Son¨¢mbulos
En la superioridad moral de la democracia est¨¢ la ¨²nica fuerza que tenemos frente al resto del mundo
Sigo rumiando el discurso de Macron en el Parlamento Europero: ¡°No quiero pertenecer a una generaci¨®n de son¨¢mbulos que ha olvidado su pasado¡±. El lamento nos retrotrae a Suite francesa, de N¨¦mirovsky, cuando su protagonista exclama: ¡°?No se deber¨ªa sacrificar as¨ª al individuo!¡±. Porque el problema de su tiempo, el periodo de entreguerras, se dirimi¨® en esa disyuntiva: individuo o comunidad. Por eso el oficial alem¨¢n del que se ha enamorado contesta que la guerra es ¡°la obra com¨²n por excelencia¡±. Tejida con ¡°esp¨ªritu de colmena¡±, en la guerra nos sacrificamos por leyes o caprichos que ignoramos, subordinados a la difusa idea de un ¡°pueblo¡±.
Se necesita olfato pol¨ªtico para leer el campo de batalla donde vas a declarar la guerra. Eso fue lo que buscaba Macron al poner en valor el fruto de conquistas hist¨®ricas del que ahora disfrutamos. El pr¨¦sident no es perfecto, y tarde o temprano deber¨¢ reconocer que el conflicto tambi¨¦n se decidir¨¢ en el terreno de la igualdad, pero este aspirante a J¨²piter lee el mundo como parece que lo contemplan ya los ciudadanos, sin el faro de las ideolog¨ªas. Por eso habl¨® de interpretar el tiempo de la ira y de la traici¨®n de los cl¨¦rigos. Hacia dentro, en Francia, supo ver que el marco de disputa era Europa, y la defendi¨® frente a los nuevos mes¨ªas: los impecables y los implacables. Hacia fuera, en Europa, sabe que es la democracia lo que est¨¢ en juego, el ¨²nico modelo que emancipa y protege al individuo. Y est¨¢ bien recordarlo: es un sistema pensado para desarrollar individuos, no pueblos.
?Cu¨¢ntos pol¨ªticos europeos hacen una defensa tan vibrante de la democracia como coraz¨®n de la identidad europea? La mayor¨ªa simplemente la dan por supuesta, pero el debate de nuestro tiempo habita un espacio donde los nuevos aut¨®cratas convierten la democracia en una vulnerabilidad estrat¨¦gica, una simple excusa para legitimar sus atropellos. Por eso, frente al autoritarismo democr¨¢tico hemos de oponer la autoridad de la democracia, porque en su superioridad moral est¨¢ la ¨²nica fuerza que tenemos frente al resto del mundo. Es curioso, pues el outsider Macron encarna en realidad la defensa del sistema: nuestras democracias, o lo que Blom llamaba esta ¡°joven y rara excepci¨®n hist¨®rica¡±. @MariamMartinezB
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