A medias

Cuando se ven enfrentados por un conflicto civil, los hombres sensatos tratan de encontrar un punto medio de acuerdo en que todos cedan algo y ninguno lo pierda todo. Es una actitud prudente que siempre cabe recomendar. ?Siempre? Hay ocasiones en que el m¨¦rito moral o pol¨ªtico de las posiciones enfrentadas es tan dis¨ªmil que tratar a ambas partes como equivalentes agravia a una de ellas. Lo cual conlleva el peligro de que ese acuerdo disparejo sea a¨²n peor a la larga que la misma discordia. Quienes en todo caso, se trate de lo que se trate, recomiendan que se parta lo cuestionado en dos mitades iguales entre los litigantes para que ninguno quede humillado por el otro, quiz¨¢ no lo hagan por equidad -que tambi¨¦n puede ser ciega- sino por pereza acomodaticia. Cuando Salom¨®n orden¨® al sicario que partiese al ni?o en dos no lo hizo porque creyese que ambas supuestas madres ten¨ªan el mismo derecho a ¨¦l sino para descubrir a la que merec¨ªa el hijo entero. Un caso pr¨¢ctico: si para bajar de un octavo piso unos aconsejan saltar por la ventana y otros utilizar la escalera, descender cuatro pisos con cada uno de los m¨¦todos no obtendr¨¢ buen resultado, por equitativo que parezca.

Estas inocentes reflexiones surgieron al leer la entrevista a Iceta en este peri¨®dico, en la que recomienda lo que ¨¦l mismo tiene por imposible, un gobierno de concentraci¨®n en Catalu?a para que un 50% de catalanes no se imponga al otro 50% (el resto de espa?oles no s¨¦ d¨®nde queda). Es la misma m¨²sica que cantan en el Pa¨ªs Vasco, con el estribillo "ni vencedores ni vencidos". Entonces recuerdo temblando al que dijo: "Entre la humillaci¨®n y la guerra, hab¨¦is preferido la humillaci¨®n. Tendr¨¦is humillaci¨®n y guerra". Ojal¨¢ no.