La presidenta y los ¡®hechos alternativos¡¯

He visto a estudiantes hechos y derechos a los que les temblaba la voz cuando presentaban su TFM, la tesina del m¨¢ster. He visto la inseguridad que embargaba a muchos de ellos antes de enfrentarse al tribunal, sus dudas y temores. He asistido al esfuerzo que les supon¨ªa a algunos el compaginar la asistencia a clase, las lecturas, el estudio, con su vida laboral. He asistido a su alivio y a su inenarrable felicidad cuando consiguieron superarlo. Por eso me resulta insoportable la banalidad con la que la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, lo liquida diciendo que es una cosa de diez-quince minutos ¡ª?falso!¡ª y que, bueno, ?para qu¨¦ conservar el texto? Total, tampoco se trata de una tesis doctoral.

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Editorial | Cifuentes no convence

Las inc¨®gnitas del ¡®caso Cifuentes¡¯

He visto a j¨®venes investigadores dej¨¢ndose horas y horas de trabajo organizando cursos, seleccionando alumnos, invitando a conferenciantes externos, rellenando papeles, pasando inspecciones de autoridades acad¨¦micas, sacrificando su tiempo, su valioso tiempo, para construir un curr¨ªculo acad¨¦mico personal en nombre de un inter¨¦s colectivo, el de la instituci¨®n universitaria. Ahora a todos ellos les resultar¨¢ insufrible escuchar que ha sido una labor vana; que hay quien puede sortear la indescriptible mara?a de procedimientos y requisitos burocr¨¢ticos establecidos gracias a sus contactos personales de naturaleza pol¨ªtica.

Pero no s¨®lo eso. Si la presidenta de Madrid obtuvo el m¨¢ster ignorando todas las normas es porque, dice, as¨ª lo quisieron las autoridades acad¨¦micas. Recordemos la justificaci¨®n b¨¢sica de Cifuentes: ?qu¨¦ culpa tengo yo de que los responsables universitarios hagan excepciones a las normas que rigen para cualquier mortal? Si buscan un culpable, no me miren a m¨ª, miren a la universidad que permiti¨® que me saltara todas las reglas.

Si hay algo que nos molesta a los espa?oles es eso que vulgarmente se llama ¡°hacer el primo¡±; prueba de ello es que resulta casi imposible traducir esta expresi¨®n a otros idiomas. As¨ª se deben sentir los miles de estudiantes que han cursado un m¨¢ster o los innumerables profesores que han hecho el esfuerzo de organizarlos. Por eso la intervenci¨®n de Cifuentes en la Asamblea de Madrid resulta insoportable. Porque saca a la luz la iniquidad y frivolidad con la que se juega con el esfuerzo ajeno; porque s¨®lo se seleccionan los hechos que encajan con la estrategia de justificaci¨®n buscada, ignor¨¢ndose todos los dem¨¢s; porque pone bajo sospecha las pr¨¢cticas de la universidad en su conjunto; porque, en definitiva, y esto es lo m¨¢s grave, no importa la verdad, importa la definici¨®n de la realidad que encaja con el fin buscado: eludir la dimisi¨®n.

Lo triste es que, en l¨ªnea con las premisas de la posverdad, habr¨¢ quien sienta que Cifuentes es sincera, quien est¨¦ dispuesto a otorgarle el beneficio de la duda, quien vaya a votarla ¡°a pesar de los hechos¡±. O sea, quien renuncie a la actitud aut¨¦nticamente universitaria, la b¨²squeda de la verdad, no la obtenci¨®n de este u otro t¨ªtulo.