Amarga convenci¨®n

El proyecto de convenci¨®n del PP en Sevilla era muy distinto al que se ha vivido. Apremiado por unos sondeos que indican que su electorado huye en masa hacia Ciudadanos, el partido gubernamental planeaba lanzar desde Sevilla un mensaje firme en torno a la seguridad en un intento desesperado por recuperar a sus votantes. La puesta en libertad de Carles Puigdemont en Alemania, el apoyo a tal liberaci¨®n por parte de un miembro del Gobierno de Angela Merkel y el caso Cifuentes han dado al traste con sus expectativas.

El Partido Popular est¨¢ dando s¨ªntomas inequ¨ªvocos de incapacidad para afrontar el declive que le adjudican todos los sondeos. Se puede alegar que la liberaci¨®n del expresident es un acontecimiento imprevisible y que deber¨ªa resultar inocuo para el Gobierno frente a las dudas que pudiera suscitar sobre el sistema judicial espa?ol y su marco jur¨ªdico. Pero fiar la soluci¨®n de la crisis a la justicia ni exime al Gobierno de sus responsabilidades ni evita el riesgo pol¨ªtico en sus dos vertientes: en la interior, en t¨¦rminos de erosi¨®n del Ejecutivo, y en la exterior, en t¨¦rminos de p¨¦rdida de credibilidad de la democracia espa?ola. Finalmente, en Sevilla, los miembros del Ejecutivo solo han podido manifestar su enfado con un Gobierno, el alem¨¢n, con el que, seg¨²n Rajoy, no cab¨ªa ning¨²n intercambio de impresiones respecto al caso. Nuevamente, las consecuencias de la inacci¨®n.

A ello se ha unido una gesti¨®n vergonzante del caso de Cristina Cifuentes, escenificada en toda su amplitud en ese largo y cerrado aplauso a la presidenta madrile?a cuando arreciaban las pruebas de fraude y falsificaci¨®n de ese m¨¢ster que asegura haber cursado en una universidad p¨²blica. Cierre de filas y puesta en marcha del ventilador. El PP ha recurrido de nuevo a su vieja receta frente a la presunta corrupci¨®n de uno de los suyos, demostrando, otra vez, su escasa voluntad de combatir la mala pol¨ªtica que tanto deploran ya los espa?oles. El PP lleg¨® a Sevilla con el ¨¢nimo de erosionar a Ciudadanos, y en pleno c¨®nclave ha tenido que aceptar a rega?adientes su apoyo a la comisi¨®n de investigaci¨®n que ha promovido la formaci¨®n de Albert Rivera. Porque ni eso estaba dispuesto el PP a consentir, toda vez que tampoco hab¨ªa contemplado la dimisi¨®n de la desafiante Cifuentes.

El sondeo de Metroscopia para EL?PA?S publicado ayer indica que el 84% de los espa?oles considera que el tiempo de Rajoy ha pasado. Es la opini¨®n mayoritaria, incluso, entre su electorado (un 63%). La ciudadan¨ªa, urgida por la ausencia de mejor¨ªa econ¨®mica en su bolsillo a pesar de los mensajes oficiales triunfalistas, y la ilusi¨®n de tener un Gobierno dispuesto a afrontar las crisis con determinaci¨®n y a regenerar la vida pol¨ªtica, dice querer ya (un 57%) un acuerdo de la oposici¨®n para convocar elecciones. Ese acuerdo a peque?a escala en Madrid expulsar¨ªa del Gobierno regional a Cifuentes. El PP no parece dispuesto al recambio antes de las auton¨®micas. Siempre ha jugado con los tiempos para enfriar los problemas. Ahora lo sigue haciendo sin comprender que el ritmo es otro y que sus errores y su ausencia de reflejos quiz¨¢ no pasen tan inadvertidos como antes en las urnas.