Cambio en Cuba

Con el nombramiento ayer de Miguel D¨ªaz-Canel como nuevo presidente de Cuba se cumple un traspaso de poder pol¨ªtico en la isla sobre el que, en principio, no hay razones para albergar grandes esperanzas de cambio real. Al menos a corto plazo.

D¨ªaz-Canel es el primer mandatario nacido despu¨¦s de la revoluci¨®n ¡ªen 1960¡ª y ha realizado toda su carrera en el interior del Partido Comunista. No extra?a, por tanto, que siguiendo el estilo que ha caracterizado al r¨¦gimen castrista, la Asamblea Nacional ratificara la elecci¨®n del ¨²nico candidato que se present¨® al cargo con el 99,83% de los votos y que solo hubiera un voto que no se decantara por D¨ªaz-Canel, probablemente ¨¦l mismo. Con este resultado es dif¨ªcil pensar en el comienzo de una nueva etapa.

Lo relevante es que por primera vez desde que el 1 de enero de 1959 triunfara la revoluci¨®n cubana, el apellido Castro no estar¨¢ al frente de Cuba. Ra¨²l Castro, en el poder desde 2008 ¡ªaunque provisionalmente lo ejerc¨ªa desde 2006¡ª recibi¨® la presidencia de manos de su hermano Fidel. Ayer se la cedi¨® a D¨ªaz-Canel, aunque se reserva la secretar¨ªa general del Partido Comunista hasta 2021. Desde all¨ª Castro controlar la labor de su sucesor.

En los discursos que se han sucedido, el r¨¦gimen ha dejado bien claro que no hay intenci¨®n de iniciar apertura alguna. El oficialismo ha empleado para el relevo el t¨¦rmino ¡°continuidad¡± para no dar lugar a la especulaci¨®n. Atr¨¢s quedan las esperanzas que se despertaron en 2014 cuando Ra¨²l Castro y el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunciaron el restablecimiento de relaciones diplom¨¢ticas tras casi medio de siglo de alejamiento, hostigamiento y embargo. Las medidas de apertura en el terreno comercial y de las relaciones pol¨ªticas fueron una de los primeras v¨ªctimas de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Bien es cierto que durante los dos a?os que transcurrieron desde la firma hasta la llegada de Trump, Castro no se movi¨® un cent¨ªmetro ni abri¨® el r¨¦gimen a m¨¢s reformas. En cualquier caso, de todo aquello apenas queda una reapertura mutua de Embajadas.

La llegada de D¨ªaz-Canel al poder plantea algunas inc¨®gnitas que determinar¨¢n el futuro de Cuba. Te¨®ricamente, su mandato est¨¢ limitado a dos per¨ªodos de cinco a?os. Adem¨¢s, deber¨¢ revitalizar una econom¨ªa de un pa¨ªs sumido desde hace d¨¦cadas en la miseria. Y al tiempo deber¨¢ buscar el equilibrio entre las diferentes fuerzas que, sin el control de los Castro, pueden tratar de reubicarse en los c¨ªrculos de poder. Entre ellas destacan el Partido Comunista y el Ej¨¦rcito. Y todo ello sin ver su liderazgo amenazado. En el exterior, la gran inc¨®gnita estriba en c¨®mo afrontar¨¢ la relaci¨®n con un EE?UU que, bajo Trump, carece de inter¨¦s alguno en normalizar las relaciones.

Espa?a debe afrontar esta nueva etapa en la presidencia cubana como una oportunidad para ayudar al desarrollo del pa¨ªs y sobre todo para facilitar una necesaria apertura democr¨¢tica. El Gobierno puede y debe ofrecerse al nuevo mandatario cubano para poner en marcha una estrategia de apertura pol¨ªtica y econ¨®mica en beneficio del pueblo cubano.