Apoyo a la universidad

Si hab¨ªa alguna duda acerca de la estrategia del Partido Popular respecto al esc¨¢ndalo de los m¨¢steres de Cristina Fuentes y Pablo Casado, el portavoz parlamentario Rafael Hernando la disip¨® ayer. ¡°Ser¨¢n los profesores y catedr¨¢ticos los que tendr¨¢n que explicar si un t¨ªtulo se obtiene yendo a clase o no. Los alumnos no tienen la culpa¡±. Es una t¨¢ctica bien afinada del partido de Rajoy: proclamar la inocencia de los propios, poner el ventilador y desviar el tiro. Primero, hacia el profesor que presuntamente denunci¨® los hechos. Despu¨¦s, hacia la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y, por extensi¨®n, a la Universidad p¨²blica espa?ola. Al partido del Gobierno no parece preocuparle en demas¨ªa erosionar el prestigio de sus instituciones educativas para salvar a los suyos.

La estrategia del PP no solo es indecente; tambi¨¦n, equivocada. Porque si la URJC ha venido otorgando t¨ªtulos fantasma o ama?ados, son justamente los cuadros de su partido los que tuvieron la obligaci¨®n de supervisar unos m¨¦todos que a buen seguro conoc¨ªan. El consejero de Educaci¨®n de Madrid, el popular Rafael van Grieken, fue durante diez a?os vicerrector de la URJC y, despu¨¦s, director de ANECA, la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n de la Calidad y Acreditaci¨®n del Ministerio de Educaci¨®n. Tanto Van Grieken como el ministro ??igo M¨¦ndez de Vigo estar¨ªan por tanto obligados a explicar por qu¨¦ nunca investigaron las irregularidades que el caso Cifuentes est¨¢ destapando sobre el Instituto de Derecho P¨²blico, en el que, seg¨²n todos los indicios, el catedr¨¢tico Enrique ?lvarez Conde repart¨ªa t¨ªtulos con cierta alegr¨ªa eximiendo a algunos de sus alumnos m¨¢s relevantes de acudir a clase y presentarse a los ex¨¢menes.

El cr¨¦dito de la URJC est¨¢ en cuesti¨®n, lo que puede devaluar los t¨ªtulos que miles de alumnos ¡ªlos de verdad¡ª han logrado con su esfuerzo. Pero frente a la actitud retadora e irredenta del PP, la entidad se est¨¢ sometiendo al escrutinio, lo que es un paso para atajar la injerencia pol¨ªtica en los campus y, en consecuencia, para mejorar la calidad de la ense?anza superior espa?ola, que con mucho esfuerzo ha logrado situar a 21 de sus facultades entre las 50 mejores del mundo.

Mientras tanto, la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, se niega a dimitir y Pablo Casado ofrece explicaciones que abundan en la escasa seriedad del t¨ªtulo obtenido. Pero la suerte de Cifuentes est¨¢ echada. Despreci¨® la salida airosa de irse por incumplir el pacto de investidura suscrito con Ciudadanos y su resistencia numantina solo servir¨¢ para prolongar su agon¨ªa pol¨ªtica. Todav¨ªa est¨¢ a tiempo el PP de minimizar da?os y proponer un candidato alternativo para presidir Madrid. De no hacerlo, Albert Rivera podr¨ªa sumarse a la moci¨®n de censura presentada por PSOE y Podemos. Solo esta amenaza torci¨® el brazo al PP en Murcia.

El PP a?ade al esc¨¢ndalo de los m¨¢steres el perjuicio autoinfligido. Tal vez pretenda al final culpar a Ciudadanos de la inestabilidad sobrevenida en el Gobierno de Madrid y de pactar con Podemos. Fuegos de artificio de un partido que luce credenciales poco edificantes contra la corrupci¨®n y que no duda en sacrificar las instituciones para aferrarse al poder.