Una decepci¨®n alemana
Si un Estado carece de recursos legales para afrontar la organizaci¨®n de un golpe de Estado institucional, algo est¨¢ definitivamente mal en ese Estado
Incluso antes de la lectura de la resoluci¨®n de Schleswig-Holstein, hab¨ªa una pregunta sencilla que hacerse: ?Debemos creer que lo ocurrido en Catalu?a no ser¨ªa perseguido en Alemania? Esto es sustancial.
?Hay que creer que si un Land lleva a t¨¦rmino un refer¨¦ndum de independencia, desobedeciendo resoluciones del Tribunal Constitucional y enfrent¨¢ndose a las fuerzas de seguridad con la presi¨®n de la masa, realmente no pasar¨ªa nada? ?Hay que creer que all¨ª vulnerar estrepitosamente la legalidad para subvertir el orden constitucional, y con la determinaci¨®n expresa de continuar haci¨¦ndolo, quedar¨ªa en nada? ?Di¨¢logo y a casa, sin m¨¢s, e incluso repuestos en el poder?
?Hay que creer que si hay m¨²ltiples evidencias de que el cuerpo de polic¨ªa no ha operado para salvaguardar la legalidad constitucional y estatutaria, sino para contribuir a que triunfara la secesi¨®n ilegal, se seguir¨ªa entendiendo que solo es una performance pol¨ªtica?
?Y hay que creer que todo esto no tiene una jerarqu¨ªa vertical que acaba en los m¨¢ximos responsables del Gobierno que promueve esa secesi¨®n?
Si la respuesta a todo esto es que en Alemania efectivamente no pasar¨ªa nada (y ¡°ese comportamiento no ser¨ªa punible¡± tal como sostiene el tribunal de Schleswig-Holstein) entonces Alemania tambi¨¦n tiene un problema. En fin, es posible que los alemanes al cabo no sean tan alemanes como pensamos quienes admiramos ese pa¨ªs, al parecer algo ciegamente. Si un Estado carece de recursos legales para afrontar la organizaci¨®n de un golpe de Estado institucional, es decir, un plan pol¨ªtico decidido a subvertir el orden constitucional y modificar el territorio ¨Cque tambi¨¦n en Espa?a, como all¨ª, reside en la soberan¨ªa de todos los espa?oles¨C algo est¨¢ definitivamente mal en ese Estado tambi¨¦n resurgido de un totalitarismo b¨¢rbaro.
Esto debi¨® resolverse en el plano de la pol¨ªtica, sin duda. Las dos partes fallaron, eso seguro. Pero una vez cometidos delitos, ?qu¨¦? ?mirar para otro lado ser¨ªa la respuesta alemana?
Lo sucedido supone una decepci¨®n por numerosas razones, m¨¢s all¨¢ de la escandalosa dejaci¨®n del Gobierno para contrarrestar el relato internacional del proc¨¦s. Espa?a prefer¨ªa la detenci¨®n de Puigdemont en Alemania porque parec¨ªa un pa¨ªs poco proclive a permitir interferencias en la confianza mutua de la euroorden. Error. A pesar de las disculpas al ser off the record, la ministra de Justicia ha delatado que s¨ª hay presi¨®n pol¨ªtica, sea cual sea su efecto. Ella misma ha animado a cuestionar la malversaci¨®n (s¨ª, tambi¨¦n la malversaci¨®n, a pesar de formar parte de la lista positiva de la euroorden) y a afrontar esto pol¨ªticamente. Un portavoz del SPD, Rolf M¨¹tzenich, ha elevado la apuesta con la audacia caracter¨ªstica de quien ignora de lo que habla.
La resoluci¨®n alemana se desentiende de la l¨®gica del golpe de Estado institucional. Es posible que influya el hecho de que, a pesar de darnos lecciones de ¡°pa¨ªs libre¡±, all¨ª no est¨¢n permitidos los partidos independentistas. Y que en ¡°el pa¨ªs libre¡± no haya ¡°ning¨²n espacio¡± para que un refer¨¦ndum as¨ª pueda celebrarse como dictamin¨® el Tribunal Constitucional. Su Constituci¨®n fija la unidad como algo intocable, a diferencia de la carta magna espa?ola, con mecanismos legales para ser revisada en su integridad. Bien ?y si, con todo, se activara un golpe institucional? Desde luego hay algo seguro: comparar lo sucedido en Catalu?a con una protesta por la construcci¨®n de un aeropuerto resulta perfectamente rid¨ªculo. Cuando un juez hace esa comparaci¨®n, podr¨¢ encajar en la t¨¦cnica jur¨ªdica, pero no ha entendido nada.
Esto es un golpe posmoderno, como acertadamente formul¨® Daniel Gasc¨®n. En el siglo XXI, la violencia no pasa tanto por levantar barricadas con mausers o tomar el palacio de invierno; hay otros modos de apropiarse de las instituciones fuera de la legalidad, con el apoyo de las nuevas tecnolog¨ªas y la propaganda, para subvertir el orden constitucional. Y la finalidad, esa finalidad, es la clave. Si all¨ª eso sucede y no cabe entenderlo como alta traici¨®n, del mismo modo que aqu¨ª tampoco rebeli¨®n, en Alemania las leyes tambi¨¦n estar¨ªan desfasadas.
En fin, sigue latiendo la pregunta b¨¢sica: ?Debemos creer que lo ocurrido en Catalu?a quedar¨ªa en Alemania en la absoluta impunidad? Basta esa pregunta para sospechar el fraude de la situaci¨®n. Nadie puede creer que la respuesta sea que s¨ª.
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