?Puede Mike Pompeo salvar la pol¨ªtica exterior estadounidense?
El cambio en la Administraci¨®n Trump puede ser una oportunidad para empezar de cero: con un secretario de Estado que dif¨ªcilmente dir¨¢ lo que la comunidad internacional quiere o¨ªr
El mandato de Rex Tillerson como secretario de Estado de Estados Unidos ha sido uno de los m¨¢s breves, turbulentos e ineficaces en la historia de este ilustre cargo. No s¨®lo ha desvirtuado el Departamento de Estado, sino que adem¨¢s se ha quedado fuera del c¨ªrculo ¨ªntimo de la Administraci¨®n Trump. ?Le ir¨¢ mejor a su sustituto, el director de la CIA Mike Pompeo, creyente incondicional del lema ¡°America First¡± y que goza del favor de Trump?
La partida de Tillerson se produce justo cuando Trump parece decidido a librarse de un equipo de seguridad nacional que, a menudo, ha puesto freno a sus peores instintos, y que incluso, en ocasiones, ha ignorado sus declaraciones m¨¢s impulsivas. Sirve a modo de ejemplo el reciente nombramiento del incendiario John Bolton para reemplazar al combativo H. R. McMaster como asesor nacional de seguridad.
Esta nueva etapa acarrea riesgos considerables; la elecci¨®n de Bolton, en particular, ha suscitado el temor a que Estados Unidos inicie un conflicto desestabilizador. Pero tambi¨¦n puede ser una oportunidad para empezar de cero: con un secretario de Estado que dif¨ªcilmente dir¨¢ lo que la comunidad internacional quiere o¨ªr, tal vez sea posible un di¨¢logo m¨¢s franco que allane el terreno para una acci¨®n realista y mutuamente ventajosa.
Esto no implica que la comunidad internacional, y m¨¢s concretamente, los aliados de Estados Unidos en Europa, deban esperar que la Administraci¨®n Trump act¨²e como algunas de las administraciones pasadas y d¨¦ marcha atr¨¢s en sus intentos de debilitar el libre comercio. Por el contrario, defender el orden internacional liberal basado en normas o la comunidad transatl¨¢ntica, seguir¨¢ siendo en vano.
Hay tres ¨¢reas en las que un enfoque transaccional aprobado por Trump puede conducir a un acuerdo que satisfaga los intereses estadounidenses y devuelva la estabilidad a la comunidad internacional en su conjunto. La primera est¨¢ relacionada con Rusia, no por su posible participaci¨®n en las elecciones presidenciales de EE UU en 2016, sino por tomar las riendas de la pol¨ªtica exterior de Vlad¨ªmir Putin.
Es momento de que Trump cumpla su promesa electoral de establecer una relaci¨®n m¨¢s constructiva con Rusia
Desde 2008, Putin ha jugado a ser el aguafiestas internacional. Pero en los ¨²ltimos meses, Rusia se ha envalentonado y ha llevado sus t¨¢cticas de desestabilizaci¨®n a otro nivel, como demuestran los ataques directos de mercenarios rusos a fuerzas estadounidenses en Siria, el despliegue de misiles crucero nucleares ordenado por Putin y el intento de asesinato de un exesp¨ªa ruso en Reino Unido. La Administraci¨®n Trump tambi¨¦n ha acusado a Rusia de preparar ciberataques destinados a sabotear centrales nucleares y sistemas de aguas y el¨¦ctricos en Estados Unidos y Europa.
Puede que Rusia sea demasiado d¨¦bil para ofrecer un verdadero liderazgo a nivel mundial, pero es suficientemente influyente para producir da?os graves. Por eso, resultar¨ªa beneficioso para todos impulsarle a asumir un rol internacional m¨¢s positivo y responsable. Es momento de que Trump cumpla su promesa electoral de establecer una relaci¨®n m¨¢s constructiva con Rusia.
Es evidente que las sanciones no bastan y que postrarse ante Putin o andar de puntillas respecto a sus transgresiones no hace m¨¢s que alentarle. Se requiere una combinaci¨®n m¨¢s exhaustiva de zanahorias y palos. Tillerson no consigui¨® establecer el equilibrio correcto, pero quiz¨¢s Pompeo, con su l¨ªnea directa a la Casa Blanca, lo haga mejor.
La segunda ¨¢rea en la que se puede avanzar es la no proliferaci¨®n nuclear. Aqu¨ª, la atenci¨®n estar¨¢ puesta en Corea del Norte. Trump y Kim Jong-un han declarado p¨²blicamente su voluntad de entablar un di¨¢logo cara a cara, aunque no est¨¢ claro c¨®mo se desarrollar¨¢ la situaci¨®n. En cualquier caso, actuar en Corea del Norte deber¨ªa ser s¨®lo parte de una iniciativa m¨¢s amplia en pos de la no proliferaci¨®n. Iniciativa que podr¨ªa ayudar a Trump a redefinir su presidencia, principalmente caracterizada por el caos y el conflicto.
A tal fin, Trump podr¨ªa aplicar con cautela su ¡°modelo Corea del Norte¡± en Ir¨¢n: combinar su bravuconer¨ªa y fanfarroner¨ªa para forzar una iniciativa diplom¨¢tica. En este ¨¢mbito, la designaci¨®n de Bolton puede incluso resultar ¨²til, ya que a?ade credibilidad a la amenaza del uso de la fuerza, necesaria para que una estrategia as¨ª funcione.
Pompeo comparte el desd¨¦n de Trump por el acuerdo nuclear con Ir¨¢n de 2015, y argumenta que no tiene alcance suficiente para controlar el comportamiento del pa¨ªs. Pero este acuerdo, conocido como Plan de Acci¨®n Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en ingl¨¦s) no fue dise?ado aisladamente, sino que deb¨ªa ser el primer paso para luego ocuparse de la agresividad de Ir¨¢n en otras ¨¢reas.
En vez de desmantelar el JCPOA, con lo que Trump ha amenazado en reiteradas ocasiones, tanto ¨¦l como Pompeo deber¨ªan basarse en ¨¦l para vincular otras iniciativas que aborden la conducta de Ir¨¢n en general. Este esfuerzo contar¨ªa con el apoyo de gran parte de la comunidad internacional, incluido el de los aliados europeos de Estados Unidos y el de Israel, que ve en Ir¨¢n una amenaza existencial. Para todos los principales actores globales ser¨ªa un alivio saber que el JCPOA est¨¢ a salvo.
Incluso Rusia, que se enfrenta a la perspectiva de una coexistencia inc¨®moda con las Guardias Revolucionarias de Ir¨¢n en Siria, tendr¨ªa suficientes motivos para apoyar una estrategia de contenci¨®n integral vinculada al JCPOA. Para Trump dicha estrategia supondr¨ªa un importante ¨¦xito en pol¨ªtica exterior y, supuestamente, justificar¨ªa el enfoque ¡°madman¡± de su diplomacia.
Pompeo tambi¨¦n deber¨ªa centrarse en reparar el da?o que Tillerson ha causado al Departamento de Estado, instituci¨®n que, con su alcance global y su competencia diplom¨¢tica, siempre ha sido una herramienta crucial del poder estadounidense en el mundo. Hoy no es m¨¢s que la sombra de lo que sol¨ªa ser.
Bajo la direcci¨®n de Tillerson, el Departamento de Estado perdi¨® cuatro de sus cinco embajadores de carrera o ¡°cuatro estrellas¡±, adem¨¢s de que no consigui¨® cubrir vacantes clave, como las secretar¨ªas de Estado auxiliares para ?frica, Oriente Pr¨®ximo y Asia meridional y central. Si a lo anterior se a?ade un mandato debilitado y una moral que flaquea, se dir¨ªa que ¨²ltimamente el departamento ha ca¨ªdo en la irrelevancia.
Pompeo puede cambiar las cosas, puede revitalizar el rol del Departamento de Estado en pol¨ªtica exterior y esto ser¨ªa bueno para la Administraci¨®n Trump, necesitada de apoyo para lidiar con los retos internacionales. Y ser¨ªa bueno para el resto del mundo, que se beneficiar¨ªa de la estabilidad y la direcci¨®n que aporta el Departamento (aun cuando no estamos de acuerdo con la pol¨ªtica norteamericana).
Tras m¨¢s de un a?o de esfuerzos por implicarse constructivamente con la Administraci¨®n Trump, el mundo deber¨ªa empezar a pensar desde el realismo en vez de desde la esperanza. Pompeo es suficientemente cercano a Trump como para alcanzar cambios reales. Debemos hacer todo lo que est¨¦ en nuestra mano para que esos cambios sean a mejor.
Ana Palacio fue ministra de relaciones exteriores de Espa?a y vicepresidenta s¨¦nior en el Banco Mundial; actualmente integra el Consejo de Estado de Espa?a y es profesora visitante en la Universidad de Georgetown.
Traducci¨®n de Esteban Flamini.
Copyright: Project Syndicate, 2018. www.project-syndicate.org
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