Alsasua
Todos esos manifestantes en Pamplona representan muy bien lo que ha cundido la infamia en Espa?a
Hab¨ªa muchos miles de personas pidiendo la libertad de los acusados de pegar a cuatro personas hace a?o y medio en un bar de Alsasua. Los acusados formaban una especie de manada, y se emplearon a fondo con sus v¨ªctimas, a las que propinaron, una vez en el suelo, una importante cantidad de patadas en todo el cuerpo y, sobre todo, en la cabeza.
Dos de los apalizados son guardias civiles, los otros dos son sus parejas. A los presuntos autores de la paliza les pide la fiscal¨ªa penas de prisi¨®n que pueden llegar a m¨¢s de sesenta a?os, por estimar el ministerio p¨²blico que se trat¨® de un delito de terrorismo.
Ah¨ª es nada. Volvemos con la mula al trigo. Para castigar unas conductas que nos repugnan, porque tienen que repugnar a cualquier ser civilizado, se quiere utilizar todo el arsenal del Estado de derecho contra los salvajes. Yo creo que es un error, porque no se puede equiparar una conducta con otra.
Antes, vale la pena detenerse otro poco en la manifestaci¨®n de Pamplona que para algunos sum¨® 50.000 personas, en apoyo a los ¡°j¨®venes¡± encarcelados por los hechos. Casi todos los manifestantes ped¨ªan su liberaci¨®n. Una m¨¢s que significativa parte de los habitantes de Navarra ped¨ªa que se pusiera en libertad a un grupo de hombres adultos (no s¨¦ por qu¨¦ a alguien le parece importante que sean j¨®venes) que hab¨ªa abusado de su fuerza y de su n¨²mero para apalear sin piedad a dos hombres y dos mujeres que hab¨ªan cometido el pecado de tomarse una copa en un bar del pueblo siendo no solo espa?oles sino, adem¨¢s, guardias civiles.
Nadie ayud¨® a los apaleados. Los ¡°j¨®venes¡± se hartaron de darles patadas en la cabeza, porque eso cansa.
Y una peque?a, muy peque?a, manifestaci¨®n de los de siempre aclar¨® algo las cosas para quien quiera o¨ªr el mensaje: cuatro personas fueron agredidas con m¨¦todos fascistas-abertzales en Alsasua.
C¨®mo cuesta, cu¨¢nto esfuerzo cuesta, hacer que los ciudadanos puedan convivir en paz. Qu¨¦ poco cuesta conseguir que se formen comunidades separadas por el odio basado en diferencias culturales, de lengua o de origen ¨¦tnico.
Las autoridades de Gobierno auton¨®micas y municipales de Navarra y Pamplona han sido c¨®mplices de esta manifestaci¨®n de tintes fascistas. Y nadie, salvo un peque?o grupo de ciudadanos, ha dado la cara por las v¨ªctimas.
Cincuenta mil navarros han protagonizado una manifestaci¨®n que ser¨¢ hist¨®rica por el n¨²mero de participantes, pero tambi¨¦n porque todos esos ciudadanos representan muy bien lo que ha cundido la infamia en Espa?a.
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