Esperando al Su¨¢rez cubano
?Con la elecci¨®n de D¨ªaz-Canel estamos en el comienzo de una transici¨®n o solo en el ep¨ªlogo del fidelismo?
El nuevo presidente de Cuba, Miguel D¨ªaz-Canel, naci¨® en 1960. La revoluci¨®n hab¨ªa triunfado quince meses antes y los cambios comenzaban a implantarse a toda velocidad.
Han pasado 58 a?os y ning¨²n Castro preside el pa¨ªs, aunque el control permanece en manos de Ra¨²l Castro, que sigue al frente de las Fuerzas Armadas y del Partido Comunista, al menos hasta 2021. Su hijo, Alejandro Castro, dirige los servicios de inteligencia y conoce los secretos de toda la ¨¦lite y en 2014 dirigi¨® las negociaciones con EE UU.
D¨ªaz-Canel no es militar y los militares recelan de ¨¦l. Procede del aparato pol¨ªtico, pero no domina el Partido. Es apreciado por Ra¨²l Castro, pero no pertenece al clan familiar. De origen humilde, estudi¨® Ingenier¨ªa y a finales de los 80 cumpli¨® sus obligaciones militares en Nicaragua. All¨ª fue comisario pol¨ªtico de las Fuerzas Armadas y vivi¨® el fin del sandinismo.
Al volver a Cuba, inici¨® una carrera pol¨ªtica en puestos de segundo nivel. ?Su gran virtud? No cometer errores ni hacerse enemigos. D¨ªaz-Canel nunca era una amenaza y cumpl¨ªa a la perfecci¨®n en los puestos que ocupaba: primero como en la Uni¨®n de J¨®venes Comunistas, despu¨¦s como m¨¢xima autoridad pol¨ªtica de provincias (Villa Clara, Holgu¨ªn...). En este periodo impuls¨® diversas iniciativas culturales (algunas inesperadas, como El Mejunje, entidad que organiz¨® el primer festival LGBTI de Cuba) e inici¨® una intensa campa?a contra la corrupci¨®n. Una cosa por otra, pensar¨ªa la vieja guardia.
Pelda?o a pelda?o y ya en La Habana, el nuevo presidente progres¨® sin pausa, si bien su caso se aleja del ascenso mete¨®rico de otros dirigentes juveniles elevados por Fidel Castro y quemados en poco tiempo por su ambici¨®n (el m¨¢s conocido, el ministro de Exteriores Roberto Robaina destituido en 1999).
D¨ªaz-Canel no tiene el carisma de Su¨¢rez, pero es un buen orador y comparten una aureola de juventud
El primer gran momento de D¨ªaz-Canel lleg¨® en 2003 cuando Ra¨²l Castro lo eligi¨® miembro del Bur¨® Pol¨ªtico (m¨¢ximo ¨®rgano del PCC). En 2009 ocurri¨® una profunda crisis gubernativa que se llev¨® por delante al vicepresidente y cerebro econ¨®mico, Carlos Lage, y tambi¨¦n al canciller Felipe P¨¦rez Roque.
La purga dej¨® sin recambio generacional a la revoluci¨®n. D¨ªaz-Canel, sin embargo, sali¨® reforzado como nuevo ministro de Educaci¨®n, un departamento importante, pero sin poder efectivo. Se centr¨® en la reforma universitaria y en un plan para mejorar las instalaciones docentes de todo el pa¨ªs. Entretanto, Ra¨²l Castro lo incluy¨® en su c¨ªrculo de poder m¨¢s cercano, pero protegi¨¦ndolo de los pesos pesados (el ministro del Interior Ramiro Vald¨¦s, el de las Fuerzas Armadas Leopoldo Cintra¡), comandantes hist¨®ricos que tutelan el actual proceso. Algo debi¨® de ver en ¨¦l.
2013 fue el a?o de su consagraci¨®n al ser nombrado vicepresidente de Cuba. Desde entonces, se hizo cada vez m¨¢s visible y su nombre comenz¨® a sonar entre los candidatos del anunciado y complejo relevo de Castro.
Una vez elegido podemos preguntarnos: ?estamos en el comienzo de una transici¨®n o solo en el ep¨ªlogo del fidelismo? Esta interrogante tambi¨¦n surgi¨® con el nombramiento de Adolfo Su¨¢rez como presidente espa?ol en 1976. Entre ambos pueden establecerse algunos paralelismos personales: procedencia alejada de los centros de poder, familia de clase media, participaci¨®n en organizaciones juveniles (uno en la Juventud de Acci¨®n Cat¨®lica, el otro en la Uni¨®n de J¨®venes Comunistas), fidelidad al partido ¨²nico, ascenso continuo en las estructuras burocr¨¢ticas¡ Ambos desarrollaron sus carreras en puestos secundarios y provinciales, ambos oficialistas y buenos conocedores de la realidad territorial y de la maquinaria burocr¨¢tica. D¨ªaz-Canel no tiene el carisma de Su¨¢rez, pero es un buen orador y, pese a la diferencia de edad con la que alcanzaron la presidencia del gobierno (43 a?os el espa?ol, 58 el cubano), comparten una aureola de juventud.
Carrillo calific¨® a Su¨¢rez de "un anticomunista inteligente y h¨¢bil". La habilidad de D¨ªaz-Canel es evidente, solo le falta demostrar su inteligencia y llevar a Cuba hacia la democracia
Con grandes dificultades, Su¨¢rez lider¨® un peque?o grupo de pol¨ªticos (falangistas, liberales, socialdem¨®cratas) de su generaci¨®n convencidos de la necesidad de la democracia. Tres a?os despu¨¦s hab¨ªan desmontado el r¨¦gimen de Franco con la colaboraci¨®n del Partido Comunista (el opositor por antonomasia) y de un PSOE rejuvenecido.
Conseguir esto en Cuba parece un sue?o. En primer lugar, por la ausencia de una figura como el rey Juan Carlos, decidido a modernizar Espa?a en el menor tiempo posible. En segundo lugar, porque Ra¨²l Castro no ha querido realizar ninguna apertura pol¨ªtica, ni siquiera aprovechando la disposici¨®n de Obama. Y en tercer lugar, porque la estructura militar permanece vigilante, dispuesta a garantizar el socialismo revolucionario cueste lo que cueste.
Sin embargo, ?qu¨¦ ocurrir¨ªa si el nuevo presidente intenta ejercer de verdad el poder? ?Ser¨ªa destituido o conseguir¨ªa establecer su propia agenda? ?Qu¨¦ pasar¨ªa si un grupo de oficiales se decantaran por ¨¦l? ?Legalizar¨ªa a la oposici¨®n democr¨¢tica como hizo Su¨¢rez con el Partido Comunista? ?O si surgiera un Guti¨¦rrez Mellado dispuesto a reformar el Ej¨¦rcito? Adolfo Su¨¢rez dise?¨® su Gobierno libremente, algo que Canel solo podr¨¢ hacer a medias y sin tocar los ministerios m¨¢s sensibles: Interior, Fuerzas Armadas y Exteriores.
El nuevo presidente se enfrenta a demasiadas inc¨®gnitas, pero no menos de las que debi¨® gestionar Su¨¢rez desde 1976, mientras elaboraba la Ley para la Reforma Pol¨ªtica con Torcuato Fern¨¢ndez-Miranda. La inevitabilidad de la democracia (y de los nuevos cargos que ofrecer¨ªa) anim¨® a muchos de los que ya disfrutaban del poder a continuar en ¨¦l pagando el peaje ¨Csiempre asumible¨C del cambio ideol¨®gico. La ventaja espa?ola es que Franco ya hab¨ªa muerto.
Los retos actuales son enormes: econom¨ªa en quiebra, dualidad monetaria y recortes presupuestarios (especialmente, en Educaci¨®n y Sanidad). La inversi¨®n extranjera se ha parado, el crecimiento es insuficiente y los cambios medulares ¡ªlos pol¨ªticos¡ª siguen en la sala de espera. En una Cuba donde todo sucede a c¨¢mara lenta, ?podr¨¢ D¨ªaz-Canel acelerar la imagen? Espa?a puede colaborar ahora que no existe la infructuosa posici¨®n com¨²n de la Uni¨®n Europea impulsada por Aznar en 1996. Por ejemplo, confirmando el viaje oficial de Felipe VI previsto para este a?o. Un encuentro de los nuevos jefes de Estado sin duda reforzar¨ªa el papel espa?ol en esta nueva etapa pol¨ªtica.
Santiago Carrillo calific¨® a Su¨¢rez de "un anticomunista inteligente y h¨¢bil". La habilidad de D¨ªaz-Canel es evidente, solo le falta demostrar su inteligencia y llevar a Cuba hacia la democracia.
Ignacio Ur¨ªa es profesor de Historia de Am¨¦rica de la Universidad de Navarra e investigador s¨¦nior del Cuban Studies Institute (Miami, EE UU).
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