El revolucionario de la industria de las gafas que se convirti¨® en asesino
Udo Proksch fue el creador de algunas de las gafas m¨¢s sublimes de los sesenta. Y un exc¨¦ntrico rey de la vida social austriaca que termin¨® sus d¨ªas en la c¨¢rcel. Ahora se relanza una de sus legendarias firmas.
La ¨®ptica de lujo no ser¨ªa la misma sin Udo Proksch (Rostock, Alemania, 1934-Graz, Austria, 2001). Contradictorio, pol¨¦mico y excesivo, fue un dise?ador prol¨ªfico e influyente. Y tambi¨¦n un oscuro personaje. A su son bailaron las grandes personalidades pol¨ªticas y sociales de Austria durante los a?os sesenta y setenta. Una de las marcas de gafas m¨¢s sofisticadas que puso en el mercado, Serge Kirchhofer, se relanza ahora para celebrar su dimensi¨®n art¨ªstica.
¡°Convirti¨® lo que hasta entonces eran simples pr¨®tesis en verdaderos objetos de deseo. Influy¨® en todas las marcas de lujo¡±
Creador de algunas de las piezas m¨¢s sublimes y exitosas de la ¨®ptica, a Udo Proksch le encantaba disparar su pistola Boomer de 9 mm en p¨²blico, completamente ebrio. Tambi¨¦n completamente sobrio. Su inabarcable e inquietante gama de actividades inclu¨ªa chantajear, estafar, traficar con armas, pintar globos oculares sobre pa?uelos de seda, innovar en el arte de la alta pasteler¨ªa, dirigir pe?l¨ªculas experimentales, seducir a mujeres compulsivamente, desarrollar inventos imposibles, quiz¨¢s incluso espiar para el KGB y, en definitiva, epatar a una ¨¦lite vienesa que le amaba y odiaba a partes iguales.
El episodio m¨¢s siniestro ocurri¨® en 1977, cuando un buque de su propiedad, el Lucona, explot¨® en aguas del oc¨¦ano ?ndico, provocando la muerte de seis marineros. Una d¨¦cada despu¨¦s se descubrir¨ªa que Proksch hab¨ªa organizado el hundimiento, con una bomba de relojer¨ªa, para estafar a la compa?¨ªa aseguradora del barco. Proksch hab¨ªa declarado que transportaba una car¨ªsima procesadora de uranio y recibi¨® 18 millones de d¨®lares (en realidad llevaba un viejo equipamiento de miner¨ªa de carb¨®n). Cuando se destap¨® el asunto, varios miembros del Gobierno austriaco ?intentaron obstruir la investigaci¨®n. Todos ellos acabar¨ªan destituidos y algunos condenados. Durante d¨¦cadas, el nombre de Proksch fue sin¨®nimo de corrupci¨®n pol¨ªtica.
¡°Algunos le adoran y encuentran la historia de su vida incre¨ªble. Y otros, los m¨¢s mayores y que recuerdan los tiempos en los que sucedi¨® este episodio, probablemente se sienten menos c¨®modos con todo aquello¡±, explica Michael Jardine, propietario de Brando Eyewear, empresa que dise?a y produce gafas de alta gama, como las del dise?ador japon¨¦s Yohji Yamamoto.
Jardine es adem¨¢s un gran coleccionista de monturas, con m¨¢s de 9.000 piezas de ¨¦poca en su haber. Tras adquirir el legado completo de Udo Proksch, ha decidido relanzar Serge Kirchhofer, una de las marcas de las que fue responsable. ¡°A nosotros no nos interesa Udo el soci¨®pata¡±, contin¨²a Jardine, canadiense de nacimiento y afincado en Hong Kong. ¡°Esa historia se ha contado ya un mont¨®n de veces. Lo que nosotros buscamos, y a¨²n no ha sucedido, es una celebraci¨®n de su genio creativo¡±.
Adem¨¢s de Kirchhofer. Proksch fue tambi¨¦n responsable del dise?o de las marcas Viennaline y Carrera. Todas ellas eran propiedad del empresario Wilhelm Anger, inventor del material pl¨¢stico Optyl, con el que revolucion¨® el sector de la ¨®ptica por su ligereza y que dio nombre a su compa?¨ªa. En 1957, Anger decidi¨® convocar un concurso para encontrar un nuevo dise?ador y Proksch fue el ganador. Ten¨ªa 23 a?os. Graduado de la Escuela de Artes Aplicadas de Viena, era un inmigrante de Alemania del Este que antes hab¨ªa estudiado agricultura y hab¨ªa trabajado de minero y de limpiador de cad¨¢veres en la morgue. De adolescente, hab¨ªa pasado por la academia Napola, vivero de j¨®venes nazis en la que su padre, que frecuentaba a Heinrich Himmler, le hab¨ªa internado.
Tras hacerse con el control creativo de Viennaline y Carrera, Proksch comenz¨® a crear piezas superventas, como el modelo Gigi, del que se despacharon 13 millones de unidades. Sus dise?os revolucionaron la industria de la ¨®ptica. ¡°Viennaline vend¨ªa tanto como hoy d¨ªa Ray-Ban¡±, explica Jardine, ¡°y por ello fue premiado en 1961 con su propia l¨ªnea, Serge ?Kirchhofer, que devino en la marca de lujo de Optyl¡±.
En opini¨®n de Jardine, se dio una alineaci¨®n perfecta de planetas. ¡°Tienes a un genio creativo trabajando con una compa?¨ªa de ¨¦xito masivo al que le dan carta blanca para hacer lo que quiera. Y lo hace sin l¨ªmites, sin preocuparse de si vende o no. Utilizando materiales nobles y car¨ªsimos. Y sin la cautela comercial habitual. Dej¨® volar su imaginaci¨®n y eso se ve en el producto, en el envoltorio, en la publicidad¡±.
En la madrile?a ?ptica Toscana ¡ª?donde comercializan las marcas m¨¢s vanguardistas del mercado¡ª conocen bien la biograf¨ªa de Udo Proksch, as¨ª como la historia de Serge Kirchhofer, que se encargan de distribuir: ¡°La firma revolucion¨® el mundo de las gafas, es la responsable de convertir lo que hasta entonces eran simples pr¨®tesis en verdaderos art¨ªculos de deseo con car¨¢cter aspiracional. Influyeron en todas las marcas de lujo desde ese momento hasta nuestros d¨ªas¡±, explica la propietaria, Mamen Dom¨ªnguez.
Proksch era adem¨¢s un genio de las relaciones p¨²blicas. Sus invenciones descabelladas ¡ªcomo la de enterrar los cuerpos en vertical, con una reproducci¨®n de la cabeza por fuera, para ahorrar espacio en los cementerios¡ª eran recogidas por los medios de comunicaci¨®n y le ayudaron a tejer una red de amistades entre la alta burgues¨ªa, atra¨ªda de modo irresistible por su car¨¢cter impredecible.
¡°En 1971 compr¨® el sal¨®n de t¨¦ m¨¢s famoso de Austria, Demel, y all¨ª cre¨® el Club 45¡±, relata la bi¨®grafa de Proksch, Ingrid Thurnher. ¡°La mitad del Gobierno de la ¨¦poca ¡ªlos socialistas del SP?¡ª y todo aquel que fuese importante en el pa¨ªs se dejaba caer por all¨ª. Era tambi¨¦n el lugar donde se organizaban fiestas salvajes que inclu¨ªan pasatiempos muy poco escrupulosos¡±. Proksch documentaba gr¨¢ficamente aquellas bacanales para protegerse en caso de que alguno de sus negocios menos p¨²blicos fuese descubierto. Y ese d¨ªa lleg¨® el 29 de enero de 1991, 14 a?os despu¨¦s del hundimiento del Lucona. Cuando el submarino fletado por el juzgado que investigaba el caso encontr¨® los restos del barco hundido. Y se pudo condenar a Proksch.
Se confirm¨® que las explosiones se hab¨ªan producido sobre los motores, la zona en la que Udo Proksch hab¨ªa insistido en que se situase su falsa carga. Antes de soltar amarras en el puerto italiano de Chioggia a finales de 1976, Proksch regal¨® al capit¨¢n del barco una tarta para desearle un buen viaje. Fue el documentad¨ªsimo libro del periodista Hans Pretterebner sobre el caso Lucona, publicado en 1987, el que puso en marcha la maquinaria judicial e hizo huir del pa¨ªs a Proksch, avisado por sus poderosos amigos antes de que la polic¨ªa lo detuviese. Acosado por la Interpol, hizo escala en Filipinas, donde se aloj¨® un tiempo en casa de sus amigos el expresidente Ferdinand Marcos y su esposa, Imelda, de la que se rumoreaba que fue amante. Aprovechar¨ªa esta escala para transformar su f¨ªsico con una operaci¨®n de cirug¨ªa est¨¦tica. Finalmente fue detenido en Londres en 1989 y trasladado a Austria. All¨ª fue sentenciado a 21 a?os de prisi¨®n. Muri¨® en 2001 durante una intervenci¨®n quir¨²rgica de coraz¨®n.
Encerrado, continuar¨ªa inventando objetos y pintando, reconstruyendo entre rejas el universo excesivo y sensual que lo convirti¨® en un dise?ador de culto.
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