Las consecuencias de que pap¨¢ y mam¨¢ no sepan jugar
La falta de estimulaci¨®n temprana de los menores m¨¢s pobres les impide desarrollar su potencial intelectual
Tadje ha llevado a su peque?o al centro de salud para la revisi¨®n pedi¨¢trica de los 15 meses. Mientras esperan a ser atendidos, una pantalla de televisi¨®n emite un v¨ªdeo en el que una madre juega al ¡°Cuc¨²¡± con su hijo. La joven de la pantalla se tapa la cara con un pa?uelo y su beb¨¦ la mira atentamente. Cuando retira el pa?uelo de su rostro dice ¡°cuc¨²¡± en un tono cantar¨ªn y el peque?o de la pantalla estalla en carcajadas. El video termina y una trabajadora del centro de salud entra en la sala de espera con un pa?uelo similar. Se lo entrega a Tadje y la ¨¢nima a que realice esa actividad con su hijo. Su beb¨¦ se r¨ªe una y otra vez y la enfermera elogia el buen trabajo de la madre y del ni?o.
Estamos en Kingston, Jamaica, y Tadje y su hijo son parte de un programa de crianza que integra el desarrollo infantil temprano con los servicios de salud para reducir el n¨²mero de ni?os que no logra alcanzar su potencial intelectual en los pa¨ªses con ingresos medios y bajos. Esta actividad en el centro de salud ser¨¢ seguida por una serie de visitas domiciliarias que buscan mejorar las interacciones entre padres e hijos y hacer demostraciones de actividades de juego que estimulen las conexiones neurol¨®gicas del peque?o. En muchas partes del mundo, el que los padres jueguen con los hijos y el que estos juegos sean los m¨¢s adecuados para el desarrollo que corresponde a su franja de edad no es algo tan evidente.
Am¨¦rica Latina y el Caribe han mejorado sustancialmente las condiciones de vida de la infancia. En comparaci¨®n con hace solo unas d¨¦cadas, los ni?os de esta parte del mundo tienen hoy menos probabilidades de morir en el parto o en sus primeros a?os de vida, gozan de mejor salud, est¨¢n mejor nutridos y casi todos van a la escuela. Mientras en el a?o 2000 dos de cada cinco ni?os viv¨ªan en situaci¨®n de pobreza, actualmente esa cifra se ha reducido a la mitad. Sin embargo, esos aspectos no son lo ¨²nico que diferencia a los ni?os de las familias ricas de los ni?os pobres. Se distinguen tambi¨¦n en funci¨®n de desarrollo cognitivo y de lenguaje as¨ª como en el entorno familiar y en la cantidad de est¨ªmulos que reciben en sus casas. Estos ni?os tienen menos vocabulario que los ni?os de los pa¨ªses desarrollados y presentan deficiencias en el momento de empezar la escuela.
Tener mayores ingresos no implica necesariamente que un ni?o pueda tener un mejor desarrollo intelectual. No obstante, una mayor holgura econ¨®mica permite que las familias compren m¨¢s y mejores alimentos que mejoren las condiciones f¨ªsicas de sus hijos y que puedan destinar mayores recursos a materiales pedag¨®gicos como libros y juguetes que mejoren su desarrollo cognitivo. Vivir en situaci¨®n de pobreza puede, por otra parte, aumentar el estr¨¦s y generar depresi¨®n en los cuidadores de un ni?o, aspectos que han sido asociados con peores resultados en el desarrollo infantil.
Los programas de crianza como el que se evalu¨® en Jamaica y que ser¨¢ extendido a otros lugares con la participaci¨®n del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), son uno de los instrumentos p¨²blicos para mejorar las pr¨¢cticas de los padres y aumentar el bienestar de los hijos. Un estudio realizado en ese mismo pa¨ªs, ha demostrado que los ni?os que durante sus primeros dos a?os de vida se beneficiaron de alg¨²n programa de crianza dirigido a sus padres recib¨ªan en la edad adulta salarios un 25 % superiores a los salarios de los hijos de aquellos que no hab¨ªan participado en ning¨²n programa y tambi¨¦n revel¨® que ten¨ªan probabilidades inferiores de verse envueltos en actividades delictivas.
Las familias son los actores protagonistas a la hora de incidir en el bienestar y el desarrollo de sus hijos. Sin embargo, la responsabilidad no recae solamente en ellas. Invertir en la infancia es clave para el desarrollo futuro de un pa¨ªs y los beneficios de las primeras inversiones se extienden hasta la edad adulta. Los tomadores de decisiones tienen que asumir tambi¨¦n sus obligaciones respecto a los ni?os m¨¢s peque?os a trav¨¦s de pol¨ªticas efectivas de desarrollo infantil. Los programas de estimulaci¨®n temprana integrados en centros de salud pueden ser una v¨ªa adecuada. Los servicios para la infancia son un derecho humano universal y es fundamental para el desarrollo f¨ªsico y cognitivo de los menores que los disfruten desde el momento mismo de su nacimiento.
*Florencia L¨®pez Boo, ella es especialista senior en la Divisi¨®n de Salud y Protecci¨®n social del BID.
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