Cosas que no se disuelven
Con ETA ha habido una telara?a de terror en todos los ¨¢mbitos, no muy distinta de la que tejieron el nazismo o el franquismo de los primeros a?os.
TUVIMOS NOTICIAS de ETA hace poco. La banda terrorista anunci¨® que, antes del Mundial de Rusia para que ¨¦ste no le robara protagonismo ¡°internacional¡±, se disolver¨ªa o ¡°desmovilizar¨ªa¡±, t¨¦rmino que al parecer prefiere para dignificarse y asimilarse a un ej¨¦rcito o a una guerrilla. Siempre fue su empe?o: presentarse como gudaris, como bravos soldados contra un invasor, haciendo caso omiso de que el Pa¨ªs Vasco jam¨¢s fue invadido por Espa?a, a la que se uni¨® voluntariamente hace siglos (primero a Castilla), con enorme provecho econ¨®mico prolongado hasta nuestros d¨ªas. El ¨²nico periodo en que estuvo oprimido ¡ªel franquismo¡ª, lo estuvo como el resto de la naci¨®n, empezando por Madrid, donde ten¨ªamos instalada la dictadura y donde por tanto era m¨¢s dif¨ªcil sustraerse a sus tropel¨ªas, incluidas las urban¨ªsticas, a su represi¨®n y a su vigilancia, m¨¢s cercanas que en cualquier otro sitio.
Pero ETA, que empez¨® en el tardofranquismo, fue m¨¢s activa que nunca despu¨¦s, durante la democracia, cuando el Pa¨ªs Vasco estuvo tan oprimido como el resto, es decir: nada. Desde hace unos siete a?os, cuando ETA proclam¨® el cese de su ¡°lucha¡± en la que los bravos soldados apenas corr¨ªan riesgo, la gente de ese territorio ha vivido con libertad plena, esto es, exactamente igual que desde 1978 ¡ªpor poner una fecha¡ª, aunque ETA y parte del PNV (que ganaba elecciones y mandaba) se empe?aran en asegurar lo contrario. Los derechos de los vascos son ahora los mismos que entonces, y ahora a pocos se les ocurre que haya que ¡°liberarlos¡±. La riqueza, que no fue escasa ni en los llamados ¡°a?os de plomo¡±, es m¨¢s abundante que nunca, porque muchos espa?oles y extranjeros, que antes prefer¨ªan evitar esas tierras, se aventuran all¨ª sin sentir ya rechazo ni peligro. Florecen, as¨ª, el turismo y las inversiones, y no hay empresas que huyen despavoridas.
Hay que preguntarse ahora qu¨¦ es lo que ha conseguido ETA y por qu¨¦ se dedic¨® a aterrorizar durante cuatro d¨¦cadas a las poblaciones vasca y espa?ola
As¨ª pues, hay que preguntarse ahora qu¨¦ es lo que ha conseguido ETA y, sobre todo, por qu¨¦ se dedic¨® a aterrorizar durante cuatro d¨¦cadas a las poblaciones vasca y espa?ola. Hoy hay j¨®venes que ya lo ignoran todo acerca de ese terrorismo, incluso en Euskadi. Bastan siete a?os para que todo lo anterior parezca antediluviano, as¨ª va el mundo. Pero algunos estamos acostumbrados a otro transcurrir del tiempo, y a recordar con nitidez. En Madrid ETA atent¨® much¨ªsimo, y los madrile?os sobrellevamos su terror, cotidianamente, a lo largo de cuarenta. Y qu¨¦ decir de c¨®mo lo sobrellevaban los vascos. Bueno, unos lo celebraban, y contribu¨ªan a extenderlo. Otros lo aplaud¨ªan desde sus casas y otros desde las calles, en las que actuaban como matones y chivatos. ¡°Nos hemos quedado con tu cara¡±, ¡°Sabemos d¨®nde vives¡±, eran frases habituales dirigidas a los pocos que se opon¨ªan a los mafiosos abiertamente. Una forma de intimidaci¨®n descarada, sobre todo cuando era notorio que no se trataba solamente de palabras. Una parte de los vascos se dedic¨® a acusar, a delatar, a pintar dianas, a se?alarle a la banda cu¨¢les deb¨ªan ser sus objetivos. Y la banda no se sabe si obedec¨ªa o mandaba, pero lo frecuente era que quien se ve¨ªa apuntado acabara recibiendo un tiro, o una carta exigi¨¦ndole dinero con el que ¡°compensar sus delitos¡±, o que asistiera a la voladura de su negocio o al repugnante boicot de sus vecinos. Y otra parte de la poblaci¨®n volv¨ªa la vista y callaba, por miedo o por ambig¨¹edad. Las v¨ªctimas y sus familiares eran execrados despu¨¦s de muertos o enlutados, no bastaba con eliminar a alguien, adem¨¢s hab¨ªa que ensuciarlo.
Una porci¨®n de la sociedad vasca ha estado durante d¨¦cadas envilecida (en el peor de los casos) o acobardada (en el mejor, y no es bueno). No estoy seguro de que el tiempo verbal que he empleado sea adecuado, porque todav¨ªa se homenajea a lo grande a los etarras excarcelados y se vitupera a los deudos de quienes fueron asesinados por ellos. Y todav¨ªa Podemos y los independentistas catalanes hacen excelentes migas con los pol¨ªticos bendecidos por la banda (o a la inversa), a los que consideran ¡°gente de paz¡±. ETA mat¨® a 829 personas. Si se ponen a contar (una, dos, tres, cuatro¡), el c¨®mputo se les har¨¢ interminable, hasta llegar a 829. Adem¨¢s de los muertos, est¨¢n los incontables heridos y mutilados, y los expulsados, y los amenazados, y los amedrentados, los que han vivido con el pavor permanente; los que han temido abrir el buz¨®n y abrir la puerta, no digamos hablar en voz alta, hasta en el bar o en la taberna, imag¨ªnense en el peri¨®dico o en el p¨²lpito o en el aula. Ha habido una telara?a de terror en todos los ¨¢mbitos, no muy distinta de la que tejieron el nazismo, el stalinismo, la Stasi de la RDA o el franquismo de los primeros quince a?os. ETA no ten¨ªa el poder oficial, pero actu¨® como si lo tuviera, ante la lenidad o connivencia de personajes como Arzalluz. Desde que se retir¨®, pocos se acuerdan de ¨¦l y muchos ni siquiera saben qui¨¦n es. Y sin embargo son su rostro y su voz iracunda y achulada lo que se me aparece cuando pienso en el Pa¨ªs Vasco de todos esos a?os, la figura dominante del periodo. ETA se disolver¨¢ de aqu¨ª a un mes, dicen. Pero para quienes la padecimos no se disolver¨¢n sus injustificables cr¨ªmenes; pertenecen a una clase que jam¨¢s puede disolverse.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.