el cual MTV introdujo a toda una generaci¨®n a ideas y est¨¦ticas radicales simplemente a trav¨¦s de v¨ªdeos musicales. Ahora se centran el menor denominador com¨²n y trafican con telerrealidad¡±.
DIS imagina su plataforma como una incubadora para programas con una posible repercusi¨®n global. A¨²n lejos de competir con el gigante Netflix, ve en ellos un halo de esperanza, ¡°gracias a canales de Internet TV, sabemos que la gente busca una programaci¨®n inteligente y critica m¨¢s all¨¢ de las parrillas televisivas, dis.art puede ser un campo de pruebas para el futuro del entretenimiento¡±.
Ahora mismo dis.art estrena v¨ªdeos semanalmente, los cuales desaparecen a los 30 d¨ªas de su estreno. Para hacer ejercicios mentales solo hay que introducir tu correo electr¨®nico, aunque hay que darse prisa, como podemos leer en dis.art: ¡°Nada es para siempre¡±.
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